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Armin

—Cierra el ojo, Armin—suspiró cansada Sasha. Era la tercera vez que me lo pedía y podía sentir como su paciencia se iba consumiendo lentamente.

Yo negué frenéticamente con la cabeza, sintiendo el miedo correr por mis venas.

—¡Y si me entra en el ojo y me quedo ciego o algo! ¡Es peligroso!—exclamé con angustia.

Sasha me miró con una mueca molesta y volvió a suspirar con pesadez.

—Armin es un eyeliner, está hecho específicamente para que no te quedes ciego—me explicó la castaña con el ceño fruncido y acercando de nuevo aquel objeto a mi ojo derecho—Cierra el ojo, Armin, por favor—Dudé unos segundos antes de asentir y cerrar con miedo mi ojo. Lo hacía por Eren. Me repetí unas diez veces esa misma frase para reconfortarme a mí mismo.

Sentí como algo fresco se paseaba con lentitud por la parte baja de mi párpado y me puse un poco nervioso. Sasha se apartó y observé con mi otro ojo como se inclinaba para agarrar un pequeño espejo que traía con ella en su enorme bolso negro. Ese bolso era uno de sus favoritos ya que era tan grande que de se podía meter muchísima comida para entrar al cine o a cualquier lugar.

Me tendió el objeto y lo agarré entre mis dedos, sintiendo el fresco metal enfriar mis cálidos dedos. Abrí el aparatito y me vi reflejado en él. En la parte baja de mi párpado había dibujado una línea negra no muy larga. Contrastaba con mi pálida piel y, no iba a mentir, me quedaba muy bien. Abrí el ojo para observar como se vería con este abierto y quedaba muy lindo. Sasha pareció leer mis pensamientos porque sonrió triunfante y se acercó hacia a a mí de nuevo para dibujar una línea igual pero en mi otro párpado.

Cuando la castaña terminó de hacer mi maquillaje, que consistía en un no muy pronunciado eyeliner, un poco de polvos rosados, para darle un poco de color a mi piel, y un brillo de labios, comenzó a cepillarme con el cepillo mi cabello. Agarró un grueso mechón de pelos dorados de la parte de la derecha me mi cabeza y comenzó a trenzarlo. Proporcionó algunos fuertes tirones de los que me quejé en voz baja mientras ella rodaba los ojos con exageración. Una vez terminó con ese mechón agarró otro de casi el mismo grosor pero de la otra parte. Comenzó a trenzarlo esta vez con un poco más de cuidado y, seguidamente, unió ambas trenzas en la parte trasera de mi cabeza, dejando los pelos de atrás sueltos y algunos pequeños cabellos resbalando con naturalidad por mi frente.

Sasha también me había elegido la ropa que iba a utilizar. Mi conjunto consistía en unos pantalones negros apretados con una camisa blanca y, por encima, un chaleco sin mangas azul cielo. Las mangas de la camisa las llevaba remangadas porque me quedaba un poco grande y, tanto la prenda blanca como la azul que iba por encima, las llevaba metidas por la parte delantera del pantalón. Solo un trocito de ambas prendas para que se viera un poco el la parte dorada del cinturón que había elegido para ponerme. El cinturón era lo único que había elegido yo. Los zapatos que llevaba eran unos botines con la suela de plataforma, blancos.

Estaba tan nervioso. Llevaba desde que Eren me invitó al baile de navidad preguntándome si era una cita o no. Sasha, Connie, Berthold, Annie y Reiner estuvieron de acuerdo en que esto era una cita, pero yo no estaba tan seguro de ello.

Cuando Sasha estaba comenzando a guardarlo todo en su enorme bolso negro pude escuchar como llamaban a la puerta repetitivamente. Supe al instante quién era, ya que Eren era la única persona que llamaba a la puerta con la mano y no con el timbre.

Sasha me miró con una sonrisa traviesa y me agarro del antebrazo con fuerza , pero sin hacerme daño. Bajó las escaleras corriendo mientras tiraba de mí. Ni siquiera me dio tiempo a quejarme cuando la de ojos color ámbar ya estaba abriendo la puerta de par en par.

Lo prohibido || Eremin ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora