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-¿Qué?

-No... no te enamores de mi, por favor- negué repetidamente con la cabeza. La simple idea de imaginármela recibiendo humillaciones por mi culpa... no podría soportar eso- prométemelo- la miré a los ojos.

-Esta bien- asiente ella.

Mi cambio de humor la confundió, y no suelo ser así simplemente no quiero salir lastimado y no quiero que le pase nada a ella; porque, que ella se enfrente a Astrid es una cosa muy diferente a enfrentarse a Eret y a los demás. Además, no tenía muchos ánimos a enamorarme y esas cosas, seria lindo estar con ella pero no. No no y no.

Llegamos a su casa a las nueve de la noche.

-Nos vemos mañana- me dice ella con una gran sonrisa.

-¿Puedo pedirte otro favor?- ella asiente lentamente- ¿Puedo pasar a tu casa para ir juntos al colegio?- intenté ocultar mi miedo, recordar que casi me dejaban inconsciente aumenta mi miedo a ellos. Ella parece comprender la situación.

-¿Me dirás quienes te hicieron lo de ayer?- dijo seriamente. Tragué saliva, no podía decirle con Astrid es suficiente.

-¿Ahora?

-Algún día, para partirles las bolas.- se produjo un silencio mientras imaginaba a Mérida golpeándolos ahí, retorciéndose de dolor... justo como el solía hacerlo.

-Si... A... Algún día- susurro volviendo a la realidad. Ella me sonríe tiernamente.

-Mañana te espero a las 6:40 am, si no estas yo te busco- y me abrazo, no dude y le devolví el abrazo- recuerda nuestra promesa- me susurró antes de separarse del abrazo y entrar a su casa.

Ayer habían pasado demasiadas cosas que aun no podía recordarlas todas con claridad, pero sin duda su promesa si.

Regresé a casa, encontrándome a Chimuelo acostado en el sillón. Al verme nuevamente se levanto con alegría. Subí las escaleras y entre a mi habitación con Chimuelo detrás. Cerré la puerta de mi habitación y me metí al baño para darme una ducha.

Al salir me puse mi pijama y me acosté en la cama. Chimuelo se acostó en mis pies y apagué la luz.

Me levanté igual que siempre, me vestí y baje las escaleras con la misma pereza que siempre. Cierro la puerta y me dirijo a casa de Mérida. Puedo sentir alegría recorrer todo mi cuerpo, tal vez esto funcione. Solo debo decirle a Mérida que cierre la boca al estar hablando con alguien que no sea yo.

Después de diez minutos llegué a su casa y toqué el timbre. Esta era la primera vez que lo tocaba, las otra veces había entrado con Mérida y no había necesidad de hacerlo. Mérida salió y me brindó una cálida sonrisa. Ella es una de esas personas que sonríe casi todo el tiempo y que sus sonrisas hacen que tú también sonrías.

-Buenos días ángel- le salude.

-Buenos días princeso- salió de su casa y cerró la puerta, y comenzamos a caminar hacia el colegio.

El corazón me latía cada vez mas fuerte al estar más cerca de la escuela. Sentí su mano tocar la mía, estaba caliente a comparación de la mía y por ese simple acto me tranquilicé un poco.

Al llegar bajé la mirada como de costumbre y seguí caminando. Quería que Mérida se apresurara al entrar, pero al contrario disminuyó la velocidad. Quería hacerme invisible, que la tierra me tragara lo que sea, comenzaba a ponerme mas nervioso Asia he fui yo quien tuvo que avanzar sin antes levantar un poco la vista para verlo quien tenía una cara de asombro, pero no era a mi a quien miraba.

Volví a respirar hasta estar dentro, en nuestros casilleros. No me sentía bien, ¿porque el la estaba mirando? ¿A mi ángel?

-¿Porque te detuviste?- pregunté- ¿a quien veías?

-A nadie, un amigo. Suelo saludarlo al llegar pero parecía sorprendido, enojado, confundido... no lo se- me dice confundida.

-Oh- ¿no tiene suficiente con molestarme todo el día? Ella es mi ángel, fue a mi a quien le habló primero, ella... ella... el... no. No puede estar con él y estar conmigo a la vez- Es un...- me muerdo la lengua antes de dejar escapar la última palabra. Ella se voltea a vérmela busca de una respuesta oh que finalice la oración- ¿amigo?

-Si pero nada mas- tenía tantas ganas de decirle quien era el en realidad, que el y los demás me lastimaban pero algo me lo impedía. No podía negarle que tuviera mas... compañeros o compañeras, no era nadie para decirle con juntarse y me iría mal si lo delato- luego te lo presento.

Ese día de "conocerlo" jamás llegará.

-Te ves un poco mejor... ¿que piensas?- pregunta ella sábado me de mis pensamientos, me enojo de hombros.

-En nada, no es nada- intento sonreírle.

-Me toca física- dice con desgano.

-¿No te gusta la física?

-No, la odio es chino para mi.

-A mi también me toca esa clase ahora... te puedo explicar, si quieres- ofrecí.

-¿Lo harías?- asentí- ¡Gracias!- me abrazó fuertemente. Las orinas nos miraban asqueadas, de mi no de ella pero poco me importo. Hoy intentaría estar lo mas tranquilo posible. Intentar pensar cosas buenas...

Comenzaba la clase de física, hablando de las leyes de la gravedad, sus ecuaciones y quien sabe que. No era un tema tan difícil, lo comprendía y la mayoría de los ejercicios los tenía bien.

Le expliqué a Mérida el tema, con manzanitas y peritas. Nunca antes le había explicado un tema a alguien y creo que lo hacía bien. Mérida logró entenderle y incluso estuvimos revisando que mis resultados fueran los mismos.

Las siguientes clases también fueron igual, los maestros me miraban asombrados, ya que al fin había conseguido a alguien para hablar y dejar de ser diferente.

En la última clase nos tocó separados, ella fue a Francés mientras me dirigía a Español. Temía encontrarme con ellos, oh con el... espero con todo mi corazón que no sea el el amigo (traidor) de mi ángel.

-¡Hiccup Hiccup!- escuchaba los gritos de Mérida desde mi casillero- ¡Hiccup!- gritó al encontrarme. Agradecí que no hubiera demasiada gente por el pasillo.

-¿Que pasa?- digo sonriendo.

-Habrá un baile este viernes, a las ocho- asiento.

-Lo se, lo hacen a mitad del año escolar- expliqué.

-¿Quieres ir conmigo?

Mericcup:My guardian angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora