Capítulo 5

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Aba

-Hoy aprenderéis a controlaros.-comenta la directora dando vueltas delante nuestra. Estamos nuevamente en el patio, como todos lo días (tenemos clase de defensa).

¿A controlarnos?. Ufff, hoy no estoy para hacer ejercicio. El día anterior cuando me fui a dormir sentí como si el cuerpo comenzara a pesarme y ahora está empeorando.

-Esto os vendrá bien.-continua diciendo mientras se para en seco delante mía y entrecierra los ojos-. Sobre todo a tí, Aba.

¿A mí?-quiero preguntar. Pero no me atrevo.

-Poneros cada uno en una esterilla.-continúa señalando las esterillas que se encuentran a nuestras espaldas esparcidas por el suelo. Cada uno nos dirigimos hacia una en silencio y nos colocamos encima de esta-. Ahora repetir conmigo los movimientos que os indique.

A continuación todos imitamos las posiciones de la directora lo mejor que podemos ,como ella nos va indicando. Está haciendo... ¿yoga?.

Después de unos minutos se para manteniéndose sentada en la esterilla y todos la imitamos.

-Ahora cerrar los ojos, coger aire por la nariz durante cuatro segundos, mantenerlo en los pulmones otros cuatro segundos, para seguidamente expulsarlo por la boca lentamente. Concentraros en vuestros cinco sentidos. En el tacto de vuestra piel, en los latidos del corazón, en los sonidos que os rodean... sentiros conectados con los elementos que os rodean.

Al cerrar los ojos me concentro tal y como nos ha indicado. Puedo escuchar el latir de mi corazón y el sonido que hace mi garganta al tragar saliva. No se el porque pero solo me concentro en eso. Suelto el aire que hace segundos estaba reteniendo y lo vuelvo a coger. Escucho como los latidos de mi corazón se van acelerando cuando tendrían que estar relajándose. Lo escucho muy fuerte, como si este estuviese en mi oído. Ahora escucho varias cosas a la vez. Mi corazón y el de mis compañeros bombeado sangre, el siseo del aire entrando y saliendo por sus fosas nasales. Escucho a los cocineros en la cocina y a los enfermeros preparando inyecciones. Me llevo las manos a los oídos. No puedo soportarlo, es demasiado.

Dé repente, noto que alguien me posa su mano en mi hombro.

-Respira. Tranquilízate.-me dice la directora. Su voz retumba en mis oídos-. Controla tu poder antes de que sea demasiado tarde. Te queda poco tiempo.

Ahogo un grito.

¿Antes de que sea demasiado tarde? ¿Me queda poco tiempo?

-Respira hondo.-me ordena. Yo intento seguir sus pasos. Cojo aire -.Retén ese aire en tus pulmones y expúlsalo lentamente.

Lo hago. Lo repito varias veces consiguiendo que los sonidos disminuyan.

-Eso es.-dice Diana a modo de aprobación. Abro los ojos. Me siento más cansada de lo normal, si antes me pesaba el cuerpo ahora siento que me voy a desplomar. Noto pequeños mareos que hacen que se me nuble la vista-. ¿Puedes ponerte de pie?

Lo intento. Al principio me cuesta pero luego no sé como, lo  consigo.

-Bien, ¿Alguien puede ayudarme a llevarla a la clínica?-pregunta. Segundos más tarde alguien me pasa un brazo por la espalda y me atrae hacia su cuerpo para estabilizarme. Abro lo ojos. No sé en qué momento los he cerrado pero mi cansancio va aumentando. Empezamos a andar hacia la clínica saliendo del patio. Mis piernas me fallan haciendo que dé un traspié y tenga que sujetar todo mi peso la persona que me esta ayudando a caminar. Me giro para ver quien es, pero enseguida me arrepiento en cuanto veo a Reyla. Me ha pasado un brazo por la cintura y al ver que por poco me caigo me ha apretado más hacia ella.

Sácame de aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora