Capítulo 7

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Mis ojos se quedan clavados en el chico que tengo parado frente a mí. Su mano aún muy firme sobre aquella oxidada puerta de metal.

Siento como mi pulso se acelera al verle tan repentinamente; al saber que me había atrapado desprevenida, o mejor dicho... que me había atrapado espiándole.

—¿Por qué me estás siguiendo? —Poseidón arquea una ceja en tanto se me queda viendo fijamente. Su voz gruesa y firme hace que los vellos de mi nuca se ericen lentamente provocándome un escalofrío. Yo, trato de contener aquel suspiro que quiere saltar a como de lugar de mi pecho al sentir aquello.

Me le quedo viendo sorprendida, perpleja... en silencio. No sabía qué decir o qué hacer, no sabía si contestarle o simplemente quedarme callada.

Todo esto había sido muy repentino, muy extraño; desde nuestro encuentro en la playa, hasta que éste dijese mi nombre hace solo un rato atrás.

Tenía demasiadas preguntas, tenía muchísimas dudas sobre éste chico, pero por alguna estúpida razón ahora que lo tenía frente a mí, no me atrevía a decirle absolutamente nada.

¿Qué te pasa Ebba?

¿Qué es lo que te frena?

Solo es un estúpido chico común y corriente, no tienes porqué sentir pena. Solo haz cómo siempre haces con todos... ármate de valor y dile sus verdades a la cara.

Solo tienes que mirarle a esos tontos hermosos ojos color azul celeste y pregúntale cómo es que sabe tú nombre.

Sí, eso haré... le preguntaré.

Armándome de lo que pienso yo es valentía, me paro derecha enderezando mi espalda en tanto trago hondo antes de hablar.

—¿Quiero saber cómo es que sabes mi nombre? —En mi cabeza definitivamente la escena había quedado mucho más épica de lo que en realidad resultó sucediendo en vida real. Mi voz temblorosa. —Allá en la orilla, cuando hablamos, tú... dijiste mi nombre. —Trago hondo observándole.

El chico se me queda viendo serio, fijo y en un total silencio por algunos segundos luego de oír aquello. Yo, comienzo a jugar discretamente con los dedos de mis manos tras mi espalda sintiéndome un tanto, ¿nerviosa? No, más bien lo describiría como ansiosa, sí, definitivamente eso era.

—Todavía no me has contestado a mí pregunta, así que volveré a preguntar... —Su mano abandona la puerta de metal y yo me estremezco. —¿Por qué me estás siguiendo?

Sus ojos color azul celeste se clavan en los míos. Su mirada es intensa, intimidante y por alguna extraña razón... muy extasiante.

—Tú tampoco has contestado la mía, así que no contrataré a la tuya. —Exclamo incómoda al verle mirarme de aquella manera. Mi respiración se torna algo agitada por su manera de observarme, por su presencia.

—No entraré en tú juego chica desconocida. —Una leve sonrisa se dibuja en su labios provocando que la piel se me erizase.

—Ya te dije Poseidón... —Me armo un poco de valor y cruzo los brazos sobre mi pecho, tratando de demostrar algo de autoridad y valentía... si es que aún me quedaba algo de eso. —No hablaré hasta que me digas cómo es que sabes mi nombre sin que yo te lo haya dicho aún. —Giro mi cabeza hacia un lado, tratando de esquivar su mirar.

Con la esquina del ojo, observo como Poseidón ríe por lo bajo en tanto saca levemente su lengua y lame delicadamente su labio inferior.

Yo, comienzo a hiperventilar mientras trato a toda costa de que mi nerviosismo no se notase, o al menos, de que él no se percatase.

Poseidón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora