Capítulo 11: La redada.

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Marie estaba sentada aún frente a la hoguera junto a Erick, ambos en completo silencio. Ese silencio se disipó cuando una explosión en una de las casas que estaba cerca de ellos los aturdió. Esa misma cabaña había comenzado a arder en llamas, de ella y de los alrededores de la misma aparecieron diversos hombres con batas blancas y crucifijos, antorchas y escopetas.

Uno de aquellos hombres tomó a una señora de cabello y la arrodilló en el suelo; la señora comenzó a llorar y a suplicar por su vida - ¡Por favor no le haga nada a mis hijos! ¡SE LO SUPLICO! -

- Ustedes, hijos del demonio, volverán al lugar del que salieron - Un escopetazo resonó en la aldea y la cabeza de la señora cayó al suelo - El infierno - ...sin vida.

El rostro desfigurado, los globos oculares que saltaron de sus cuencas y la sangre que salía cuál fuente de plaza fue una escena que provocó pánico en todos los que estaban allí.

Entre gritos, Erick tomó la mano de Marie y ambos echaron a correr con gritos y disparos a sus espaldas. Los hombres continuaron prendiendo fuego a más casas, asesinando a sangre fría a más personas inocentes.

Marie intentó buscar a los demás con la vista, pero solo siguió corriendo, perdiéndolos por completo. Sintió como la mano de Erick la soltó y el pánico aumentó en ella. Al voltear, vio cómo Erick se detuvo para ayudar a una señora que había caído por la multitud - ¡Corre! - Logró leer Marie de los labios de Erick.

No logró llegar muy lejos cuando un fuerte golpe en la cabeza la hizo caer al suelo. Uno de aquellos tantos hombres sostenía un bate en sus manos, Marie intentó cubrirse, pero el hombre la golpeó varias veces en el abdomen y en los costados. Una punzada le llegó a Marie en la parte baja de su vientre.

Indefensa, Marie vio como el hombre estaba apunto de darle otro golpe aún más fuerte en la cabeza, cuando Kenny le apareció por detrás al hombre y quebró una botella por la parte de atrás de su nuca, dejándolo inconsciente sobre el suelo.

Kenny dejó los restos de la botella rota en el suelo y se acercó a ella - Marie, Dios santo, ¿Estás bien? -

- Kenny... -

- ¡Marie, vamos, dime! - Sangre cayó de la intimidad de Marie y un charco del mismo se formó entre sus piernas. Tomó a Kenny con sus brazos, intentando ponerse de pie, y soltó un susurro vacío en los oídos de él.

- Lo perdí... -

...

Katrina y Salva no tardaron mucho en toparse con la trágica escena. Cuerpos apilados en las aceras se alzaban a sus alrededores, cabañas y tiendas completas tornándose en cenizas al ser consumidas por el fuego, el pánico y la histeria colectiva de las personas...

- ¡Hay que encontrar a los demás! - Dijo Katrina en voz alta, Salva le asintió y ambos se adentraron en la masacre, con la intención de llegar a la entrada donde hasta hace unos momentos todo era envuelto por ánimo y júbilo.

Les llegaron bombas lacrimógenas sobre sus cabezas, Katrina se ahogó por completo con una, fue tomada de la mano y fue llevada hasta el bosque. Se sentó en un pequeño agujero que había mientras recuperaba la respiración mediante tosidas y arcadas intensas, hasta quedar inconsciente...

Al despertar, los gritos y la masacre habían cesado. Abrió sus ojos lentamente, vio la silueta de un chico frente a ella - Gracias, Salva... - Se levantó para abrazar a su amigo, pero la persona que habría de sacarla del desastre no era quien ella creía.

Sin embargo, Salva había buscado a Katrina entre el gas y la multitud - ¡KATRINA! - Él también comenzó a ahogarse, pero Mickey lo tomó del costado y lo puso a salvo.

El chico que había salvado a Katrina era el mismo que había bailado con ella en la fiesta, aunque eran desconocidos, Katrina igualmente quiso agradecerle - Yo... Perdón, creí que eras alguien más, gracias por-... - Fue privada de decir cualquier otra cosa cuando aquel chico le puso un paño con restos del mismo gas lacrimógeno, tapando su nariz y su boca. Katrina quiso oponer fuerza, pero no tardó mucho en caer completamente en el suelo.

- Ya tengo a la bruja - Dijo Lucifer luego de cerciorarse de que Katrina estaba inconsciente, la bola de fuego apareció frente a sus pies.

- Bien, solo retenla hasta que el trato con Richter acabe, además, haz que te diga dónde tiene el libro en el que tiene el hechizo para romper la maldición -

- Cómo tu digas - Lucifer tomó a Katrina y la colocó sobre su hombro, dispuesto a irse, sin embargo, Satanás continuó.

- Además, quiero que tengas esto - De la bola de fuego apareció una pistola roja con incrustaciones de oro en sus bordes. En sus bordes también se podía ver, si se observaba detenidamente, que el rojo del arma era sangre que corría sin detenerse - Es mi arma, yo mismo la fabriqué -

- ¿Y esto en que me ayuda? -

- Cualquier mortal que la toma se verá envuelto en un arranque de ira y rabia profundo, esa arma ha provocado guerras y millones de muertes en cualquier humano que la tome -

- Pero qué ternurita - Lucifer le dio unas miradas más y la guardó en un pequeño bolso que traía en su espalda.

- Úsala para defenderte -

- ¿Perdón? ¿"Defenderme"? - Soltó a Katrina en el suelo y se acercó a la bola de fuego, indignado.

- Recuerda que estás in Terra con el poco poder que me dio la fuerza vital del niño, si la bruja te complica las cosas... - Lucifer soltó una risa incrédula.

- ¿Crees que ella podría hacerme frente? -

- Si - Los ojos de Lucifer ardían junto con su orgullo quebrado - Esa bruja mató a Aída, la que fue por muchos años la bruja del mar; será mejor que no la subestimes - El fuego se apagó tras un sopló del viento.

Lucifer suspiró fuerte un par de veces, no pensó que Satanás se preocupara por él ni mucho menos, pensó que lo consideraba débil. Tomó a Katrina sobre su hombro de nuevo y comenzó a caminar. Tomó la pistola de su bolsillo, la estrujó con rabia y le susurró...

- Satanás... a quien no deberías de subestimar es a mi... - 

ABISMO 2: Tratos con el DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora