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OHM

Subo la mirada cuando veo las manos de Nanon frente a mí, en la mesa de la biblioteca.

Suelo llegar antes de que empiecen las clases, porque no es tan cómodo estudiar en casa.

Me siento en el fondo, aunque siempre es silencioso a esta hora.

—¿Qué haces? —pregunta revisando mis apuntes.

—Estaba leyendo —respondo agarrando mi mochila, y pongo su libro en la mesa— y esto ya está.

—¿Tan rápido?

—Sí —digo asintiendo.

Siento mis mejillas calentándose porque agarra mi rostro con sus manos, y me sonríe.

—Gracias, Ohm.

La sonrisa de Nanon podría matarme de amor, de forma literal.

Él es tan lindo que parece irreal y no siento que yo merezca que alguien como él me dé las gracias.

Yo soy el que debería darle las gracias por existir.

Hago lo que me pide con gusto, de verdad, no me cuesta nada, si puedo hacer que sonría.

—Realmente no entiendo la bioquímica, y vas a guardar el secreto que te diré, porque no quiero que mis padres sepan que no me interesa entender —me dice sentándose a mi lado y hace un puchero, leyendo lo que he escrito— es que creo que la medicina no es lo mío.

Aclaro mi garganta para responder, intentando no mirarlo directamente, para no ponerme nervioso.

—¿No te gusta?

—No —responde apoyándose en la mesa y luego suspira.

—Seguramente hay muchas cosas en la vida que si disfrutas hacer, pero debes tener razones válidas para no estar haciendo algo que si te gusta en este momento, y no tienes que contarme, porque no necesito saberlas para entenderte, espero que ayudarte con la bioquímica te esté quitando un peso de encima, porque no tienes que entender algo que no te interesa, si yo lo puedo hacer por ti.

Creo que nunca le había dicho tantas palabras seguidas en una conversación, y sé que lo ha notado, por la expresión en su rostro.

—Sabes hablar —dice sonriéndome y bajo la mirada apenado.

—A-A veces.

Él se ríe.

—Gracias, Ohm —responde acercándose a mi rostro, y choca sus labios con mi mejilla.

La anécdota no es que me haya dado un beso en la mejilla, la anécdota es que siga vivo después de eso.

Mi corazón está tan loco como mi lobo.

Noto como su mirada baja a mis labios cuando se acomoda en la silla y luego mira mis ojos.

—Adoro el café y los eucaliptos —suelta de la nada— y así es como hueles.

No sabía que Nanon le había prestado atención a mi olor.

Yo amo el suyo.

—Oye, Ohm —dice Toey apareciendo desde atrás, agarrando mi cabeza, para que lo mire.

—¿Qué?

Normalmente nadie está en la biblioteca a esta hora, así que me incomoda cuando alguien interrumpe.

Alguien que no sea Nanon.

—Hagamos juntos el trabajo de anatomía.

Había olvidado eso, pero supongo que prefiero hacerlo con Chimon.

Siempre me cuesta decir que no.

—Es que…

—No puede, nosotros haremos el trabajo juntos —le dice Nanon levantándose y me mira— ¿verdad, Ohm?

—S-Sí —respondo asintiendo rápido.

—Qué lástima, vas a tener que buscar a alguien más —susurra mirando a Toey, y se va, dejándonos solos.

Nanon huele a chicle y algodón de azúcar, pero solo es muy dulce cuando está feliz, y mi nariz sabe que ahora no lo está.

You || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora