𝐏𝐫ó𝐥𝐨𝐠𝐨.

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Salió de la universidad un poco más temprano que de costumbre, para variar decidió caminar en vez de tomar el metro que la llevaría a su casa. Aún no oscurecía y no quería encerrarse en su habitación a estudiar como venía haciendo desde hace tres años. Su rutina no solía cambiar mucho.

Despertar, desayunar, universidad, regresar a casa, comer algo, estudiar y estudiar, cenar, dormir.

Muy poca veces usaba sus fines de semana para salir con amigas o compañeros de clases si salía algún divertido plan. Lo usaba más para estar en casa junto a su madre y hermanos o descansar. No trabajaba ya que venía de una familia medio acomodada, podía hacer lo que quisiera sin temor, pues su madre siempre le había concedido cada capricho pedido. A ella y a sus hermanos mayores.

Eso no quitaba el hecho de que, en algún futuro, quisiera un poco más de independencia. Ayla tenía sus metas muy bien plantadas.

El día de mañana quería ser una diseñadora de modas, quería sacar una línea de ropa, una dónde las personas se sientan bien consigo mismas y con sus cuerpos, dónde no tuvieran que pensar mil veces si determinada prenda les queda o no según lo que la sociedad impartía. Y más en la sociedad coreana tan cerrada y estricta.

Tomó asiento sobre el pasto del enorme parque cerca del campus, había comprado unas galletas de fresa y un kombucha sabor limón —la combinación de aquellos sabores al paladar se le hacían exquisitas— las personas paseaban en tranquilidad, familias con niños, parejas, personas paseando junto a sus mascotas disfrutando del sol de la tarde de primavera.

Mastico las galletas mirando una pareja de abuelitos hablar sonrientes sentados en una banca a unos metros, a unos niñas jugar al avioncito, un grupo de chicas se secundaria hablar entre risas sentadas de la misma forma que ella en el pasto, a un doberman correr a toda velocidad pasando frente a ella y por encima de todos sorprendiéndole su repentina aparición.

Se removió observando la carrera del canino, los abucheos de los transeúntes y segundos después, a quien supuso su dueño corriendo despavorido detrás. Se quedó mirando atenta a la carrera de esos dos, el chico no podía detenerlo y cada que el animal se detenía a mirarle, volvía a correr de su poder impidiéndole agarrarlo. Se notaba a su dueño con la gota gorda y aún así no podía detenerlo.

Ayla se levantó de su lugar sacudiendo sus manos y sus jeans, se detuvo en el camino de cemento mirando hacia todos lados, ella también tenía un perro en casa pero su tamaño y personalidad eran lo opuesto a ese doberman hiperactivo y juguetón.  De su bolso extrajo un sobrecito de alimento que había comprado para su mascota, se disculpó mentalmente y lo abrió sacando un poco del contenido para colocarlo en la palma de su mano.

Vio al animal correr en su dirección velozmente, tragó saliva porque algo le decía que debía salir de su camino. Alargó su mano con la comida y llamó al doberman, para su suerte, este se detuvo casi chocándole las piernas, jadeaba con su larga lengua afuera, se veía hermoso, su cabeza llegaba a la altura de su cadera, era muy tierno con sus enormes ojos marrones.

—Buen chico, buen chico. —alentó la castaña acariciando la cabeza del canino mientras comía de su mano con ganas.

Ayla observó al chico que supuso ser el dueño del animal cuando llegó con ellos, también jadeaba por un poco de aire inclinado con sus manos sobre sus rodillas, tenía la frente perlada por la transpiración culpa de la carrera.

—¿Estás bien? —preguntó ella buscando su mirada. El chico se enderezó asintiendo y ella se alejo un segundo para tomar su botella de jugo, la cual le tendió y él con desesperación agarró llevando el pico a sus labios.

Ayla no pudo evitar contener una risa al ver cómo su jugo se lo acababa en, literal, diez segundos. Un hilo del líquido color blanco resbaló por la mandíbula afilada cayendo por la garganta del pelinegro haciendo que ella tragara saliva ante la… imagen.

—Gracias.

—¿Mejor? —preguntó, acariciando la cabeza del perro. Él asintió cayendo en cuenta de la botella vacía.

—Lo siento —miró a su perro—, lo siento por esto y por él. Ha estado enfermo y creo que salir a la calle después de días encerrado lo tienen ansioso.

Ayla rio contagiando al chico.

—Esta bien, no hay problema.

La observó detenidamente, como sonreía acariciando a su mascota, como su mascota se veía feliz con esa chica tan dulce. La única que se había atrevido a ayudarlo y que no lo ignoro o insulto ante la jugarreta de su perro.

—¿Cómo se llama?

—Bam.

—Que lindo nombre. —lo encariño, el canino a gusto—. Si que lindo eres.

Ayla se irguió observando como el chico colocaba la gruesa soga sobre la correa en forma de cadena alrededor del cuello del canino. Con un asentimiento de cabeza se despidió de ellos volviendo donde su bolso se encontraba.

—Oye.

Ayla volteó ante el llamado, por un momento notó nerviosismo en el pelinegro, más no dijo nada y evitó reírse.

—¿Si?

—Siento haberme tomado tu bebida.

—No importa.

—Sí, si importa. Te invito un helado o un café, lo que quieras.

Ayla sonrió sonrojada.

—Claro.

Tomó su bolso colocando la correa alrededor de su hombro, alcanzó al chico caminando a su lado con Bam en medio de los dos.

—JungKook.

—Ah.

—Mi nombre es Jeon JungKook.

—Kim Ayla.

Nueva historia liberada, una historia llena de amor

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Nueva historia liberada, una historia llena de amor. 🤭

Espero les guste y sea de su agrado.

Se les quiere mucho.

💜💜💜

𝑩𝒆 𝑴𝒚 𝑭𝒐𝒓𝒆𝒗𝒆𝒓 ᴶᴶᴷ  - [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora