-Una vez alguien me dijo que los príncipes solo aman el trono en el que sientan y la corona que llevan puesta, añadí.
Sonreí melancólicamente recordando a Fleur. La conocí en una de mis misiones, 230 años atrás.La sabiduría que demostraba,sus frases filosóficas tan ciertas y su visión del mundo como uno de sus poemas, profundos y tan tristemente bellos, me fascinaron desde el principio.No era una amiga, pero sí una interesante compañía que me aportó mucho.Una de las poetisas y filósofas más importantes de su época, para mí la mejor sin duda, consiguió que sus palabras perduraran en mi mente.
Cuando me giré, vi a todas contemplándome pálidas,en especial a Vera.
-Lady Naya ¿popodemos hacer algo por usted? inquirieron temblorosas. Fruncí el ceño, odiaba tener que usar ese nombre, aunque realmente fuera casi como un diminutivo de mi verdadero nombre.
Retrocedieron asustadas, al confundir mi molestia por mi nuevo nombre como un signo de que me habían enfadado. Resoplé, desesperada. ¿Por qué me temen?. No soy un monstruo. Bueno, los humanos siempre han dicho que sí lo soy, pero estoy segura que solo lo creen por el simple hecho de matar a gente de vez en cuando.
Me apresuré a tranquilizarlas: chicas no pasa nada, estaba escuchando vuestra conversación...no quise asustaros. Avancé unos pasos hasta situarme frente a ellas:-si os importuna que esté, por favor decídmelo. Ya sé que me estoy entrometien... -No no no, exclamaron con vehemencia. -No sois ninguna molestia, únicamente nos sorprende su enorme amabilidad como para querer gozar de nuestra presencia, susurró Karina tras hacer una ligera reverencia.
No pude evitar soltar una gran risotada, no solo porque aquel espectáculo era increíblemente gracioso sino también ridículo -¿En serio? ¿Tenéis que hacerles así la pelota a las lagartas de las nobles esas? Ellas me miraron con los ojos bien abiertos y se dirigían significativas miradas cautelosas entre ellas. Me llevé las manos a la cabeza y suspiré con fuerza. Esto iba a ser muy duro, pues sabía que se esperaba el mismo trato de mí hacia aquellos opulentos lores.
-¿Estáis aquí para ayudarme, correcto? asintieron sin la menor señal de vacilación.
-¿Y cumpliréis mis normas? otro cabeceo general lo confirmó.
-vale, primera norma y seguro la más difícil: no me temáis. No os haré nada. Que sea un demonio no significa que sea una arpía. ¿Entendido? asintieron, visiblemente aliviadas. Segunda norma: cuando esté rodeada de damas chillonas y hombres pedantes comportaos como indique el protocolo pero en privado no necesito que me digáis lo maravillosa e importante que soy. Quiero que os encontréis cómodas para que esto se nos haga más llevadero. Por ejemplo, no quiero que Vera se sienta incómoda a causa de que la haya oído hablar de su querido principito. Seguramente me venga bien tu relación con él, Vera.
Me acerqué a ella hasta que mi boca rozó su oreja. -Quiero que seas mi espía. Quiero que me cuentes todos y cada uno de sus movimientos, palabras... Si un día está molesto, dímelo. Si está feliz, también. Cuéntame todo lo que sepas, por insignificante que parezca. Sonsácale información. Eso sí, no hace falta que me cuentes nada que sea...íntimo, añadí con una sonrisa maliciosa para quitar seriedad a mi petición.
Si mientras me escuchaba su rostro era serio y poco expresivo ahora estaba de un rojo encendido. -Sin intención de molestarla Lady Naya... Fruncí ligeramente la boca pero enseguida volví a sonreír, disimulando mi frustración; siempre que alguien dice eso lo hace con la intención de molestar.
-Llámame Nayisahreb, por favor.
-Si me lo permite, preferiría Lady Naya, para evitar posibles equívocos en público. Prometo hacer todo lo posible, pero lamento avisarle de que será inútil; el príncipe y yo no somos más cercanos de lo que lo es con cualquiera aparte de...alguna vez que repara en mí y no para hablar precisamente. Siento no ser de mucha ayuda aunque mi lady, fingirá ser hija de lord Marlon, por lo que es cuestión de tiempo que se relacione con ellos, y con suerte si le cae bien a su majestad, puede que la invite a alguna velada nocturna de su círculo más cercano. Es en esas veladas donde puede obtener la información y las amistades necesarias, mi lady, no de una mera doncella.
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Ojos de sangre
FantasiVaya a donde vaya, siempre dejo una estela de muerte, dolor y destrucción a mi paso. ¿Por qué? Porque soy un demonio vengador. He recibido multitud de nombres a lo largo de mi existencia: ladrona de vidas, viuda negra, hija de la muerte, y por el qu...