Prólogo.

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Un hombre bastante mayor estaba en su estudio, sentado frente a la chimenea humeante en su silla. Su asistente se acercó a él con una carpeta en las manos y una gota de sudor en su frente.

- Los tenemos, jefe - El hombro tomó un sorbo de su vaso con whisky y tomó la carpeta, sin mirar a su asistente en el proceso.

- ¿Estos son? -

- Así es señor -

El hombre ojeó las hojas sin prestarles mucha atención, expedientes con información de distintas personas estaban allí. Su atención se vio vinculada al archivo al llegar a una persona en particular...

En el dibujo de la descripción se reflejaba a un chico de cabello rizado castaño claro, barbilla marcada, ojos oscuros y un arete en su oreja derecha.

- ¿Quién fue el que te dió esto? -

- Un corsario de Isla Pata de Palo señor... Luego de haberle él dado que usted había acordado con él -

Su mala memoria sobre el trato que él había hecho con el corsario hizo que rechinara sus dientes. Soltó los demás papeles en el suelo y se quedó con la hoja de aquel chico, colocándola en el escritorio.

Tomó de una de las gavetas del mismo y sacó una vieja foto de una familia que parecía tratarse de alguna realeza, poniéndola lado a lado del expediente del chico.

Comparándolas, el hombro soltó una risa hacia su asistente - ¿Puedes creerlo? El idiota que destruyó mi negocio no es más que el principe perdido -

- ¿Se refiere a... el heredero de los D'Amelio, señor? -

- Así mismo, esos idiotas van a pagar una fortuna cuando sepan que tenemos a su hijo -

- ¿No deberíamos primero "tenerlo", señor? -

El hombre lo miró con pesar, encendió un tabaco y le escupió el humo suavemente en la cara a su asistente - Justo ahí es donde tu entras -

- ...¿Disculpe? -

- Tu vas a buscar a las personas necesarias para que me traigan a ese chico, solo dime cuanto es y pagaré lo que sea - El asistente suspiró al ver que no tendría que ensuciarse las manos.

El hombre se situó detrás de su escritorio y lo golpeó con el puño cerrado - ¡¿Qué mierda sigues haciendo ahí parado?! ¡TRÁEME A ESE CHICO! - El asistente salió a paso rápido del estudio, con la cabeza baja.

El hombre tomó otra jalada del tabaco y el humo salió por su nariz mientras miraba al hombre que parecía ser el abuelo de la familia - D'Amelio... Aunque sea después de la muerte, pagarás lo que me debes -

Apagó el tabaco al afincarse sobre la cabeza del abuelo, y una risa escandalosa rodeó el estudio.  

ABISMO 2: Tratos con el DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora