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Armin

Dos rayas.

Dos malditas rayas rojas descansaban ahí, brillando bajo la tenue luz del baño. Hange me miraba intentando esconder su mueca decepcionada al saber que no estaba embarazado. O eso era lo que ella creía, ya que las dos rayas que estaban fuertemente marcadas decían totalmente lo contrario.

Me hubiese gustado decir que sentí el miedo recorrer por mis venas o que sentí mis ojos aguarse, pero pasó todo lo contrario. Sonreí abiertamente al saber que, efectivamente, estaba embarazado.

—Hange —susurré suavemente sin apartar la mirada de aquel aparato. Ella me miró de inmediato con media sonrisa falsa plasmada en su rostro—Hange —repetí con una enorme sonrisa tiñendo mis facciones.

—¡¿Qué?! —gritó curiosa la castaña.

—¡Hange! ¡Hay dos rayas! ¡Estoy embarazado!

Hange me arrebató el aparato de mis manos y lo acercó muchísimo a su ojo. Lo abrió como un plato y me observó.

—¡Estás embarazado!

—¡Estoy embarazado!

—¡Tengo que ir al oculista para graduar mis gafas!

—¡Tienes que ir al oculista para graduar tus gafas!

Los dos reímos eufóricos, pero las risas y los abrazos cesaron cuando escuchamos la puerta principal siendo abierta y cerrada. Mis tíos no volvían hasta el lunes, ya que se habían ido o pasar un fin de semana de paz y tranquilidad, por lo que solo quedaban dos opciones: Eren acababa de llegar o nos estaban robando. Me aferré a la primera y dejé de abrazar a la castaña. Salí disparado hacia el salón, escondiendo en el bolsillo de mi pantalón la prueba de embarazo (Supuse que Hange me había cambiado de ropa). Con la felicidad del momento se me había olvidado la parte más difícil de todo esto: comunicarle al moreno que estaba embarazado de su futuro bebé.

—Puto caracaballo...—Escuché a Eren farfullar malhumorado mientras dejaba las llaves de casa en el platillo de la entrada.

Repasé su figura por completo, buscando cualquier indicio de pelea, pero su rostro estaba tan perfecto como siempre sin un solo rasguño, sus nudillos no sangraban y su ropa estaba bien colocada. Se giró suspirando y nuestros ojos chocaron. Fueron solo unos segundos lo que necesité para salir corriendo hacia él y abalanzarme, haciendo que me atrapara justo a tiempo mientras intentaba volver a estabilizar su cuerpo. Toda la tensión y los nervios que estaba sintiendo en ese momento se esfumaron cuando Eren unió nuestros labios en un cariñoso beso que hizo que las mariposas resurgieran en mi interior y que una corriente eléctrica erizara todos los bellos de mi nuca y brazos.  Sus labios eran suaves y estaban húmedos, amasaban a los míos con lentitud mientras que yo acariciaba sus pómulos distraídamente. Sentí su lengua pedir permiso para adentrarse en mi boca y yo, con el corazón latiéndome fuertemente en la garganta, entreabrí mis labios, permitiendo que Eren pasara su húmedo músculo por los interiores de mi cavidad bucal. Incliné mi rostro para más comodidad y sentí las manos de mi amado acariciando lentamente mis glúteos.

Nos separamos para agarrar aire y no pude evitar fijarme en los rojos e hinchados que había dejado los labios del moreno.

—Siento no haberte contado lo de Jean. Pensaba que él no se percataría de quién era yo. No quería destruir una amistad. Lo siento mucho 'Ren —murmuré sobre sus labios, sintiendo mis ojos aguarse, creando una cortina de agua salada que hizo que lo viera todo borroso.

—No pasa nada, Armin. Yo siento haberte gritado —Yo negué con la cabeza, despeinando mis locos cabellos, y besé los húmedos labios de mi amado. Fue un beso corto, pero lleno de amor.

Lo prohibido || Eremin ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora