ABISMO 2: Tratos con el Diablo

Epílogo.

Durante el ataque al pueblo de Satania, Vivian corría por las colinas intentando escapar de los extremistas cristianos que habían vuelto trizas el pueblo donde ella había crecido.

Se escondió tras unos árboles y detrás de sí escuchaba la matanza y los gritos de las personas. Luego de que los gritos se disiparon, Vivian salió de su escondite y suspiró tranquila tratando de calmar los latidos de su corazón.

La voz de un hombre la sorprendió por la parte de atrás de su cabeza - Hola, preciosa - Tomó a la chica del cuello, estrangulándola hasta dejarla inconsciente.

Vivian despertó en un barco, atada a una silla; volteó a sus lados y divisó a muchos hombres con puñales y espadas, afilándolas mientras la veían de una forma maliciosa.

De una puerta entró otro de esos hombres, fumando un porro mientras sostenía con su otra mano un puñal más pequeño. Se acercó a Vivian y soltó el humo en su cara - Te voy a preguntar esto una sola vez... ¿Dónde está D'Amelio? -

- ¿...Quién? - Vivian mostraba confusión genuina. La tomó de la quijada y volvió a soltar más humo en la cara de la chica, haciendo que Vivian se ahogara.

- No me hagas repetir una tercera vez... ¿Dónde está D'Amelio? -

- No conozco a nadie con ese nombre - El hombre suspiró con fastidio, tomó el puñal y lo puso en la mejilla interior de Vivian, presionando contra ella a punto de cortarla. Vivian entró en pánico - ¡Por favor, no me haga nada, no conozco a ningún D'Amelio, SE LO JURO! -

El hombre estaba a punto de presionar con más fuerza, cuando todos los presentes fueron sorprendidos por una voz - Hazle una sola herida... - El hombre quitó el puñal y Vivian volteó para ver de quién se trataba, aunque hubiera preferido a cualquiera menos a él, parecía haber sido su única salvación y su presencia fue un rayo de luz y esperanza. Mauricio estaba de pie con un mechero encendido en sus manos, tentando con lanzarlo a una línea de gasolina que bajaba hasta la bodega - ...Y vuelo todo el botín que tienes allá abajo - Los hombres apuntaron sus armas a Mauricio pero el que antes habría de amenazar a Vivian, les hizo una señal para que se detuviera. Mauricio tragó grueso y acercó el mechero aún más a la gasolina - Suéltala - Varios hombres se acercaron a la silla de Vivian y la desataron, ella sin dudarlo dos veces corrió hasta Mauricio. Él apagó el mechero y la tomó por la cintura - Respira hondo -

- ¿Qué respire qué? - Mauricio la sacó por la ventana con una soga, que fue la forma en la que él entró. Ambos cayeron al agua gélida del océano.

Uno de los corsarios se acercó a su jefe - ¿Cómo pudo dejarlos ir, capitán? -

- No voy a arriesgar mi fortuna por un par de bobos, por los ojos de la chica era obvio que ella no sabía que el chico que había estado en su cabaña era nada más que el heredero de los D'Amelio -

- ¿Y qué haremos ahora? -

- Seguiremos sus pistas, quiero la cabeza de D'Amelio cueste lo que cueste... - Dejó salir el humo del porro por su nariz mientras miraba a la pareja nadar hasta la orilla.

A Vivian le costaba nadar por el frío, así que Mauricio se le adelantó sin darse cuenta. Cuando el chico se volteó, no encontró a la chica detrás de él - ¿Vivian? ¿Vivian, me escuchas? -

Bajo la superficie, Vivian era arrastrada hacia las profundidades por una bestia que ella misma no comprendía qué cosa era. Mauricio se sumergió y la trató de llevar hacia arriba, luego de unos segundos de forcejear, lograron salir ambos a flote.

En la orilla Mauricio sentó a Vivian en la arena, ella daba arcadas mientras el agua terminaba de salir de sus pulmones - ¡Vivian, VIVIAN! Por favor mírame, mírame y dime que estás bien - Ella escupió los restos de agua que quedaban en su organismo. Aunque ella pensó que la insistencia de él era dramatismo puro, cuando lo miró a los ojos vio preocupación y angustia genuina. Los ojos del chico desprendían un brillo en particular y los de Vivian comenzaron a hacerlo también.

Mauricio lucía diferente al pirata picaflor que se había presentado frente a ella días antes. La forma en la que él la tomaba por los brazos y le temblaba el pecho preocupado, como las gotas de agua que caían de su cabello y terminaban de rodear sus ojos brillante, un leve sonrojo apareció en el rostro de Vivian - ¿Estás bien? ¿Puedes oírme? -

- Si... Si, estoy bien - Mauricio la abrazó y luego la ayudó a subir por la colina.

Llegaron hasta unos arbustos en donde estaban Mickey y Lepiar con navajas en sus manos, listos para atacar. Mauricio fue el primero en hablar - ¡HEY, HEY! ¡Bajad eso antes de herir a alguien, coño! - Exclamó el chico mientras alzaba sus manos.

- ¿Qué rayos hacen allí? - Lepiar bajó la mano y le quitó el cuchillo a Mickey, Mauricio subió a la pequeña colina que los dividía, exaltado y preocupado.

- ¡No tenéis idea de lo que nos ha pasado anoche! Vivian y yo... -

- ¡NOS ESTUVIMOS BESANDO! - La chica albina gritó y concentrando la atención de los demás en ella - Eso- ¡Eso fue lo que estuvimos haciendo! - Ella miró a Mauricio nerviosa, él la miraba confundido.

La mentira entre ambos era bastante obvia, sin embargo, era bastante insinuante la forma en la que ambos tenían ropa rasgada y ropa mojada - No se me hace difícil de creer - Dijo Mickey mientras se volteaba para irse, a lo que Lepiar sólo se les despidió con la mano y se fue detrás de él.

Mauricio estaba de pie detrás de ella, confundido de pies a cabeza - Vivian, ¿Por qué les habéis mentido? -

- Muchas personas murieron ayer, yo... No quiero ser una carga -

- Vivian, te secuestraron -

- Pero ya estoy bien, me salvaste y no me pasó nada - Mauricio volteó los ojos por la forma en la que la chica tomaba la situación a la ligera - ...Prométeme que no dirás nada -

Tomó las manos del chico mientras lo miraba con ojos tiernos, que Mauricio no se pudo resistir - Vale... Te lo prometo -

Ella lo abrazó, y ambos se fueron junto a los demás al barco, sin decir una palabra del hombre que ahora estaría detrás de ellos... 

Katrina, Salva y el resto de los piratas regresarán en: 

Abismo 3: Cabezas por recompensas.