La conversación comenzaba a aburrirme y yo me había quedado con las ganas de que me dijera a quién pertenecía su lealtad.
-A ti, my lady respondió sin dudarlo. Al principio creí que se estaba burlando de mí pero un simple vistazo a su cara me confirmó que lo decía en serio.
-¿Pero de qué hablas? No nos conocemos y no tengo muchos fans... Mi mente no lograba formar ninguna hipótesis; yo mataba, los humanos sentían por mí terror y odio no fidelidad.
-Perdonaste la vida de un antepasado mío, uno muy lejano. Comprendo que con lo larga que es tu existencia no sabrás a qué humano me refiero.
Tenía razón, no tenía ni idea de qué humano hablaba pero no por lo que él pensaba: en mi vida pocas veces había perdonado vidas en vez de robarlas.
-Espero que si te digo la batalla de los Meriales te dé una pista, exclamó con una sonrisa.
Recordaba perfectamente esa batalla porque un imbécil había intentado matarme y lo peor es que no me di cuenta de lo absorta que estaba contemplando a otro... Mis ojos se iluminaron en señal de comprehensión, el mortal al que se refería debía ser aquel. Recordé la atmósfera de malos sentimientos en aquella batalla y, en medio de aquella escabechina, un alma pura me llamó la atención. Seguí el rastro hacia ella como las moscas van tras la miel y atisbé el cuerpo que resguardaba aquel alma.
Era un hombre alto y fuerte que parecía fuera de lugar en aquel escenario de muerte. Como si sintiese mi mirada en el cogote miró en mi dirección pero corrí hacia donde un soldado había extraído su espada en un descuido del demonio al que arrinconaba. Me libré del mortal y el demonio me sonrió agradecido.
No pude evitar volver a por el humano de antes pero una espada me perforó la túnica.
Maté con fastidio al que me había interrumpido y me apresuré a encontrarle. En esta ocasión, si que me había visto. Inspeccioné sus ojos en busca de signos de miedo, repulsión u odio pero él simplemente me contemplaba fascinado y algo asustado.
Me permití volver a sentir la pureza de su alma y al ver como su nerviosismo incrementaba al mirar su alma, le dediqué una sonrisa enseñándole los colmillos, divertida.
Por supuesto que no le haría daño, su alma era buena y yo no mataba inocentes.
Pronto terminó la lucha ya que los pocos que seguían en pie se rindieron. Yo sabía perfectamente que él no estaba muerto, me había asegurado de que no fuese así.
Tocaba decidir si vivían y Marcus, un arrogante demonio de apenas dos siglos de edad se cuadró y dijo: -No hay perdón para los rebeldes, los alborotadores de la paz. Os condeno a todos a muerte.
Les colocó en fila arrodillados. El hombre no paraba de mirarme suplicándome piedad. Yo por mi parte, creí conveniente intervenir.
-¿Quién te ha dado autoridad para decidir nada, Marcus? siseé con una furia silenciosa.
Él por su parte se puso lívido-Lo sisiento, ancestral, yo creí que estos sucios mortales no merecían...
-No creas tanto y aprende que aquí soy yo la que toma las decisiones de todo. Me debes un respeto y te aseguro que lo puedo conseguir de forma menos agradable, espeté agarrándole con brusquedad de la barbilla con mis uñas filosas bien clavadas en su piel.
Asintió sumiso y le solté.
-Entre los allí presentes solo pude notar dos almas limpias. Qué decadencia.
Les libere a ambos con un gesto. El hombre cuya alma no era pura se fue, pero el otro me miró con un sentimiento extraño en la mirada:-gracias. Te devolveré el favor algún día.
-Así que tú eres el favor eh, susurré más para mi misma. Él asintió y con gran calidez añadió:-gracias a ti no solo vivo yo, sino también mi familia. Estaré siempre en deuda contigo y seré tu más fiel servidor hasta el día en que me muera.
-¿Me harías cualquier favor, por grande que fuese? sonreí, pensando que mi plan sería más fácil de lo que pensaba.
-Lo que desees, respondió muy serio llevándose la mano al pecho en forma de promesa.
-Bien, quiero que me lleves a palacio fingiendo que soy pariente tuyo. Llévame y seré el caballo de Troya.
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Ojos de sangre
FantasyVaya a donde vaya, siempre dejo una estela de muerte, dolor y destrucción a mi paso. ¿Por qué? Porque soy un demonio vengador. He recibido multitud de nombres a lo largo de mi existencia: ladrona de vidas, viuda negra, hija de la muerte, y por el qu...