|Entiende

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[Lee]

Estaba tan asustado. No entendía muy bien muchas cosas, lo único que sabía ahora es que debia tratar de obedecer, porque el hecho de que dijera que vendrán hombres me pone tan nervioso por pensar en lo peor.

Al principio pensé que el podía ser una buena persona conmigo pero me equivoqué, claramente me tomaba cuando el quería sin importarle si no quería, mucho menos si ya estaba sangrando aún así no se detenía ni un poco.

Pero aún era temprano, me desperté en cuanto el se fue; dejo un beso en mi frente y se fue recordándome que obedeciera.
Al poco rato entro ella otra vez.

—Buenos días, que bueno que ya se despertó.— abrió las cortinas, las ventanas y me senté en la cama.— Ahora, levántese y arregle la habitación primero.

—¿Yo?

—Si, debe cambiar las sábanas y acomodar en orden las almohadas, yo le ayudaré con eso.— entro al vestidor y saco otras sábanas. Me levante y quite todo de la cama.

—¿Que se supone que haga?

—¿Jamás a arreglado una cama?

—En verdad no...siquiera había dormido en una en mucho tiempo hasta que llegue aquí.— tal vez no debía contar algunas cosas pero por alguna razón ella me inspiraba confianza.

—No se preocupe, primero se pone esta. Se acomoda bien a cada orilla de la cama.

Seguí todo lo que me dijo hasta que quedó bien arreglada la cama.

—Bien, ahora vamos a que coma algo.

—¿Enserio?

—Si, vamos.

Baje con ella hasta la cocina, pero esta vez pude ver a un hombre de traje en la puerta, claramente estaba cuidando que nadie saliera.
Al entrar a la cocina pude ver que era enorme incluso había un pequeño comedor, me senté en una de las sillas mientras otra mujer preparaba de comer.

—Me puede llamar Mei, yo estoy a cargo de cuidarlo mientras el señor no esté.— por primera vez se presentó conmigo, igual tomó asiento a un lado de mi.
Un plato fue servido, eran algunas verduras y algo de carne, un pan tostado con algo de café también.

—¿Todo esto es para mi?

—Si, coma despacio, después tengo que enseñarle algunas cosas para esta noche.

Casi había olvidado que habría algo durante la noche.
Aunque no quisiera comí demasiado rápido, tenía tanta hambre y sabía tan bien.

—¿Quiere algo más?

—No, me siento muy lleno.

—Vamos a la sala de estar.— caminó primero y solo la seguí, todo era enorme, incluso los cuadros en las paredes pero a la vez algo oscuro por los colores de las cosas.
Al llegar a la sala me senté en uno de los sillones y ella se paró delante de mi.— Bien, esta noche vienen algunos conocidos del señor, y usted estará acompañándolo.

—¿Porqué yo?

—Porque por el momento eso es, su compañía. Aunque no es solo estar con el, tiene varias reglas que seguir.

—¿Reglas?

—Si, cuando lleguen los invitados no puede saludarlos, siquiera tener algún contacto con ellos. Eso es muy importante, así como tampoco puede hablarles.

—Entonces, no entiendo, ¿para que estaré yo ahí?

—Mire, usted solo acompañará al señor, significa que tiene que estar a su lado y en todo momento con el.

Mío Donde viven las historias. Descúbrelo ahora