Erika parpadeó dos veces y volvió al mundo real. Su mente se encontraba analizando los eventos de los últimos días. Una sensación de claridad empezó a llenar su mente mientras miraba el mundo que la rodea.
Se tocó el rostro, sintiendo la suavidad del maquillaje en su piel. Su cabello cae en cascada sobre sus hombros, recordándole la transformación que ha estado viviendo en los últimos días. Entonces, la realización la golpea con fuerza. Nada parece haber cambiado, y, de hecho, nada lo hizo.
Nada excepto ella.
Miro alrededor y sus ojos se concentraron en un zapato en medio de la habitación, nada especial, pero la dejó pensando por un momento. Se quedó así por unos instantes hasta que los gritos de su madre la despertaron.
- ¡Hija, ven, ya llegó!
"¡Ah, cierto!", dijo justo antes de mirarse al espejo y dar una cálida sonrisa. Erika sonríe con satisfacción mientras la luz del atardecer ilumina su rostro, realzando los rasgos suaves y femeninos que ha estado descubriendo.
Inconscientemente pasaba sus manos por su cuerpo y notaba las diferencias que hace mucho no le hubieran gustado: su abdomen, sus caderas y sus piernas.
Se sentía muy femenina, muy Erika, y eso le encantaba. Sus labios se curvan en una sonrisa juguetona mientras continúa explorando esta nueva identidad que ha surgido.
"¿Qué es eso, mamá?", recordó la pregunta que le hizo en aquella tienda de nombre extraño. Su mamá no respondió, pero compró la prenda. Ella no dijo nada, solo la colocó en una bolsa, esperando que Erika sepa qué hacer con ella.
"¡Me queda genial!, pero no recuerdo habérmela puesto", comentó para sí misma mientras daba vueltas en el espejo, fascinada por la silueta de reloj de arena que le dejaba aquel precioso corsé. "Tendré que acostumbrarme a esto."
La diadema de orejas de gato fue idea de su mamá, pero Erika se enamoró a primera vista de ellas, pero no lo sabía entonces. Le daba un toque infantil a su apariencia, pero no le molestaba en lo absoluto, realmente le gustaba como le quedaban, aun que temía de la reacción de su acompañante.
Pensar en ello la despertó de su trance de nuevo.
Salió de su habitación y sintió como si estuviera bajando escalones, cada paso que daba se sentía más libre, más suelta, más Erika. Se queda quieta por un momento, dejando que la epifanía se asiente. Erika comprendió que ha estado viviendo una doble vida que ha perjudicado su salud mental, llevándola a donde está.
Pero cuando lo piensa, no se arrepiente de nada. Siente una mezcla de emociones: asombro, confusión, un poco de tristeza y, sobre todo, alegría.
Va y se detiene a la mitad del pasillo, y ve a lo lejos. Allí está aquel chico, esperándola. Su corazón comienza a latir más rápido mientras se acerca.
Sus ojos se encuentran, y Erika siente una oleada de mariposas en su estómago. La mirada entre ellos se prolonga por un momento, y Erika siente cómo su confianza crece ante la atención genuina de Camilo.
Erika se da cuenta de que las emociones que experimenta en presencia de Camilo son diferentes a cualquier cosa que haya sentido desde que su cambio inició. Siente una conexión especial y una atracción inexplicable que la hace dudar de sí misma.
Sin duda, esta será una velada interesante.
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¿Erick o Erika?
Teen FictionErick es un chico un tanto... problemático. Para variar, esta vez ha sido castigado de una manera diferente. ¿Cómo? Será obligado a vestirse de chica, descubriendo eventualmente una nueva perspectiva del mundo que le rodea, dudando de si mismo, dud...