TWENTY THREE

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UN ASUNTO DE HONOR

CAPÍTULO VEINTITRÉS - TAL VEZ NO TODO ESTE PERDIDO

–¡Olvidada!– Exclamó mientras arrojaba la hoja de chismes sobre la mesa en la que estaba situada, haciendo que su té se derramara y su taza se rompiera contra el suelo con ira. Con un suspiro, rápidamente se puso de pie e intentó limpiar tal desorden sin cortarse el dedo. Se detuvo y llamó a su ayuda,

–Malditamente olvidada, ¿quién se cree Whistledown que es, llamándome olvidada? Le mostraré olvidada–. Murmuró para sí misma mientras se enfurruñaba en el sofá.

–¿Estás murmurando para ti, mi Lista?– Violet entró corriendo con una criada a su lado lista para limpiar el desorden de Calista.

Sacudió la cabeza y tomó el cepillo y el trapo, se los quitó a la criada y limpió el desastre ella misma. Su madre se quedó allí, sin saber qué hacer.

–¿Soy realmente olvidable?– Ella suspiró, ordenando.

–Para nada, mi amor. Sabes muy bien que no lo eres.

–¿Qué pasó entre ustedes dos?– Violet hizo la pregunta más importante dentro de Ton, preguntando sobre la pareja más maravillosa que lamentablemente ya no existía. La criada tomó esto como lugar para salir de la habitación, no queriendo escuchar una conversación que estaba por encima de su salario.

–No pasó nada–. Se secó la frente, con absoluta frustración.

–Conozco a mi hija. Sé que no fue nada entre ustedes.

–Tu no sabes nada–. Se burló de su madre y se fue corriendo a su habitación antes de que su madre pudiera decir otra palabra. Se sentó frente a su espejo de tocador, pensando profundamente en él.

–¡Calista, sé lo que vi!– La voz de su madre reapareció detrás de ella y rápidamente giró su cuerpo para ver a la mujer que la había criado bien.

–Lo que viste fue una mentira. Todo fue una gran mentira. Fue una artimaña. El duque y yo estábamos fingiendo, todo para que Lord Ramsey entendiera el mensaje de que no quería casarme con él. Obtuvo lo que quería, no más mamás lo acechaban en los eventos porque sus ojos solo estaban puestos en mí. Fue un acuerdo. Fue un acto, y funcionó. Conseguimos lo que queríamos–, hablo con su madre, con lágrimas en los ojos mientras dejaba que unas pocas se deslizaron por sus mejillas de porcelana.

–Calista.

–No fue real. No para él, de todos modos–. Lloró y pronto, su madre la sostuvo en sus brazos y dejó que su hija llorara por el hombre que no podía tener.

–Nunca pensé que realmente me enamoraría de ese hombre, planeé ser una solterona todos mis días para evitar complicaciones–. Se limpió la nariz, calmándose lentamente.

Aunque esta autora no puede despedir al Duque de Hastings tan pronto. Es posible que haya dejado que el ángel se le escape entre los dedos por ahora, pero apuesto a que no es un hombre que se esconda nunca de una pelea.

–Calista, no vienes a ver el boxeo–, le exigió Anthony a su hermana, quien le había suplicado que lo dejara ir.

–Ciertamente estoy acompañando a mi hermana y hermanos. Benedict dijo que podía. Lo valoro más que a ti, sabes–. Ella sonrió maliciosamente y él resopló mientras lo arrastraba hacia el carruaje junto a sus otros dos hermanos y Daphne.

–Esto va a ser muy divertido, una salida familiar con sangre y más sangre. ¡No puedo esperar!–. Explicó, su voz aguda hacia el final de su oración.

CALISTA - TRADUCCIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora