La región de Phantomia es un lugar lleno de misterios oscuros que la hacen ver como una región mística y maldita.
Malva, una chica de dieciséis años, empieza su viaje por esta región, con un objetivo claro: encontrar a su hermano Alec, un Pokémon R...
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Pasaron los días, y, la verdad, el entrenamiento estaba siendo de lo más fructífero. De hecho, en uno de sus muchos combates en los que Malva había practicado contra los esquiadores de la zona, Eevee llegó a evolucionar a Sylveon. Al parecer, el menor del grupo había desarrollado un apego increíble hacia su entrenadora, que, prácticamente, había sido casi como una madre, aunque de una especie completamente distinta.
- ¿Que Sylveon ha evolucionado? ¡Enhorabuena!
Exclamó Bruno, que había llamado a Malva cuando ella estaba entrenando en la Ruta 15.
- Bueno, Malva, te iba a decir una cosilla con respecto a la megaevolución, ya verás qué interesante.
En definitiva, Bruno estaba contento.
- Dicen que las piedras capaces de megaevolucionar a un pokémon son, en realidad, piedras evolutivas normales que, por alguna razón, mutaron y llegaron a provocar la megaevolución de algunos pokémon. El primer pokémon en megaevolucionar fue Lucario, pero, en Phantomia, la primera megaevolución la sufrió un Gallade. - Sí que te debe gustar el tema de la megaevolución, profe. - Como para no. ¿Sabes lo inmenso y desconocido que es este campo? Ni siquiera el profesor Ciprés, de Kalos, sabe todo de este suceso, y es de la región de donde proviene la megaevolución.
Estuvieron un rato más hablando. Tanto Bruno como Karina parecían estar bien, ya en la Torre Lápida, en una desviación de la Ruta 14, cerca de Ciudad Plegaria. Una vez que cortó la llamada, Malva se dispuso a volver a Ciudad Gélida.
Parecía que no había mucho más que hacer en Ciudad Gélida, cuando Malva, una tarde en la cual nevaba como nunca, se encontró, para su sorpresa, que había un gimnasio pokémon. "Gimnasio Pokémon de Ciudad Gélida Líder: Alba, la guardiana de las nieves de Phantomia"
- Qué curioso.
Pensó Malva en voz alta. Estaba algo extrañada por que Andrew no le hubiese dicho nada al respecto, pero, honestamente, hacerlo ver como una sorpresa había sido lo ideal para Malva.
- ¡Qué gran sorpresa, Andrew! ¡Voy a superar este gimnasio ya de ya!
Con la adrenalina floreciente en sus vísceras, la muchacha atravesó las puertas de aquel gimnasio, inmediatamente, siendo bienvenida por un frío que podía haberla dejado como una estatua ahí mismo, de no ser por que tenía, ahora, ropa adecuada para el clima de esa zona.
- ¿Uh? ¿Un aspirante? ¡Hola, te doy la bienvenida a mi cálido y acogedor gimnasio, aquí, en Ciudad Gélida! Mi nombre es Alba, y voy a ser tu rival, en esta ocasión, en-can-ta-da~.
