THIRTY

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CAPÍTULO TREINTA - BODAS

Realmente pensó que no quería tener hijos, no después de la primera vez que se encontró llorando con su madre por estar embarazada. No después de la primera vez, Arthur la había apoyado cuando le había pedido a su hermano que consiguiera la píldora femenina y acelerara el aborto del bebé que crecía lentamente dentro de ella. Había decidido en ese momento que no se encontraría en un aprieto como antes. Tenía grabado en su mente que, no, sería una mujer que no quiere tener hijos.

Ellos existen.

Cuando encontró a Simon, todo encajó. Él nunca quiso tener hijos tampoco, se amaban y por eso fue una pareja hecha en el cielo. No necesitaban compartirse con un niño pequeño que venía al mundo.

Eso fue hasta que Calista asistió a la feria con Simón a su lado. Se encontró hablando con una mujer con dos niños pequeños que corrían alrededor de Calista juguetonamente. Ella esperaba otro, su estómago hinchado a la vista, ningún vestido podía ocultar su barriga. Tres hijos, la mujer estaba feliz y resplandeciente.

Un pensamiento extraño e inoportuno apareció en su mente, imagina los diminutos pasos de los niños corriendo por los pasillos.

Se había encogido de hombros ante la idea y lo había hecho durante las últimas semanas, pero ahora, sus pensamientos estaban constantemente pensando en bebés. Era todo en lo que podía pensar.

Era la boda de Daphne en unos días y la pareja debía hacer el largo viaje de regreso a la ciudad para asistir a la hermosa boda. No había visto a su familia en un mes y estaba encantada de regresar con su esposo, aunque el pensamiento persistente persistía.

–Lis, ¿estás lista para irte?– la voz de Simon la sacó de su ensoñación, consciente de que tenía su equipaje en la mano y él rápidamente se lo quitó. Se relajó con el peso quitado y sonrió con una sonrisa falsa. No podía entender el hecho de que quería un hijo. Solo un pequeño bebé para amar y cuidar. Para compartir su corazón con Simon. Dejó que Simon guiara el camino mientras él sostenía su mano, con dulzura y pronto comenzó su viaje.

–Daphne me escribió hace una semana pero se negó a compartir ningún detalle de los planes de boda. Ella quiere que todo sea sorpresa, incluso de mí. Va a ser la boda de la temporada, puedo asegurar–. Ella sonrió mientras se sentaba frente a Simon en su carruaje de acciones.

Podía escucharla divagar durante horas, su voz aterciopelada para sus oídos.

–Sí, creo que lo será. Son buena pareja–. El acepto.

Se alegró de que Daphne hubiera encontrado a alguien con quien casarse, un príncipe. Los Bridgerton tenían un gran futuro. Tuvieron más suerte que otros.

–Traje frutas, para el camino. Nos detendremos en el Inn y pasaremos la noche. Sabes, suena absurdo pero ese tal Inn siempre será sentimental para mí–. Murmuró, sin avergonzarse de compartir la emoción con Calista.

–Imagínate, compartimos nuestros primeros momentos. Míranos ahora.

Calista entró corriendo a la habitación, reuniéndose junto a su madre y sus dos hermanas, Daphne y Eloise, que lucía radiantes para la ocasión especial de hoy. Pasó unas noches espléndidas con su esposo en sus viajes. Encantada de que Daphne se casara, era la ocasión más comentada desde su propia boda y no podría haber estado más feliz de disfrutar de las celebraciones.

–¡Daphne, te ves perfecta! No puedo creer que mi hermanita se case hoy–. Contuvo las lágrimas de alegría mientras besaba a sus hermanas en la mejilla.

–No puedo creer que vaya a ser una maldita princesa–. Eloise murmuró.

–Creo que Anthony tenía los ojos puestos en la bella princesa Augusta. El que asistió a tu boda con la Reina. Me sorprende que aún no se haya esparcido por el periódico de Lady Whistledown–. Su madre estaba absolutamente enamorada, no podía estar más feliz, a sus hijos les estaba yendo bien.

–Ánimo, ranúnculo. Eres el siguiente en la lista negra de mamá–. Calista reprimió, haciendo que su hermana menor pusiera los ojos en broma. Era cierto, tanto Daphne como Lista eran hijas y ahora estaban casadas con hombres de buena posición, la próxima temporada sería el turno de Eloise de desfilar por los bailes en busca de un pretendiente.

La boda fue extravagante, por decir lo menos. Realmente era digno de una princesa. Daphne se lo merecía. El príncipe Frederich era la persona más encantadora, Calista podía decir que estaba locamente enamorado de su hermana y su corazón se llenó de felicidad mientras miraba a los dos besarse en el altar.

Se decidió entre Simon y Calista que se quedarían para la boda durante la noche en su casa ahora compartida y regresarían a casa temprano en la mañana. Había disfrutado cada minuto del gran día de su hermana. Había pasado tiempo bailando con sus hermanos menores y cotilleando con sus hermanos mayores, aparentemente Colin estaba loco por Marina Thompson, lo cual no era una sorpresa, había estado interesado en ella desde que la conoció. De hecho, fue Calista quien se había encontrado con él para hablar con ella.

No fue hasta que la devota pareja se instaló en sus habitaciones compartidas, ella se quitó lentamente el corsé con la cabeza zumbando como resultado de unas copas de vino más tarde que surgió la conversación, demasiado rápido para evitar hacer la pregunta. ella se moría por preguntar.

Sabes, creo que deberíamos intentar tener un bebé.

CALISTA - TRADUCCIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora