Capítulo 32

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Perspectiva Poseidón

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Dos días después

Recostado en el sillón de la sala, escucho como Sebastián ve aquella serie en la televisión que tanto le gusta. Yo solo puedo pensar en Ebba y en qué estará haciendo en estos momentos.

—¿No necesitas ir a casa de Ebba para algo? —Pregunto, Sebastián solo niega con su cabeza mientras se echa otro bocado de nachos con queso a la boca. Sus ojos pegados a aquel televisor.

—No, ya te he dicho que la llames. —Responde con la boca llena.

—¿Y si piensa que le estoy hostigando? No quiero que se canse de mí. —Recuesto mi cabeza en el espaldar del asiento, el celular sobre mi muslo derecho.

—No pensará eso, te lo aseguro. De seguro estará esperando que la llames. —Sebastián pone en pausa aquella serie y se voltea verme.

—Ya han pasado 6 horas con 5 minutos y 23 segundos desde la última vez que hablé con ella. — Hablo mientras solo miro el techo de la habitación.

—De verdad que estás mal de la cabeza. —Le miro y veo como niega. —Solo llámala y ya.

—¿Y desde cuando estás tú a favor de lo mío y de Ebba? —Frunzo el ceño. Noto como se encoge de hombros.

—Desde que me cae bien. —Sonríe para luego volver a ver su serie y comer aquellos nachos.

De pronto, escucho como el timbre de la puerta principal suena. El chico y yo rápidamente nos miramos mutuamente.

—¿Esperas visitas? —Le señalo, él niega.

—No, ¿y tu? —Muevo de lado a lado la cabeza. —Iré a ver de quién se trata. —Se para del suelo y va hacia la puerta lamiéndose los dedos cubiertos de queso. Yo solo me quedo expectante de ver quién será tan tarde. Ya eran casi las ocho de la noche.

Luego de algunos segundos contemplo de quién se trataba.

—¡Hola amor! —Megan aparece en la escena. Llevaba un bolso color negro en su mano izquierda, su celular en la otra. Un vestido verde hasta la rodilla le hacía juego con aquellos tacones altos que llevaba.

Noto como Sebastián comienza a hacerle caras por la espalda.

—Hola Megan. —Contesto frío.

—Ya casi está todo listo, ¿no es magnífico? —Se sienta a mi lado en el sillón.

—Estaré en mi habitación Poseidón, por si me necesitas. —Sebastián recoge sus nachos, apaga la televisión y se marcha. Yo solo quiero matarle por dejarme solo con ella.

—Quiero contarte todo lo que he comprado. Los humanos definitivamente tienen las mejores cosas para las fiestas. —Coloca su mano sobre mi muslo y yo me tenso. No quería que me tocase, tan siquiera que me mirase.

—Suena increíble. —Asiento haciéndole poco caso.

—También ya estoy preparando todo para la luna de miel. Será estupenda. —Se me acerca y me besa la mejilla. —Mira, te mostraré las fotos de los vestidos de novia que me probé hoy, para que me digas cuál te gusta más. —Toma su teléfono celular y comienza a mostrarme no se cuantas fotos de ella modelando vestidos. Yo solo miro y asiento.

Poseidón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora