Capítulo 46

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Perspectiva Poseidón

Mi corazón se paraliza al ver como Ebba cierra sus ojos repentinamente y su cuerpo se debilita.

Noto como sus piernas comienzan a fallarle provocando que pierda el equilibrio. Pero, antes de que ésta pueda caer al suelo yo inmediatamente la sostengo entre mis brazos.

—¡Ebba! —La observo, está inconsciente. Su cuerpo debilitado. —¡Resiste por favor! —Digo y procedo a convertirme en un torbellino de agua para luego desaparecer junto con ella de aquel lugar.

En un parpadear, aparezco frente al hospital local del pueblo con ella en mis brazos. Rápidamente corro hacia el interior del edificio.

—¡Ayuda! —Grito y acto seguido veo como varias enfermeras y doctores se voltean al escucharme. La chica aún inconsciente sobre mí.

Luego de algunos segundos noto como algunas de las enfermeras y doctores reaccionan y corren hacia nosotros inmediatamente.

—¿Qué le pasó? —Una doctora me señala una camilla que estaba vacía en una esquina para que colocara a Ebba. Yo le obedezco, me acerco y la coloco delicadamente sobre ella.

—Creo que a sido envenenada. —Mi voz entrecortada. Observo como la doctora rápidamente comienza a mirarla. Alrededor de tres enfermeras ayudándole y rodeando aquella camilla.

—Hay que hacerle un lavado de estómago de inmediato. —Las enfermeras comienzan a empujar la camilla hacia un pasillo largo.

La doctora y yo tras de ellas.

—Ella está embarazada. —Digo y la mujer se detiene rápidamente a mi lado, mirándome a los ojos por algunos segundos. Veo como ésta me asiente.

—Usted quédese aquí. Nosotros haremos todo lo posible. —Me señala con su dedo índice para después correr tras la camilla y perderse en la distancia junto con las enfermeras.

Yo pego mi espalda de la pared tras de mí entretanto subo mis manos hacia mi cabello y me deslizo lentamente hasta llegar al suelo.

Coloco los codos sobre mis rodillas, mis dedos halando de mi cabello.

La han envenenado con Microdona y yo no pude hacer nada.

Yo que juré protegerla... yo que prometí que nadie le haría daño en mi presencia, y al final, sí se lo habían hecho.

Vaya que dios de los océanos de pacotilla soy, que no tuvo el poder necesario para proteger a esa persona que tanto quiere con todo el corazón y al hijo que lleva en su vientre.

Si tan solo tuviera mi tridente... si tan solo lo tuviera fuera capaz de muchas cosas las cuales ahora mismo no lo era.

Sé que Zeuz no me lo devolvería. No luego de lo que pasó en la boda cuando se enteró que engañé a Megan, de que tuve sexo con una mortal y que la embaracé. Sé que simplemente no me lo devolverá.

Y a pesar de todo, respeto si es que esa es su decisión.

Yo fui el que aposté y perdí ese tridente en primer lugar. Yo fui quien fue irresponsable al apostar tan preciado objeto para mí.

Por lo que, por derecho, ahora le correspondía a Zeus tenerlo y hacer con el lo que le plazca. Aunque en realidad a éste no le sirviera de nada ya que cada herramienta específica de los dioses, como mi tridente o el rayo de Zeus, solo podían ser utilizados por el dios dueño de el... y por nadie más. Es por esto, que sé que Zeus solo me estaban castigando por haber sido irresponsable, y por esa misma razón no le juzgaba... en realidad en cierta forma me lo merecía.

Poseidón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora