Monotonía y mejorando

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Mis días empezaron a volverse monótonos. Despertaba, me bañaba, me maquillaba y cada dos días me depilaba todo el cuerpo, ya que había olvidado ese requisito.

También cumplí algunos en la semana. ¡Cada día estoy más cerca de librarme de esto!

Por las mañanas, usaba cualquier falda y blusa que me encontrara, aunque mamá siempre dice que tengo que esforzarme un poco más. Ayudaba a mamá en lo que me pedía, me enseñó a cocinar, a recogerme un cabello, y uno que otro detalle. Nunca la había visto tan feliz, así que... es mejor tenerla contenta. A mi tampoco me hace mal tener un tiempo madre-hija.

Por las tardes, vestía mi uniforme escolar, retoque de maquillaje y algo de perfume. Empecé a prestar más atención en las clases y a tratar de que no me retaran por algo. Todos los días llevaba el cabello recogido y Anaís siempre me molestaba que me veía mejor con el cabello suelto. No lo sé, no quiero problemas con ese profesor.

Pasaba el recreo con ella y Adriana, que se habían convertido en mis mejores amigas. Siempre era placentero relajarse de las clases y reír con sus ocurrencias.

Por otro lado, no faltaba la ocasión en la que Camilo se acercara a hablarme. Intercambiábamos algunas palabras, pero solo eso. La conversación no fluía y eso era obvio para ambos.

Ocasionalmente saludaba a Daniela, compartíamos algunas palabras y eso me hace sentir bien, no todo está perdido.

Por las noches me vestía igual que en la mañana, y para dormir me colocaba el suave camisón de seda.

Si teníamos que salir, optaba la mayoría del tiempo por un vestido, porque, según mamá, me veía hermosa. Nunca le creí, y de hecho, escuchar eso me incomodaba, pero es mejor no tener problemas con ella.

El fin de semana solo me vestía con una falda, alguna playera y mis tenis, pero si mi madre quería ir a la plaza me tenía que poner sí o sí un vestido. Aproveché esos días para pedirle a mis primas que me enseñaran a equilibrarme mejor en tacones, puesto que volver a usar esos zapatos me tuvo pensando toda la semana.

Con Jeremy trataba de entablar una conversación cada vez que podía. A veces lo único que se me ocurría era hablar de mis atuendos y cómo iba experimentando cada vez con distintos estilos, aunque casi siempre me ponía lo primero que encontraba. Al inicio me pareció que le incomodaba, aunque sin malicia, y realmente se esforzaba en entender por lo que pasaba. Para ser justa, yo tampoco sé que bicho me picó.

Con el tiempo, se volvió más normal la conversación sobre dicho tema entre hermanos, aunque seguía sin poder hablar de esto con cualquiera que no fuese él y... nadie más, ni siquiera mamá.

Papá pasaba más tiempo en casa de lo usual, pero siempre era difícil conversar con él. Siempre me miraba con sus ojos de... desaprobación, aunque realmente se esforzaba en comprender mi situación. ¡Dios! ¡No puede ser tan difícil hablar con papá!

Lo que me reconforta es que solo faltan 3 semanas de esto y todo volverá a la normalidad...

Mamá: Hey, Erika - Chasqueando los dedos - Despierta, ve a cambiarte o llegarás tarde. Tu papá te llevará esta vez.

Erika: Ah, s-sí, voy - Recobrando la postura

Rayos, ¡odio los lunes!

¿Erick o Erika?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora