|Limite

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[Kwon]

Al parecer las personas por alguna maldita razón lograban llevarme al límite de mi paciencia, como estos idiotas.

—¡En verdad tendré su dinero la próxima semana!

—Eso dijiste hace una semana, ¿porque debo de creerte?

—¡Se lo prometo!

Estaba a punto de golpearlo pero Jun entró.

—Disculpe señor.— me levante y fui a la puerta donde estaba él.— Mei me mando a decirle que el joven está afuera.

—¿Afuera?

—En la entrada, Mei al parecer está hablando con el para que entre de nuevo.

—Llévalo a la habitación, no me importa si lo tienes que cargar para llevarlo.

—Si señor.

Jun se fue y regresé con esos idiotas.

—Tengo algo más importante que hacer, encárguense de ese bastardo.

Salí de ahí y llegando a las escaleras vi a Jun entrar con el en su hombro, Mei iba detrás.

—¡Suéltame!

—Iba a verlo a la habitación y no estaba, luego vi la puerta abierta y al salir el estaba afuera.

—No quiero oírte ahora, y no quiero que nadie me interrumpa tampoco.

—Pero señor.

—Cuando todos se hayan ido manda a los empleados a limpiar.

—Está bien.

Le hice una seña para que subiera y camine detrás de ellos hasta llegar a la habitación.
El no dejaba de patalear y gritar que lo soltara.

Cerré la puerta con llave después de que Jun se fuera y lo dejara en la cama.

—Ahora si dime, ¿que mierda hacías afuera pequeño?

🖇

[Lee]

Estaba a fuera, pensé correr aunque no tenía idea de a donde ir exactamente, hasta que oí la voz de ella pidiendo que entrara otra vez, ella en verdad tenía razón, no tenía idea de donde estaba la salida.
Iba a entrar con ella hasta que apareció un hombre, se acercó a mi y me cargo como si fuera un saco de papas.

Grite que me bajara pero solo me llevo a la habitación de nuevo, el venía detrás.
Caí en la cama y la puerta fue cerrada.

—Vamos, contéstame. Se sincero pequeño.

—Yo...me quiero ir.— solo dije sin más. Y era la verdad, ya no quería estar aquí.

—¿Te quieres ir?

—Si, por favor...solo, déjame ir.

—Bien, solo dime. Si te dejo ir ¿a dónde irás?— se acercó más a mi.— ¿Ah? Contéstame.

—Ah, n-no...no lo sé...

—Mírame.— su mano sujetó mi mentón y sentí mi piel arder, una bofetada contra mi mejilla izquierda hizo que casi cayera a la cama de no ser porque me volvió a sujetar.— Te dije que me mires, mírame cuando te esté hablando.— de nuevo otro golpe, en el mismo lugar y una mas del otro lado.
Sentí de inmediato mis ojos llenarse de lagrimas y mis manos sujetaron la suya, como queriendo quitarlo.

—Yo me quiero ir, déjame ir...por favor.

—Eres un mal agradecido.— me levantó, tomando esta vez el cuello de la playera.— Todavía que estás teniendo donde vivir, incluso estás en mi habitación, te dejo ir al baño, ducharte, tener ropa, incluso comida...aún así quieres irte.

Mío Donde viven las historias. Descúbrelo ahora