Capítulo 72

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Remus se frotó las manos por el frío.

—Gracias— dijo a la chica cuando le entregó una taza de chocolate. Desde su asiento veía como todos lo que llegaron la comunidad subían sus cosas a sus autos.

La semana que pasó con Edith haba acabado, los dos primeros lo pasaron en la cuidad natal de Edith donde pudo convivir brevemente con su familia, personas muy amables. Luego viajaron hacia la sierra, a la comunidad donde estaba el Ayllu por el que fue acogida.

Era el Ijiy, y según Edith era el momento más importante para los jóvenes magos.

Se volverían New Bloods y para la comunidad era momento de celebración.

Remus sonrió levemente cuando sintiendo a Edith apoyar su barbilla en su hombro derecho, el olor a vainilla de su perfume rápidamente la delató.

—¿No me esperaste a desayunar?— preguntó mientras se sentaba a su lado.

—Cuando no me desperté ya no estabas.

—Salí a comprar pan al pueblo— contestó ella mientras le pasaban una taza de chocolate y agarraba un pan de la mesa— Noe y Fabian ya están viajando de regreso a casa y pedí que le llevaran pan a mi familia.

—¿Y cual es la diferencia con el pan de allá?

—Es pan de la sierra— dijo ella como si fuera de lo más obvio— Es superior.

Remus sonrió mientras veía el panorama, Edith siempre hablaba con amor de su Ayllu y entendía el porque.

Era una comunidad muy unida, niños corriendo alegre por todas partes y los adultos conversando entre si.

Y al fin pudo conocer a la famosa Noemí, cuando llegaron Edith dejó su maleta en el suelo y corrió a abrazarla, Noe también había hecho lo mismo, ambas cayeron al piso por el impacto del abrazo, ambas rieron.

Edith presentó a Noe como su mejor amiga, hermana del alma. Y luego al esposo de esta, un mago que como Edith era un New Blood.

Remus pensó rápidamente que Edith juntó a esos dos para no perder a su mejor amiga que era muggle y mantenerla conectada a la comunidad.

Toda la instancia permanecieron juntas, como si estuvieran pegadas por la cadera.

—¿Y René?— preguntó Remus al no ver al hijo de Edith.

—En el pueblo, está con otros niños— contestó Edith— Al menos ya anoche dejó su maleta lista. Dijo que quería comprar algo, ya mismo regresa.

Remus asintió con la cabeza terminando su desayuno, luego fueron a recoger las plantas que Edith se ofreció traerle a Severus. Después ella se estaba despidiendo de algunos compañeros que regresaban a la ciudad.

Para el medio día, el traslador para ellos ya estaba listo. René regresó y no dijo nada de que compró y Edith no insistió en saber.

Los padres, como le decían Edith y los demás, eran los lideres de la comunidad quienes acogieron todos cuando aun eran niños.

—Cuídate mucho mija— le dijo la anciana a Edith sosteniendo sus manos— Y come algo, estas flacucha.

—Por supuesto que si, mama — sonrió Edith .

Luego el anciano le besó la frente a Edith y revolvió el cabello. A Remus le dio un apretón amistoso de manos.

—Cuídese mucho Tayta— dijo René despidiéndose. — Tal vez nos volvamos a ver el próximo año.

—Cuida mucho tu madre— dijo el anciano extendiéndoles una larga cuerda tejida en hilos multicolores en patrones similares a los de sus ponchos. —Buena suerte en el viaje.

Una perfecta señorita [VOL. I] [Theo Nott]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora