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ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENAS DE CONTENIDO SEXUAL EXPLÍCITAS. LEER BAJO VUESTRA RESPONSABILIDAD.

Eren

Llamé a la puerta un par de veces con los nudillos, pero, al no recibir respuesta, decidí girar directamente el pomo de la puerta para entrar al cuarto de baño.

—Armin creo que... —comencé a hablar, pero todas las palabras se atascaron en mi garganta al escanear al hermosos muchacho que tenía enfrente.

Se había girado exaltado, con las mejillas rojas y los puños apretados por la vergüenza. 

—¡Eren!—chilló con sobresalto, tapándose la cara con las manos.

Armin llevaba puesto un hermoso hermoso vestido de maid. El negro resaltaba su lechosa tez y la parte baja, que era un poco pomposa, del vestido, creaba unas sombras oscuras. Era blanco y negro y, apretando sus piernas hasta llegar a la parte baja de sus muslos, descansaban unos largos calcetines blancos con un lazo negro al final, haciendo juego con la parte del mismo color que el accesorio. Se había trenzado el cabello y había unido las finas trenzas a la parte trasera de sus cabeza, dejando algunos dorados cabellos libres y un poco de flequillo derramado por su frente. Antes de que se tapara el rostro pude visualizar un poco de gloss en sus labios, haciendo que brillaran bajo la iluminación del lugar, y un poco de polvos para colorear sus pálidos pómulos.

Un pinchazo se instaló en mi zona íntima y, cuando menos me lo esperé, ya tenía bajo los pantalones una dolorosa erección.

Solamente por ver sus destapados muslos, levemente sobresalientes por los calcetines que apretaban, y brillantes por la luz pegando en su piel, me daban ganas de chuparlos y morderlos de forma brusca.

—¿Qué...? —comencé, pero fui cortado por Armin juntando incluso más sus piernas, restregándolas, y moviendo sus manos vigorosamente de un lado para otro con nerviosismo.

—¡Ahh! Esto no es lo que parece. Bueno, sí es lo que parece, pero...¡Se suponía que no tendría que ser así! Ay, Dios ¡Era una sorpresa! ¡Te vi un poco apagado y pensé en animarte un poco! —Habló tan rápido que tuve que pararme un segundo a  analizar todas las frases. Sus mejillas estaban coloreadas de un fuerte carmesí y sus labios, gruesos y redondos, eran todo los que mis ojos no podían parar de mirar mientras el pequeño rubio parloteaba.

Le observé en silencio, embriagándome de la imagen que me estaba proporcionando y grabándola en mi retina para siempre.

—¿Y qué más tenías pensado para la sorpresa? —dije yo coqueto, mordiendo mi labio inferior la ver como  al Armin haberse inclinado un poco al hablar, el escote del vestido se había destapado un poco. Por unos segundos pude ver sus rosados pezones que clamaban atención

El rubio aparto la visto muy avergonzado.

—He estado viendo algunos vídeos para aprender a... —farfulló. Dejó la frase a medias pero hizo un gesto con las manos. Se señaló la boca con algo de timidez.

Mis ojos se abrieron y mi pene se retorció en mis pantalones.

—¿A qué? —pregunté yo en un jadeo, acercándome peligrosamente a él. 

Armin se coloreó el doble y volvió a juntar sus muslos con inocencia e inquietud.

—Ya sabes...para aprender a... —repitió súper bajito, apretando los puños al lado de sus caderas.

Me aproximé a aquel chico con cautela, apartando algunos cabellos de su rostro y poniéndolos detrás se su rosada oreja. Mis labios chocaron son su ardiente lóbulo y suspiré al reconocer su aroma a vainilla. Sentí como se ruborizaba y se agarró a mi camiseta con fuerza.

Lo prohibido || Eremin ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora