THIRTY SIX

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CAPÍTULO TREINTA Y SEIS - TU HERMANA ESTÁ EN RUINAS

–Su excelencia, Lady Whistledown ha escrito en su hoja de chismes. Creo que debería leer esto.

Simon tomó la hoja de chismes de las manos de su mayordomo, frunció el ceño mientras leía lo que la perra chismosa había escrito una vez más sobre su dulce esposa. Había esperado que ella se mantuviera alejada de los chismes, considerando que ahora estaba casada y alejada de cualquier secreto que pudiera revelarse.

–Prepara el carruaje–. Las palabras salieron de su boca con un suspiro, necesitaba verla antes de que las cosas empeorarán.

Queridos lectores,

Recordamos una vez a un joven Calista que dejó la ciudad por el campo después de la trágica muerte de Lord Edmund Bridgerton. Me ha llamado la atención que Calista puede haberse ido por otra razón. Su relación con Lord Ramsey fue mucho más pecaminosa de lo que queríamos imaginar. Se rumorea que el delicioso Lord Ramsey ha expresado sus deliciosas aventuras con la recién casada Duquesa de Hastings con sus amigos mientras beben whisky. Me pregunto cómo manejará el Duque esta información, sabiendo que otro hombre ha memorizado tan bien su cuerpo. Ahora, todos sabemos acerca de su peca en la parte interna del muslo derecho. Quizás esto salió a la luz antes de que se fuera de la ciudad, sin su novia. No puedo fingir que estoy sorprendida, Calista siempre ha sido de las que rompen los límites, pero esto es absolutamente escandaloso. Tut tut, Calista, tut tut mal hecho.

No había pensado en las consecuencias, supuso que no habría ninguna. Todos sabían que sus hermanas eran todo lo contrario. La alta sociedad anhelaba su atención como una polilla a una llama, todos la habían querido, pero Lord Ramsey la tenía antes que nadie.

Esta sería su ruina, la sociedad no la aceptaría y extrañamente ella estaba bien con eso. Una Duquesa rebelde, pensó. Podría haber estrangulado a Penélope por hacerla decidir entre la historia de Marina o la suya propia: tomó la decisión correcta. Estaba salvando a su gemelo de un escándalo, ¿verdad?

No había habido ni pío, ni un solo sonido había salido de la casa Bridgerton. Sus pensamientos se dispersaron sin rumbo mientras se envolvía bajo las sábanas, lamentando lo que había hecho pero necesitaba hacer algo. Se había revelado a sí misma, un espíritu libre que no podía ser domesticado. Desde que la noticia salió a la calle ayer por la mañana, sus hermanos la habían regañado como de costumbre, su madre estaba llorando. Ella no había dicho mucho, solo se fue a su habitación y se quedó allí en completo silencio.

El fuerte estallido de la puerta de su habitación al abrirse fue una sorpresa, por decir lo menos, ni siquiera se molestó en asomarse de sus sábanas, revolcándose en la autocompasión que había causado.

–Dime que no te hiciste esto a ti misma–. La voz atronadora de Arthur se escuchó en toda la casa. Sorprendentemente, no tenía ni idea hasta que su padre lo mencionó groseramente durante el almuerzo. No estaba seguro si estaba enojado porque Elizabeth había peleado con él o por el hecho de que Calista se había hecho esto a sí misma por completo. Las voces de sus hermanos resonaron, enojadas porque Arthur Ramsey estaba en su dormitorio.

–No sé de qué me hablas–. Ella murmuró.

–Por qué has manchado tu reputación. ¿Estás loca?– preguntó, aún con la voz alta. Nunca le había dicho una palabra de su cuerpo a nadie, su cuerpo había sido sagrado para él.

Lo supo de inmediato cuando miró el papel, esto fue obra de ella por razones desconocidas para él. Siempre había puesto a sus hermanos primero y esta vez no fue diferente.

CALISTA - TRADUCCIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora