Capítulo XVI "Una decisión muy dolorosa"

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"LEPROSARIO DE SAN LÁZARO DÍAS ANTES"

La luz de los primeros rayos solares se colaron por los vitrales de la capilla, esa mañana el santo lugar se sentía y mostraba mas frío que de costumbre, sus dedos se sentían rígidos y el hielo mañanero se colaba a su cuerpo gracias a las horas que había permanecido de rodillas frente al altar.

Fausto se encontraba en vela desde hace mucho, llevaba ya más de una semana con aquella rutina, una hora del sueño al día era lo único que le mantenía cuerdo durante su jornada y la verdad el único lugar que le regalaba paz era aquel, llevaba rezando y rogando por una respuesta desde hace tiempo, mas Dios se mantenía silencioso en su presencia. Esa mañana como las anteriores se apoderaba de el un nerviosismo incontrolable, un malestar que picaba en la boca de su estomago y formaba nudos en su garganta.

Aquel malestar solo tenia un nombre, pero se negaba siquiera a pensarlo por temor a su propia conciencia.

Elijah.

— ¿Mi lord?

Su corazón se detuvo por un segundo, esa voz la conocía perfectamente, el motivo de su desvelo, de su desgracia y anhelo, aparecía en ese lugar, ahí, donde se consideraba a salvo y seguro.

era una prueba sumamente dura.

— ¿Que haces despierto? aun ni las campanas han sonado, y aun así deberían estar ayudándote con esa pierna, ya no estas en el castillo, pero eso no significa que debas sentirte descuidado —le recrimino con exasperación, socorriendo a la jovencita quien se afirmaba a duras penas de una muleta improvisada — ¿No quieres volver a tus labores es eso?

— No lo diga ni de broma maestro — Exclamo con notorio enfado, recibiendo de mala gana la fortaleza que este le entregaba.

— Pues se mas cuidadoso — dijo de mala gana, acomodándola en una de las bancas con sumo cuidado, sintiendo repentinamente el impulso de sonreir, el cual intento ocultar sin mayor exito.

— No es malo sonreír de vez en cuando ¿sabe? contenerse es innecesario, menos frente a mi, Dios lo entenderá.

— No es nada, solo me pareció...nostálgico que te refieras a mi como maestro, no lo haces hace mucho. — Comentó con sutileza, mostrando algo de sentimiento en sus pupilas.

— No me había percatado. — hablo con suavidad, sus ojos parecían perdidos, como si no fuera consiente de donde estaba o que decía — El tiempo pasa muy rápido, siento que he envejecido más de veinte años en uno solo estando aquí.

— Ser un caballero es duro, la vida tranquila no la conseguirás aquí, pero eso ya lo sabes.

— Lo se, es solo que ...— Se detuvo, volviendo un poco en si ¿era correcto comentar tales cosas con su superior? Apretó sus labios pensativa, buscando quizás la mejor manera de comentar todo lo que su mente le agolpaba.

— ¿Es el tiempo lo que te tiene intranquilo? — Pregunto intentando suavizar la dificultad que el joven muchacho reflejaba en su persona.

— Ojala así fuera, pero no, al menos no por completo, y usted, ¿que le mantiene en vela durante tantos días? — Desvarío intentando desviar la posible seriedad que repentinamente les rodeaba — No es el primer amanecer que está capilla le regala ¿verdad?

— Eres astuto o quizás tienes demasiado tiempo para pensar y mirar — Exclamó en un suspiró, no le incomodaba el hecho de que supiera de sus actividades nocturnas, más si le provocaba cierta intranquilidad que lo hubiera averiguado, especialmente por qué fue muy cuidadoso.

Había logrado ponerlo algo nervioso.

— Pueden ser ambas — Sonrió orgullosa de su cometido. — ¿hay algo que perturba su consciencia?

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