La región de Phantomia es un lugar lleno de misterios oscuros que la hacen ver como una región mística y maldita.
Malva, una chica de dieciséis años, empieza su viaje por esta región, con un objetivo claro: encontrar a su hermano Alec, un Pokémon R...
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La Ruta 5, honestamente, no era la más larga del mundo, pero, sabiendo que acababa en una de las ciudades más misteriosas, Malva no podía estar sintiendo otra cosa más que emoción.
- Según el mapa, después de la Ruta 5 llegaremos a Ciudad Psique.
Pensó la joven en voz alta, para luego dirigir su mirada hacia delante, donde seguía el camino, delimitado por algún que otro río y hierba alta.
- Qué pena que Criss no esté... Ella por lo menos sabe situarse por estos lugares.
Se quejó Malva en voz alta. Por supuesto que estaba disfrutando como nunca de su aventura, pero, sin compañía humana, le era un poco aburrido.
- Y, para colmo, Damián se me ha adelantado por esta vez. ¿Es que nadie me quiere acompañar a ningún lado? - Y, ¿quién te ha dicho eso?
Al escuchar aquella voz, Malva no pudo evitar chillar del susto. Empezó a hiperventilar, y, entonces, fue a mirar a la persona culpable por aquel susto para reprocharle, pero, en su lugar, se lanzó a abrazar a ésta.
- ¡Criss, menos mal que estás por aquí!
Exclamó la menor, y, algo incómoda por la reacción inesperada de Malva, Criss le dio un par de palmaditas en la espalda.
- Nos vimos, literalmente, ayer a la tarde, ¿a qué viene tanta emoción?
Cuestionó la mayor, y la otra chica habló.
- Es que, me sentía un poco sola. Damián se ha adelantado, tú desapareciste sin dejar rastro, y ni siquiera te despediste.
Criss suspiró.
- Es que... tenía asuntos que atender. - ¿Fuiste tú la que provocó la lluvia?
Criss arqueó una ceja ante tal pregunta.
- ¿Qué lluvia?
Malva abrió los ojos a tope, incrédula.
- ¿Cómo que "¿qué lluvia?"? ¿Estuvo cayendo una buena y tú no te enteraste?
Criss retrocedió.
- Te estoy diciendo que tenía asuntos que atender. Cuando te dejé al cargo del incendio del auditorio me fui porque tenía que ocuparme de asuntos personales.
Explicó la mayor, incomodada por la mirada asesina de la menor, quien no parecía querer aceptar tal "disculpa".
- Es muy feo dejar a alguien menor de edad al cargo de un incendio. ¿Es, siquiera, legal? - En el momento en el que te conviertes en una entrenadora tienes que dejar claro que tu vida va a estar en riesgo, prácticamente, a cualquier sitio que vayas, por muy conocido que sea. - Creo que no estás entendiendo- - ¡Claro que lo entiendo, Malva!
