La región de Phantomia es un lugar lleno de misterios oscuros que la hacen ver como una región mística y maldita.
Malva, una chica de dieciséis años, empieza su viaje por esta región, con un objetivo claro: encontrar a su hermano Alec, un Pokémon R...
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Las rutas 19 y 20 fueron el último momento tranquilo que le esperaba a Malva. En el momento en el que se vio frente a una nueva isla, más grande que las que había visto durante su viaje, supo que comenzaba el verdadero camino hasta el final de su viaje: la Liga Pokémon, esa cima donde sólo llegaba la élite de los entrenadores. Sabía que, ni la Calle Victoria ni la propia Liga iban a tener algo que ver con lo que ella había visto en los gimnasios que había vencido.
- Esta zona es mucho más profunda.
Pensó en voz alta, sacando su equipo de buceo que le había obsequiado Coral, una vez que la derrotó.
- Greninja, vamos a ello.
El pokémon, una vez que vio que su entrenadora estaba lista, se sumergió bajo las aguas de aquel océano que rodeaba Phantomia. Un puente artificial parecía llevar a algún sitio, y Greninja se dirigió hacia él a toda velocidad, y, una vez dentro, una fuerza los empujó a ambos, llevándolos a un túnel perpendicular, ya introducido en la isla, y que llevaba a la superficie de esta.
Una vez que la corriente paró, Malva sacó su cabeza del agua. Parecía estar en una piscina interior, y, más adelante, pasando un suelo decorado con azulejos variopintos, se encontró con una puerta automática, que la llevó a un Centro Pokémon.
- ¡Bienvenida!
Saludó la enfermera.
- Seguramente te hayas mareado con el sistema de corrientes acuáticas. Descansa un rato, joven entrenadora.
Y, así hizo Malva. Dejó a todo su equipo en manos de la enfermera para que descansaran, y, una vez que sintió que sus fuerzas habían vuelto, recogió a sus pokémon y, no sin antes dar las gracias, se fue a fuera del Centro Pokémon, donde pudo ver el mar, abajo del acantilado, y, a sus espaldas, un enorme volcán. En el camino, vio un cartel:
"Al norte: Calle Victoria"
Con eso confirmó que iba por buen camino, y avanzó hasta introducirse en aquella montaña negruzca. . . .
Menos mal que había llevado consigo numerosos objetos en su botiquín, porque, de no ser por aquello, no hubiese sido capaz de derrotar a decenas de entrenadores con su mismo objetivo: llegar a la cima, eso, quitando los demás pokémon salvajes que aparecieron frente a ella para evaluar su potencial.
El volcán había sido todo un laberinto, lleno de numerosas estancias. Agradeció de todo corazón el toparse con más de algún entrenador enfermero que, tras derrotarlos, se ofrecían a curar a su equipo.
Después de casi una hora corriendo, fortaleciéndose aún más, perdiéndose en las múltiples estancias que componían la Calle Victoria, llegó a la cima, un lago enorme, con una cascada que llegaba a un nivel superior. Iba a sacar a Greninja, cuando una voz la detuvo en seco.
