Capítulo 13

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Parada a las afueras de la casa de Brandon, observo a Poseidón justo a mi lado. Su mano aún rozando la piel de mi espalda; mi respiración agitada, mi pulso elevado.

¿Qué era lo que acababa de ocurrir?

Mi mente aún trata de procesar todo aquello, lo sucedido.

—Vamos, te llevaré a tú casa. —Poseidón me mira con una bonita sonrisa en el rostro, yo trago hondo volteando a verle. —A menos que desees ir a otro lugar, si es así, también te puedo llevar. —Yo niego con la cabeza. Ambos comenzamos a caminar hacia un amplio terreno justo a las afueras de la casa de Brandon dónde los invitados habían aparcados sus autos.

—Casa estaría bien, gracias. —Digo un tanto apenada, bajando la mirada por momentos... evitando verle directamente a los ojos.

Una vez en el aparcadero, Poseidón se dirige hacia un auto deportivo color negro descapotable. Esté, desactiva la alarma con su llavero y procede a abrirme la puerta del pasajero.

—Adelante dama. —Dice con una bonita sonrisa en los labios. Su cabello aún mojado, sus ropas también.

Asintiendo, procedo a subirme tímidamente al auto del chico, el olor de su perfume impregnado en el interior del vehículo... impregnándose en mis fosas nasales.

Luego de subirme, Poseídon procede a encender el auto, el sonido que hacía el motor cuando este aceleraba hacia que la piel se me tornara de gallina. Poseidón arranca el auto.

El viento de la noche que le pegaba a mi rostro era frío, pero a su vez suave. Su va y ven me despeinaba el cabello haciendo que este hondeara hacia todas partes libremente, incluyendo mi rostro. La música que sonaba por la radio del vehículo de Poseidón era tenue, a penas imperceptible. Creo que podría ser algún tipo de Jazz, no lo sé, no conocía mucho de aquella música.

Observo con la esquina del ojo al chico que tengo a mi lado. Su cabello aún húmedo, sus ropas todavía mojadas y pegadas a su cuerpo no me dejaban demasiado a la imaginación ni tan solo una parte de su cuerpo. Trago hondo viéndole, contemplándole.

Ninguno de los dos habla, ninguno soltaba ni tan siquiera una sola palabra. El rostro de Poseidón es serio, su mano izquierda sujetando firmemente el volante del auto, la derecha reposando sobre su regazo. Noto una pequeña pulsera de cuero en la muñeca de su mano derecha, en ella una palabra grabada la cual no puedo llegar a leer muy bien.

Frunciendo mis ojos para tratar de ver mejor, intento observar el gravado que pone aquella pulsera, pero me resultaba imposible. La letra era demasiado pequeña y a su vez, juraría que no era español lo que ahí decía. De pronto, Poseidón voltea el rostro repentinamente y me observa fijamente a los ojos, yo me espanto un poco y trato de disimular mirando y jugando con los dedos de mis manos sobre mi regazo.

—¿Tú y ese tal Brandon son...? —Le interrumpo antes de que éste pueda terminar aquella horrible oración.

—¡No, Dios me libre! —Muevo la cabeza en negación hacia ambos lados. Poseidón sonríe ante mi reacción.

Ambos volvemos a quedarnos callados, solo la leve música que salía por la radio y el fuerte sonido del motor del auto era lo que podías escuchar.

—Gracias por ayudarme allá. —Digo mordiendo mi labio inferior levemente, nerviosa. Poseidón asiente.

—No fue nada, pensé que necesitabas ayuda. —Voltea el rostro hacia mí por algunos segundos y me sonríe. Yo hago lo mismo.

—¿Puedo preguntarte algo? —Paso mi mano por mi cabello tratando de peinarlo, aunque el viento por el auto descapotable lo volvía a enredar en tan solo un segundo.

Poseidón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora