Capítulo 18

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Me encuentro junto al chico de los ojos color azul celeste. Éste a mi lado justo frente a las escaleras de la cabaña. Lo observo disimuladamente, lleva puesto un pantalón playero color naranja, de esos que quedan justo sobre la rodilla, unos tenis deportivos del mismo color que le hacían juego, y una camiseta blanca. Su cabello estaba bien peinado, como la mayoría de las veces. El olor de su colonia llegaba hasta donde yo estaba parada. Siempre tan deliciosa... adictiva.

Mis ojos se me escapan hacia su persona y noto como éste me observaba de antemano. Por lo que decido romper este incómodo silencio y entablar una conversación.

—Gracias por salvarme de Brandon... de nuevo. —Digo tímida, bajando mi mirada al suelo por algunos segundos.

—Creo que se está haciendo costumbre. —Sonríe metiendo sus mano en los bolsillos delanteros de su pantalón playero.

—Es un imbécil. Desearía que me dejase de molestar. —Observo el horizonte. Viento frío golpeando mi cuerpo, haciendo que mi cabello ondease libremente.

—Pero, ¿no es él el novio de tu amiga? —Veo con la esquina del ojo como éste frunce el entrecejo... confundido.

Yo guardo silencio por algunos segundos.

—Es una larga historia. —Le observo de a por instantes. —No me gustaría hablar de eso ahora. —Digo sintiéndome un tanto incómoda. Poseidón asiente.

Quedándonos callados por algunos segundos luego de aquello, continúo observando el horizonte... viendo como las olas del mar iban y venían chocando contra la orilla cada cierto tiempo.

Abrazándome a mí misma por el frío viento de la noche, comienzo a caminar a pasos lentos hacia la orilla, pensando.

Recuerdo aquel collar que perdí hace un tiempo atrás, aquel que me regaló mi madre. No podía evitar que su recuerdo regresara a mi mente cada que veía las olas del mar... cada vez que las escuchaba.

Sentándome cercana a la orilla, me quito los zapatos junto con las medias y las coloco a mi lado. Escucho como los pasos de Poseidón se hunden en la arena hasta llegar cerca de mí.

—¿Puedo? —Señala el espacio a mi lado, yo asiento.

El chico procede a sentarse junto a mí. Sus rodillas doblabas, sus brazos puestos sobre estas.

—Es bonito el mar, ¿no lo crees? —Poseidón suelta un leve suspiro en tanto sus ojos se clavan en el horizonte.

—Sí, me relaja. —Tomo una bocanada de aire, llenando mis pulmones de ese rico olor característico que tiene el océano.

Poseidón se queda callado y noto con la esquina del ojo como éste se me queda viendo. Una sonrisa delicada plasmada en su rostro.

Un frío recorre mi estómago al voltear hacia el chico y verle directamente a la cara. Ambos nos quedamos intercambiando miradas por unos instantes entre que siento como mi respiración se acelera al verle de aquella manera... al él también mirarme como lo estaba haciendo.

—¿Qué es lo que quieres de mí? —Digo mientras mis ojos recorren su rostro a detalle. Mi respiración entrecortada. —¿Por qué aún sigues aquí? —Trago hondo al decir aquello.

Poseidón se tarda algunos segundos en contestar.

—No lo sé. —Suspira. —Es que... me confundes Ebba. —Su mirada penetra mi alma.

—Tú eres quien me confundes a mí Poseidón. —Hago una pequeña pausa en mi hablar. —Siempre huyendo cuando puedes... corriendo cuando te sientes mínimamente atrapado.—Mi voz temblorosa.

Poseidón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora