POV Gabriel.
—¿Dónde guardan los trapeadores en esta casa?—preguntó Mike, mientras registraba en la cocina por algo con lo que secar el piso donde se rompió una botella de bebida.
—Creo que el personal de limpieza lo colocó en el garaje.
—Iré por ellos—Mike abrió la puerta del garaje y regresó en pocos segundos.
—No hay nada, dame servilletas—pidió.
—Coño, pero es que ni buscaste—le reclamó Hayden y sin esperar respuesta fue al garaje.
—Limpia con servilletas—dijo apenas regresó y comenzó a ayudar a Mike a secar todo el desastre con los diminutos pedazos de papel.
—¡Gastaran todas las servilletas!. Allá debe estar el trapeador, pagué una pequeña fortuna en productos de limpieza así que debe haber uno...
—¡No!—gritaron Mike y Hayden al unísono cuando mi papá se dirigió al garaje para buscar el trapeador.
—No había—anunció y tomó servilletas para lanzarse al piso junto con sus amigos a limpiar el desorden.
Cuando se dieron cuenta que la misión era imposible con las servilletas que tenían tomaron los trapos de la cocina.
—Amelia los va a matar, adora esos trapos—les avisé pero ninguno dio señales de escucharme.
Entonces me acordé que en el garaje habían unas toallas viejas, con las cuales secábamos la camioneta las pocas veces que la lavamos en la casa. Servirian para lo que ellos querían hacer y definitivamente Amelia no se lamentaría por esos paños de cocina. Vi el reloj y me di cuenta que ya deberían estar por llegar, asi que era mejor apresurarnos. Rámses me avisó en cuanto salieron del hospital.
Los abuelos de Amelia estaban en la sala sentados viendo la televisión, les sonreí al pasar y abrí la puerta del garaje.
Rámses tenía a Amelia arrinconada contra la pared, con una mano la sujetaba, por la espalda, la otra a juzgar por sus movimientos, estaba perdida dentro de ella.
El rostro de Amelia estaba enterrado en su cuello y por la cara contorsionada de mi hermano, ella también tenía su mano ocupada. Las respiraciones aceleradas de ambos inundaban todo el lugar, fue cuando mi hermano le pidió que fuese más rápido que desperté del shock donde estaba y me apresuré a regresar a la casa.
Entré a la cocina y desde el suelo me vieron mis papás.
Mike me tendió uno de los paños de la cocina para que lo ayudase. Ya entendía lo que les había pasado a ellos.
Trauma.
Shock.
Tragué seco tratando de borrar la imagen de mi cabeza. Acababa de ver a mi hermano y a mi cuñada... no estaba seguro de que sentir al respecto. Mi parte biológica lo consiguió sexy, mi parte sensata estaba traumatizada. Era como si hubiese conseguido a alguno de mis papás teniendo sexo, de hecho, hasta peor. Era Amelia, alguien que me inspiraba ternura e ingenuidad... y estaba retorciéndose, ella estaba...
Ay Dios...
Trauma. Trauma. Trauma.
—¿Por qué no me dijeron?.
—Eso nunca pasó—habló mi papá mientras exprimía el paño y se lo pasaba otra vez a Mike para continuar con la limpieza.
—Pero...
—Nunca pasó Gabriel. No vimos nada—insistió Hayden.
—¿Lo ignorarán?. Yo no puedo.
—No sé de qué hablas. No vimos nada. No sabíamos dónde estaba el trapeador, nadie lo fue a buscar al garaje—explicó Mike.
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No Juzgues La Portada. Ahora contada por ellos 2
Novela JuvenilAmelia contó su historia, pero es hora de que conozcamos el punto de vista del resto de los personajes. ¿Qué sintió Rámses? ¿Qué pensó Fernando? ¿Qué pasaba dentro del corazón de Gabriel?. ¿Como llevan los papás la paternidad?. Conoceremos la visión...