Tú no eres Xue Yang.

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Xue Yang murió.

Estaba absolutamente seguro de que había muerto.

Sintió la espada de Lan WangJi atravesarle el pecho con una precisión mortal, atravesando cada centímetro de su corazón y, además de eso, también recordó la sensación amarga que quedó cuando el mismo jodido cultivador le cortó el brazo, alejándolo del último dulce que le había dado Xiao XingChen.

Él sabía cómo se sentía morir, lo que era estar consciente de cómo los latidos se desaceleraban, de no poder respirar, de presenciar cómo todo se volvía oscuro. Del frío. Pero de la nada... simplemente despertó, en un lugar que no pudo reconocer, lleno de luz e increíblemente sólido. Paredes de concreto, muebles con diseños simples y... ¿una lámpara redonda en el techo?

Pero no parecía de papel y madera, e iluminaba mucho más que una, lo cual se veía... bueno, raro.

Intentó concentrarse, pasándose una mano por el cabello y mirándose a sí mismo con horror cuando vio lo corto que era, llegando a penas debajo de sus hombros. Y su ropa era extraña, ligera y unida al cuerpo, rasgada. Ni siquiera se parecían a sus túnicas interiores usuales.

¿Qué mierda?

¿Qué pasó?

Xiao XingChen iba saliendo de su última clase del día, al fin algo de paz y nada de lloriqueos de su compañera porque no le habían dado el papel principal para la obra de la siguiente semana.

Ahora solo quería llegar a su cuarto, prepararse unos fideos instantáneos y sentarse a ver la televisión. No podía pasar ya nada malo, de eso estaba seguro.

Entrar a la cocina le hizo maldecir sus propias palabras. En el fregadero estaban los platos de su roomie. De nuevo. Dejando los putos platos sucios. Caminó al cuarto de su compañero y abrió la puerta.

—Por una puta vez lava los platos sucios que dejas.

Su estado semi-permanente de confusión mental y crisis existencial fue interrumpido drásticamente por la voz de Xiao XingChen, haciendo que se agitará por la sorpresa.

—¡Daozhang--!

Cualquier cosa que planeara decir se quedó atorada en su garganta ni bien volvió a verlo, pensando que encontraría el cejo fruncido detrás de la venda blanca solo para encontrar... un par de ojos oscuros mirándolo con reproche.

Si antes no había entendido nada, la situación ahora solo había empeorado.

Claramente este era Xiao XingChen, con su porte alto y elegante, vistiendo de colores claros que hacían resaltar la larga extensión oscura de su cabello. El mismo rostro, la misma voz. Pero era tan... diferente al mismo tiempo.

Su ropa era extraña, tanto como esa expresión molesta en él.

Y si bien había soñado -o alucinado- con Xiao XingChen muchas veces desde el día en que el hombre murió, nunca había sido nada como eso. Nunca tan... fuera de tiempo. Nunca sin la marca de Shuanghua atravesándole el cuello.

Intentó recomponerse lo más rápido que pudo, empleando instintivamente un tono similar al que usaba cuando pretendía ser Xiao You—. ¿De qué platos hablas, Daozhang?

—... '¿De que platos hablas?' — omitió aquello e incluso su timbre de voz, ignorando que le llamara Daozhang—. hazte el imbécil. Los platos que están sucios en la cocina. Es la tercer vez esta semana Xue Yang

XingChen quería ahorcar a su compañero de cuarto. No solo era un descuidado, sino ahora parecía un imbécil de verdad cambiando su timbre de voz.

Joder este tipo seguro de actor no se moriría de hambre. Suspiró pesado y le miró con mala cara.

¡La salvación del villano escoria! ✿┊ XiaoXue/ XueXiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora