|Morir

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[Kwon]

—¿Ya está todo listo?

—Si, todo listo.

Subimos a los autos, ya estaba oscureciendo, pero no tardamos en llegar.
Amablemente entramos, dejando algunas gotas de sangre en la entrada.

—¿Que mierda haces aquí Kwon?

—Vengo a visitarte.

—Lárgate.

—¿Así tratas a tus invitados?— me senté en la sala y solo lo vi levantarse molesto.— Vamos, sírveme algo.

—Mejor dime que quieres bastardo.

—Ya te lo dije, es una visita.

—¿Tú visitando amablemente?

—Tushe, solo vengo por mi dinero.

—¿Ahora?

—Si, te espero si quieres contarlo.

—No tengo tu dinero, así que vete.

—Vaya, ¿que debo hacer ahora?— pase el arma por mi mentón, para luego apuntarle directamente en la cara.— ¿Debería jalar del gatillo? Serias un asqueroso cuadro en la pared.

—¿Me amenazas en mi propia casa?

—Tómalo como quieras, pero solo te recuerdo que el que amenaza eres tú aún teniendo una deuda conmigo.

—¿Sobre tu juguete ese?, ¿acaso te molestó Kwon?

—El que me molesta eres tú, tú horrenda presencia rondándome, pidiéndome...¿no sabes hacer nada por ti mismo?

—Préstamelo y te daré un adelanto.

—Lo quiero completo ahora mismo.

—Vamos Kwon.

—Consíguete una puta si eso es lo que quieres, sabes que odio que se metan con mis cosas.

—No me retes, si yo quiero algo lo consigo, no eres el único que sabe jugar.

—Sigues siendo tan arrogante Key...

—Y tú, ¿porque mierda te importa tanto? ¿Acaso es tan bueno chupandotela?

—¿Celoso?— en verdad me divertía ver su enojo y la forma en que comenzaba a cansarse.

—Solo es curiosidad, así que si es importante para ti deberías cuidarlo.

—Tú deberías cuidar tu boca, cada estupidez que dices.

—Perdón señor, no sabía que se había vuelto tan blando desde que esa pequeña perra lo atiende tan bien.— me levante acercándome hasta tomar el cuello de su camisa, sus hombres me apuntaron claramente, y los míos a ellos.— Vuelve a decir eso y te travieso el craneo con una bala.

—Si te molesta tanto, es verdad...¿acaso ya te enamoraste? Tan débil eres ahora.

Sabía que lo decía por molestarme y que seguro estaba más que cagado de miedo pero no podía evitar molestarme por cada palabra y por su mueca, le parecía divertido esto.

—Mañana a primera hora, en mi oficina. Espero tu pago completo.

—Y yo espero a tu perra en mi cama.

—Sigue esperando imbecil, así como sigues esperando ser mejor que yo.— golpee con fuerza el arma contra su mejilla izquierda tirándolo al piso.— Solo recuerda que sigues siendo inferior por mucho, no eres más que un niño.

—Y tú no eres más que la sombra de tu padre...— aún sangrando de la boca se había atrevido a decir eso.
Traté de pasarlo pero no pude, me abalancé sobre el golpeándolo tanto como pude hasta que dos de mis hombres me separaron.

Mío Donde viven las historias. Descúbrelo ahora