Perspectiva PoseidónAcercándome a Ebba, coloco mis manos delicadamente sobre el rostro de la chica y comienzo a llamarla.
—Ebba, cariño. Despierta. —Digo y le doy pequeños toques en la mejilla para hacerla reaccionar. —Vamos, tenemos que irnos. —La miro y veo como luego de algunos intentos ésta frunce el ceño y abre los ojos lentamente. Yo sonrío al verla observarme una vez más.
—¿Poseidón? —Pregunta para acto seguido comenzar a toser. Yo paso mi mano por su cabello.
—Sí, soy yo. Aquí estoy. —Mi voz fragmentada, mis ojos aún llorosos.
—¿Qué está sucediendo? —Mira su alrededor confundida. Claro, ella se había desmayado allá en el restaurante, por lo que no conocía nada de lo que estaba pasando, tanto con ella como con el bebé... y yo no tenía planes ni el tiempo para explicárselo.
—Te digo luego. Debemos irnos cuanto antes. —Comienzo a desconectar los cables y las mangas que le ataban el cuerpo. Cuando desconecto el suero en su brazo ésta rechista de dolor por un momento. —Lo lamento. —Tomo unas gazas de sobre una mesa con utensilios médicos y se la entrego. La chica hace presión sobre aquel lugar.
—¿Qué estás haciendo? —Me mira raro. —¿Por qué estamos en un hospital? ¿A dónde me estás llevando? —Me mira confundida. Sé que lo está, y más aún cuando alguien quien no es el médico te arrebata las mangas y demás cables apresuradamente.
Yo me le acerco, la tomo en mis brazos y la miro fijamente a los ojos.
—¿Confías en mí? —Se me queda viendo y asiente con la cabeza. Yo le sonrío.
En ese momento, escucho como la puerta de la habitación comienza a abrirse. Seguramente las alarmas de las máquinas que desconecté y demás hayan comenzado a sonar y alertado a los doctores. Por lo que, rápidamente me torno, junto con Ebba, en un torbellino de agua y ambos desaparecemos antes de que la doctora entrara.
Apareciendo en un santiamén fuera del hospital, cerca del estacionamiento, trato de pensar en cómo es que llegaría al inframundo sin en realidad haber sido invitado.
Hades era un tipo muy desconfiado, por lo que éste no tenía ni tan solo una mísera entrada a su infierno.
Solo nosotros los dioses y aquellos seres capaces de teletransportarse eran capaces de entrar a aquel lugar o a cualquier residencia del otro dios en cuestión, pero eso solo si habías sido invitado.
Si no habías sido invitado, bueno... te tocaría entrar por otros lugares y sin atajos. Te tocaría entrar por el camino largo, por donde al dios dueño de aquel aposento haya previsto que sería la "entrada" y conociendo a Hades, sé que sería algo parecido a las cloacas.
Concentrándome mucho en el lugar al que quiero ir... al inframundo, cierro los ojos y vuelvo a hacerme un torbellino de agua aún con Ebba entre mis brazos. Siento como ambos desaparecemos rápidamente para luego de algunos segundos aparecer en otro lugar.
Temeroso de haber metido la pata y no llegar al lugar correcto, abro mis ojos lentamente y me sorprendo al ver donde estaba.
Cascadas de lava ardiente a mis alrededores, un hedor a azufre y muerte pegándome fuerte en las fosas nasales.
Veo como Ebba abre los ojos y mira todo a su alrededor, su cabeza recostada sobre mi pecho. Sus manos colgadas débilmente sobre mis hombros.
—¿Dónde estamos? —Pregunta confundida.
—En el inframundo. —Contesto comenzando a analizar en que dirección era que se encontraba el templo de Hades. Hace demasiado tiempo que no había estado en este lugar, y no era como que fuera el sitio más fácil del universo para orientarse.
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Poseidón ©
FantasyEbba es una joven universitaria, la cuál, a perdido y sufrido demasiado durante el transcurso de su vida. La muerte de su madre, la dejó sola, con un corazón roto y viviendo con su abuelito José; quién es la única persona que le queda en este mundo...