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OHM

Levanto la mirada de la mesa, cuando mamá abre la puerta de la entrada y Moo corre a ella moviendo la colita.

Suspiro, cerrando la computadora.

No voy a mentirme, intentando comprender las razones por las que no ha venido Nanon, porque la realidad es... que estoy triste.

Entiendo todo lo que escuché de Dew, y entiendo que Nanon ya no debería pasar tiempo cerca de mí, pero supongo que quise creer en que él si quería ser mi amigo.

Aunque me haya mentido.

Sabía que debía darle flores de verdad y no una estúpida flor horrible, pero me hubiera gustado saberlo por él y no por su novio.

Su novio...

¿Por qué es tan difícil para mí entender eso?

—Ya casi me iba a dormir.

—¿Terminaste? —pregunta sentándose y resopla, porque está agotada como siempre.

Quiero que mamá pueda trabajar en un espacio cómodo para ella, y que no tenga que estar en la calle.

—N-No, he tenido otras cosas en mente.

—¿A Nanon?

—¡Mamá! —grito cerrando los ojos por la vergüenza.

Hago un puchero, porque se ríe.

—Es un chico muy lindo, me ha dado gusto conocerlo, después de haber escuchado tantas cosas de él.

—Sí, escuchaste también que tiene un Alfa, te lo he repetido hasta el cansancio.

—Me lo repites a mí, ¿o te lo repites a ti mismo?

—¡Mamá! —grito de nuevo, apoyándome en el respaldar.

Ella suspira, levantándose y la veo caminar hasta el congelador.

Bajo la mirada, cuando veo lo que saca.

Mi corazón se estruja y juego con mis dedos, porque siento las lágrimas acumulándose en mis ojos.

—¿Por qué tienes eso? —le pregunto en un susurro.

—Te vi pasar noches enteras cosiendo este osito para ese chico, y encontrarlo en la basura...

—¿Es que no te das cuenta?

—¿De qué?

—Lo tiré porque sé que Nanon no quiere un osito horrible, que hizo un chico como yo.

—¿Como tú?

—Mamá, ¿tú realmente no lo notas porque soy tu hijo o solo no te atreves a decírmelo? —le pregunto con un nudo en la garganta— ya viste a Nanon, sabes que está fuera de mi alcance, y no estoy hablando de su Alfa, porque incluso si no tuviera uno, jamás podré al menos cortejarlo, ¿viste su ropa? ¿viste el auto que usa? ¿viste lo precioso que es?

—No soy ciega, Ohm.

—Entonces deberías entender que no puedo darle algo así —digo agarrando el osito— lo llevé a la universidad en su cumpleaños, ¿y sabes qué fue lo que vi?

—¿Qué viste?

—Su novio llenó la facultad de regalos, y habían osos, cientos de ellos, y yo, solo podía darle esto, ¿lo entiendes?

—Creo que le hubiera gustado, está bonito, incluso le pusiste un corazón —responde mostrándomelo y yo se lo quito.

—Voy a comprarle algo bonito de verdad, el próximo año.

—Ohm...

—Jamás había odiado tanto ser yo, hasta que lo conocí —digo mirándola a los ojos.

Nunca antes le había dicho algo así a ella.

—Quiero darle todo lo que se merece, y llevarlo a los restaurantes que le gustan —agrego ya llorando— quiero ponerme ropa bonita, para no avergonzarlo, porque me gusta mucho, mamá, quiero comprarme otros lentes, usar cuadernos nuevos, quiero tener libros que no hayan sido de otra persona antes y quiero invitarlo a venir a una casa que al menos tenga las paredes pintadas, pero solo puedo ofrecerle esto, digo señalando a mi alrededor.

Camino a mi habitación, agarrando la computadora, y tiro la puerta, sentándome en el piso.

En el estúpido piso de tierra, del que seguramente Nanon le habló a su novio.

Su novio que si es perfecto.

You || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora