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-¿Cuál es tú color favorito?- me preguntó Mérida mientras comía su helado.

-Verde- respondí- ¿y... el tuyo?

-Azul.

-¿Como el de tus ojos?- ella rió.

-Un poquito mas fuerte- juntó su pulgar e índice dejando un breve espacio entre ellos.

Mérida y yo caminábamos por la ciudad. Habíamos comprado helado, el de ella era sabor a chocolate y el mío era sabor limón. No hacia mucho calor pero tampoco hacia tanto frío como las mañanas, así que podíamos comerlo sin problema alguno.

-¿Qué haces en tu tiempo libre?- ¿además de llorar y sentir más dolor?

-Dibujar.

-¿En serio? Y que clase de dibujos haces- me encogí de hombros.

-No soy bueno, no importa lo que dibuje... solo es para pasar el rato- le resté importancia.

-Quisiera verlos.

-Ya no están- susurro.

-¿Qué les paso?- no podía contarle lo que les paso.

-Se mojaron y se rompieron mientras caminaba- me excuse.

-Ven, en casa tengo algo que seguro te gustará- Mérida me tomó de mi muñeca y solté un gruñido- Perdón, perdón- se disculpó y aflojó el agarré, opté por tomarla de la mano.

-Esta bien- le dije, ella se me quedo mirando un tiempo. Tenía miedo a que descubierta otra cosa- ¿a donde vamos?

-Oh si, a casa.

Caminamos dos cuadras más hasta estar en frente de una casa de doble piso, las paredes eran tipo piedra. Era enorme.

-Pasa- me quedé anonadado.

-¿Vives aquí?- pregunté mientras entraba a su enorme casa.

-Si, cabemos a la perfección mis padres y mis tres hermanitos.

-¿Tienes hermanos?

-¡Niños! Ya les he dicho que...- una mujer algo robusta apareció frente a nosotros.

-Ella es Moddie, la niñera. Moddie el es Hiccup- nos presentó.

-Es tú amigo- pregunta Moddie con una sonrisa, se me para el corazón.

-No, no lo es- dice de manera que evite hacer otra de esas preguntas- vamos arriba cualquier cosa me llamas- dijo Mérida.

-Cuidado con los trillizos, no se donde se metieron.

-En la cocina- dijo Mérida mientras subíamos las escaleras.

Fuimos hasta el cierto del fondo. Su habitación. Era linda, transmitía paz y tranquilidad, alegría también.

-Es muy bonita tu habitación- halagué- muy alegre y tranquilizadora.

-Gracias- ella soltó su mano de la mía, no me había dado cuenta que seguíamos tomados de la mano, y que la estaba apretando un poco. Sentí mis mejillas arder.

Mérida comenzó a buscar no se que cosa entre sus cajones. Admiré su habitación en lo que encontraba lo que buscaba. Su cama estaba bien tendida y daba la impresión de que era cómoda. Al lado derecho de su cama tenía un pequeña mesita de noche. Su escritorio estaba a lado de la ventana.

-Aquí esta- Mérida se giró con una libreta café en las manos, me la entregó.

-¿Qué es esto?- pregunté con la libreta aun en mis manos.

-Es un cuaderno de dibujo. Mi papá me lo compró antes de mudarnos aquí, soy pésima dibujando y quiero que me enseñes tus dibujos.

-Ya te dije que no soy bueno, soy peor que tú.

-Eso ya lo veremos, anda dibuja algo y sirve que aprendo- me dirige hasta su escritorio y en sienta en la silla, toma un banco y lo pone a lado de mi.

-Yo... yo no se... mejor hagamos otra cosa.

-Yo te dibujo a ti y tu a mi ¿vale? Así veremos quien es peor dibujando. Yo empiezo- tomó el cuaderno y un lápiz- no te muevas, solo mírame.

Hice lo que ella me pidió, me mantuve inmóvil y me dediqué a observarla. Tenía pequeñas pecas al rededor de sus ojos que solo se notaban si estabas lo suficientemente cerca de ella, sus ojos eran mas hermosos de cerca. Algunos rulos naranjas caían por su rostro, parecía una linda muñeca de porcelana. Su pequeña nariz era hermosa, me daban ganas de tocarla una y otra vez, por último me fije en sus labios, estaban apretados pero no les quitaba el color rosa.

-¿Hiccup?- su melodiosa voz me sacó de mis pensamientos. Sacudí la cabeza para volver a la realidad.

-S..si.

-Ya terminé- me mostró su dibujo. Abrí mis ojos para verlo mejor, cuando Mérida dijo que no sabia dibujar hablaba muy enserio; aún así me dibujó lo mejor que pudo.

-Wuau.

-Te dije que no sabia dibujar... es tu turno.

-Pe.. pero yo...

-Hicimos un trato- me señaló con el dedo índice, sabia que no tenía opción.

-Te decepcionara.

-Claro que no, adelante.

Suspiré y cambié la hoja tomé el lápiz y la miré otra vez. Comencé haciendo línea dándoles forma de su cara, me concentré en hacer su cabello y de ahí sus enormes ojos, su fina nariz y sus labios... ¿pero que me pasa? Difuminé la nariz y parte de su cabello. Media hora después terminé, solté un suspiro antes de hablar.

-Listo.

-¿Haber?- le entregué el cuaderno. La miré atentamente, se abrieron sus ojos y boca. Me miró y luego al cuaderno.

-Te dije que te llevarías una gran decepción...

-Me encanta.

-¿Qué?- preguntó.

-¡Me encanta! ¡Me encanta, me encanta! ¡Hiccup eres muy bueno! ¡Mejor que bueno! ¡Solo mira esto!- me muestra nuevamente mi dibujo- lo voy a pegar aquí- tomó una cinta de masquen y la pegó en la pared.

Yo seguía en shock. Ego tenía que ser una broma, era el peor dibujo que había hecho, no era el mejor pero odia hacer mejores que ese.

-Mejor te hago otro- me acerqué a la pared para quitarlo pero ella se interpuso.

-Es muy bonito, y a mi me gusta- me sonrió.

-Mer...

-Nada de Mer.

Mérida estaba logrando sacarme una sonrisa diariamente.

Mericcup:My guardian angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora