Capítulo 7: Matar o morir.

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Berthold Richter yacía sentado en su escritorio, bebiendo whisky frío mientras observaba las llamas de la chimenea, con un semblante de nervios. Se levantó de su silla frente al fuego, y a sus espaldas de la chimenea provino una voz...

- Berthold Richter... - Un escalofrío bajó por la espalda del recién nombrado.

- Mi señor... Yo... No esperaba su visita –

- Lo sé, tu olor te delata Richter – Tragó grueso mientras se daba vuelta de nueva cuenta hacia el fuego - ...Hueles a miedo –

- No tengo miedo de usted señor... -

- ¿Entonces? ¿Ya me trajiste al niño? –

- Aún no... -

La llamarada de la chimenea se avivó rápidamente, de ella se divisó la figura de el mismísimo señor de los infiernos; los cuernos de cabra se visibilizó junto con sus ojos rojos que irradiaban ira – Te recuerdo que tenemos un trato –

- ¡Yo lo sé señor! ¡EL NIÑO ESTABA EN MIS MANOS! Pero... Lograron rescatarlo, a la mitad de la subasta dónde sería mío, ¡Le juro que estaba a punto de ser mío, solo necesito tiempo! – El hombre se arrodilló frente a la chimenea, mientras sus nervios aumentaban.

- ¿Acabas de alzarme la voz? – El hombre palideció, antes de que fuera posible que suplicara perdón, una mano de fuego lo estrangulaba mientras quemaba la piel de su cuello a la vez – Tienes suerte de que seas el único que puede sacarme de aquí – La mano se desvaneció Berthold había comenzado a sollozar.

- ...Solo... Necesito tiempo –

- ¿Aún recuerdas como fue que terminé encerrado aquí? – Berthold dudaba en si esa habría de ser una pregunta capciosa, el sabia perfectamente que a su señor le irritaba recordar como fue aprisionado - ¡¿LO RECUERDAS?! – Con el corazón en la garganta, respondió con precaución.

- Fue cuando... El Arcángel Miguel lo... Lo derrotó – Un suspiro salió de la nariz de cabra, siendo humo que salía por la chimenea.

- ¿Y recuerdas cuál fue nuestro trato? Que yo te pondría en la cúspide de la mafia, ¿a cambio de...? –

- Que yo le trajera un alma y usted me dejaría vivir con la mía... -

- Así es, pero parece ser que eres muy incompetente para hacer eso –

- ¡No, mi señor! Yo le traeré el alma del chico, se lo juro, solo deme tiempo – Un silencio los rodeó a ambos, sin decir ninguno palabra alguna, hasta que finalmente, la solicitud de tiempo extra fue aceptada.

- Bien, te concedo 72 horas más – El pecho del hombre se liberó con un suspiro pesado – Nos vemos en tres días, Richter, y recuerda, en este mundo... Es matar o morir – La figura se disipó en el fuego, volviendo a ser una chimenea común y corriente. El hombre, quien aún yacía en el suelo, recuperaba el aliente de forma brusca mientras llamaba a sus médicos privados para que trataran las quemaduras de su cuello.

Sin embargo, del otro lado del fuego, estaba teniendo lugar una conversación en un comedor largo. En el, los príncipes del infierno se daban un festín con restos humanos; vísceras, ojos y distintos órganos se repartían por toda la mesa- ¿Cómo puedes confiar en ese viejo? Solo toma su alma y ya – Mammón fue el primero en hablar luego de que Satanás cortara contacto con Richter.

- Un trato es un trato, Mammón, ya acordamos que el alma del chico sería mía – Satanás tomaba asiento, en la punta del mismo comedor.

- Tiene razón, además, es mejor que el viejo se encargue de todo, que fastidio tener que subir a Terra para reclamar un alma – Belphegar bostezaba mientras tomaba su copa de sangre para darle un sorbo.

- Lo dices como siquiera fuéramos capaces de subir a Terra, ¡hemos pasado siglos aquí abajo, esperando a que Satanás tenga suficientes almas como para subir y dejarnos salir! ¿Y ahora que tiene la oportunidad decide dejarlo todo en manos de un viejo inútil? –

- Como dije, un trato es un trato, además me subestimas si crees que todo está en manos de él –

- ¿Entonces tienes un plan? –

- Por supuesto – Satanás se levantó de la silla y les habló a los demás con total claridad – Richter maldijo al niño del que ofreció su alma, dándome poco a poco de su fuerza vital, sin embargo... Hay una bruja que está planeando romper dicha maldición. Con el poco poder que obtuve de la fuerza vital del chico, puedo enviar a uno de ustedes para que la detenga de cualquier modo –

- ¿Y por qué no vas tú? – Belphegar replicó, a lo que Beelzebub se le unió.

- ¡Si! Tú eres el rey del infierno, no somos tus lacayos – Dijo con la boca llena mientras se atragantaba con un torso, Asmodeo lo miraba con asco.

- Yo hice un trato con Richter, por lo que yo no puedo intervenir de ninguna forma – Mammón estuvo a punto de postularse para hacerlo, pero Satanás continuó – Y ya está decidido quién subirá –

- ¿Y ese es...? –

- Yo –

De la otra esquina del comedor, se alzaba un hombre rubio, de ojos dorados que irradiaban una luz capaz de hacer que cualquiera se perdiera en ellos. De piel blanca perfecta, quijada marcada y sensual, y una sonrisa maliciosa que no podía faltar.

- Obviamente que iba a ser el consentido – Leviathan ardía de envidia - ¿Lucifer? ¿Por qué escogiste a Lucifer? ¡Yo debí haber sido elegido! –

- Por favor, Leviathan – Asmodeo tomó un trago, y siguió – Lucifer es el indicado, esa brujita de seguro no podría estar frente a él sin que le tiemblen las piernas de deseo – Asmodeo se remojaba los labios con lujuria mientras veía a Lucifer caminar hasta Satanás. Mammón, al ver la reacción de Asmodeo, le hizo un ademán como si quisiera vomitar, del que Belphegar se rió.

Satanás estaba a punto de transportar a Lucifer, sin embargo, lo tomó del brazo agresivamente y le susurró al oído – Que no se te pase ni por un segundo hacer alguna locura, pudiste traicionarlo a Él, pero no a mi –

Lucifer se soltó de una sacudida – Creí que estábamos en el mismo bando –

- Confío en ti, Lucifer, toma eso como una advertencia – Se acercó nuevamente a sus oídos – O la tierna Lilith lo pagará – Satanás le sonrió, su sonrisa dejaba ver los colmillos manchados de sangre que habían ocultos en su hocico de cabra, Lucifer lo miraba serio, esperando ser transportado, y luego de unos segundos, dejó de estar en el gran comedor, y pasó a estar en un bosque.

Una bola de fuego se materializó frente a él, en ella la silueta de Satanás era visible – Adopta una nueva identidad, cambia de forma, haz lo que quieras, solo no permitas que esa bruja rompa la maldición – Lucifer asintió y la bola de fuego se desvaneció, quedando solo humo.

Cambió su apariencia. Ahora parecía un chico dentro de sus 20's, con el cabello aún liso y rubio, pero más bajo y sin sus alas de murciélago características. Se asomó por la colina y vio un pueblo, en su entrada había un cartel que ponía "Satania".

Echó su cabeza para atrás, materializó ropa de campesino común y la bola de fuego volvió a aparecer – Por cierto, la bruja que buscas se llama "Katrina Lavender". Lucifer rio y dijo para si mismo en voz alta...

- "Katrina Lavender..." Veamos de qué estás hecha – 

ABISMO 2: Tratos con el DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora