Capítulo 10

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Dana

-Creo... creo que ya estamos suficientemente lejos.-dice Mateo entre jadeos apoyándose en sus rodillas por el cansancio al igual que los demás.

Mientras intento recuperar el aliento, todo lo que minutos antes hemos vivido me viene a la cabeza como un puñetazo de realidad. Me sobresalto al escuchar a alguien llorando, es Luca, rápidamente voy a abrazarlo y él me atrae hacia su cuerpo mientras intento contener las lágrimas. Pasamos minutos así hasta que noto que su cuerpo deja de sacudirse por los sollozos.

-Bien, hay una hamburguesería cerca de aquí, podemos...-comenta el chico mirando su móvil.

-Ey, ey, ey.-lo interrumpe Mateo-. ¿Podemos fiarnos de él? Es decir, no lo conocemos de nada.

-Pues fíjate que ya me cae mejor que tú.-salta Luca.

-Me llamo Máx, soy el hermano de Reyla.-se presenta.

-Yo soy Luca.-dice ofreciendo su mano a Máx, este no duda ni un segundo antes de estrecharle la mano a modo de saludo-. Ella es Dana...

-Hola.-lo saludo.

-¿Y el amargado de ahí?-pregunta Máx.

-Se llama Mateo.

-Bueno.-empieza a hablar Máx-. Acabamos de presenciar muchas cosas y creo que es mejor que hablemos de todo esto cuando estemos más relajados.

-Me parece bien.-digo mientras busco la aprobación de Luca con la mirada, el asiente.

-Sí, perfecto.

-Será una broma.-dice Mateo-. ¡Hemos dejado mi coche allí!

-Sinceramente Mateo.-le digo-. Tu coche ahora mismo me importa una mierda.

Aba

¿Qué es un lazo?

Da lo mismo, os acaba de salvar la vida.

-Sacarlas de aquí.-les ordena Diana. Los que hace unos segundos nos apuntaban con pistolas ahora nos sujetan de los brazos sacándonos entre empujones y quejas del despacho. Nos dejan en el pasillo y vuelven a entrar cerrando la puerta ahora agujereada por los disparos. Miro hacia abajo donde minutos antes estaban los cuerpos inconscientes y los veo, están siendo transportados a sus habitaciones.

Desvio mi mirada hacia Reyla quien al notar que la miro me devuelve la mirada. Nos quedamos unos segundos así, mirándonos, hasta que ella da un paso hacia mí y yo otro hacia ella y nos abrazamos cada una enterrando el rostro en el cuello de la otra. Nuestros cuerpos se sacuden ligeramente por los sollozos.

–Lo hemos conseguido.–susurra ella entre llantos.

–Lo hemos conseguido.–le aseguro separándome de ella a la vez que empiezo a repasarla con la mirada en busca de alguna herida que se haya podido hacer. En cuanto mi mirada asciende hacia su cara la pillo haciendo lo mismo conmigo, nuestras miradas se cruzan y nos ruborizamos a la vez.

Mierda, di algo.

–Te ofrecería de ir a comer pero dudo que hoy la cafetería esté abierta.–le digo haciendo que ella suelte una pequeña risa.

Sácame de aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora