𝔻𝕖𝕤𝕥𝕚𝕟𝕠 𝕒 𝔸𝕦𝕤𝕥𝕣𝕒𝕝𝕚𝕒.

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El sonido estridente de su despertador logró apartarlo del embrujo de Morfeo. Como recompensa lo desactivó a manotazos, o mas bien se rompió cuando cayó al suelo despues del ultimo golpe. No se molestó en inspeccionar. La cabeza le dolia horrores y todo su cuerpo pesaba como diez toneladas. Le costaba incluso levantar los parpados. Tuvo que hacer acopió de toda su fuerza de voluntad para ponerse de pie y llegar hasta el baño. El estomago se le reveló y parecia querer deshacerse de todo lo que habia cenado la noche anterior.

Se metió bajo la regadera de la ducha y dejó que el agua fria cayera sobre él. La visita de Zeus habia resultado un desastre. Por mucho que pensara no podia sacar nada de bueno de eso pero, ironicamente todos los planes que lo llevaban a la perdicion le salian de maravilla. Despues de todo, habia comido hasta reventar ya que no habia podido dormise despues de que el dios se fuera de su casa, y ya que estaba tambien se habia emborrachado. Despues de eso cayó como plomo sobre la cama alrededor de las 3:45 AM y se habia despertado con el despertador a las cinco de la mañana. Un lujo. ¿Quien necesitaba dormir mas que eso?

Se vestió igual que siempre. Pantalones jeans, camiseta de cuello redondo y zapatillas de cuero. Se colgó la mochila al hombro, y se llevó las Ray-Bans con una gorra de beisbol lisa de color negro. Preparó las maletas y se dedicó a esperar el taxi que lo llevaría directo al Aeropuerto. Dentro de su malestar y la laguna mental que ostentaba esa mañana, fue consciente que dejó las cosas que Zeus habia dejado sobre la mesa la noche anterior, precisamente donde las habia dejado. No quiso tocarlas ni saber qué habia dentro del sobre y mucho menos pretendia llevarselas a Australia. Esperaba que la visita fuera cosa de unica vez y que lo dejara tranquilo mientras cumplia su penitencia. Quizas de esa manera, ya que tanto lo observaba, entendia el mensaje.

El taxi llegó a los cinco minutos y agradeció cuando el taxista apenas le dirigió la palabra. Iba ensimismado observando el paisaje que dejaba atras por la ventanilla cuando oyó el sonido de un celular. Parecia una llamada entranta pero decidió hacer caso omiso. Despues de diez minutos tolerando el sonido se inclinó hacia adelante buscando la mirada del taxista por el espejo retrovisar.

__¿Va a responder?

__No es el mio señor. Debe ser el suyo.

Frunció el ceño y por primera vez se molestó el rastrear el nacimiento del sonido. Su mochila. Por todos los dioses del olimpo. Rodó los ojos y buscó entre los bolsillos hasta que encontró el aparato junto a la tarjeta de plastico y el sobre. Debió haber supuesto que Zeus no dejaria que fuera como él queria. El dios del trueno estaba acostumbrado a tener siempre la ultima palabra. Aceptó la llamada y acomodó el celular sobre su oreja pero no dijo nada.

__No deberias ser tan olvidadizo. Especialmente cuando sales de viaje.

Era la voz de Zeus y sonaba molesto, irritado. Hubiese respondido que le importaban bien poco sus regalos sino fuera porque apenas terminó de hablar, le colgó. Soltó un suspiro y guradó el aparato nuevamente en la mochila despues de apagarlo. El resto del viaje fue normal y fueron en silencio pero apenas llegaron y él intento pagar con sus excasos billetes, se percató que su billetera estaba que casi rebalsaba de dinero estadounidense y cuando el taxista aceptó los billetes lo miró tan fijamente que no fue capaz de desviar la mirada. Habia quedado paralizado y solo para oir una pregunta que le encrespó los nervios.

__¿Está seguro de subirse a ese avion? Aun está a tiempo.

__¿Cómo dice?

__Qué tenga un buen viaje señor.

Poseidon no respondió y se bajó del taxi de inmediato. Entró lo mas veloz que pudo al aeropuerto y aunque hubiese deseado subirse al avion y que este despegara de inmediato, no dejaron de pasarle cosas extrañas. Primero, habia una cola excesivamente larga en el mostrador donde se suponia que tenia que retirar su billete y los empleados ese día no mostraban ningun interes en apurarse. Tuvo que adelantarse y exigir casi a gritos que le diera el billete, despues de que habia sonado la ultima llamada para su vuelo antes de que cerraran las puertas. Mientras corria hacia el avion, se habian empecinado en hacerlo pasar por el detector de metales y revisar sus maletas. Otra vez, tuvo que mostrarse histerico para que lo dejaran abordar. Cuando finalmente llegó a la puerta de embarque y entregó su billete a la azafata de turno, la misma lo observó curiosa y le pregutó si estaba seguro de abordar. Suspiró exasperado y se dirigió a su asiento sin responderle.

Habia llevado su mochila con él y aunque el protocolo indicaba que debia guardarla en el portaequipajes, la abrazó con tanta fuerza y tanto recelo que nadie dijo nada. Se puso el cinturon de seguridad, se acomodó la gorra y las gafas de sol e hizo lo mas saludable que podia hacer ese día: dormise.

Lo llamaron cerca de las nueve de la mañana para el desayuno pero se negó y volvió a dormise. Mas tarde volvieron a llamarlo para el almuerzo. Iba a negarse pero ya tenia hambre y no queria seguir durmiendo. Menos cuando habia empezado a soñar con carteles de todos los colores que rezaban "Estas seguro, aun hay tiempo". Lo curioso es que ya se habia subido al avion y habian pasado como cinco horas. ¿Qué queria decir con que todavia habia tiempo? Frunció el ceño y se levantó, dejando la mochila sobre el asiento. No le dio desconfianza, menos al saber que Zeus lo vigilaba y dentro de la mochila estaban sus regalos. Estaba casi seguro que no iba a dejar que le pasara nada a esa mochila por lo pronto.

Fue hasta el baño sintiendo que su vejiga podria explotar en cualquier momento. Un hombre de casi dos metros salió del pequeño cubiculo y sin verlo lo chocó con el hombro provocando que rebotara contra la pared del frente. No habia sufrido daños por lo que no llamó la atencion y se dedicó a satisfacer sus necesidades pero cuando estaba en medio del asunto se percató que el Rolex que llevaba en la muñeca izquierda se habia corrido de lugar. Extraño sin duda. Ese Rolex habia sido un regalo de Zeus como recordatorio de su penitencia. No podia quitarselo ni aunque quisiera y como estaba planeado, le quedaba a la medida justa. Desde que se lo habia puesto, la malla no se habia corrido ni un milimetro entonces, ¿Qué estaba pasando?

Volvió a su asiento y estando mas tranquilo, escarbó una ensalada que le habian llevado como almuerzo. Mientras masticaba las papas mezcladas con mayonesa, estudió el Rolex con detenimiento. Vale, se habia roto. No llevaba relojes porque no le gustaban ni tampoco los necesitaba asi que no era ningun experto en la materia, pero la pantalla negra con numeros del 1 al 12 y las agujas de tres longitudes diferentes que se movian en el centro habia desaparecido por completo. Ahora tenia un fondo igual de negro que el anterior, pero en el centro aparecian numeros digitales, como los del despertador que tenia en su mesa de noche. Pero no marcaba las 13: 23 PM sino que decia 1547: 37: 48. Y en vez de avanzar, retrocedia cada vez que la ultima fila de numeros llegaba al 60. Como ahora mismo que marcaba las 1547: 36: 02. Vale, era como un minuto menos, ¿Cierto? Algo asi como una cuenta regresiva.

__Vaya regalo Zeus__murmuró para sí mismo consciente de que estaban escuchandolo y se dedicó a terminar su almuerzo, mas que dispuesto a sacar un libro de su mochila y perderse en la lectura hasta que lo venciera el sueño. Despues de todo tenia como 20 horas de viaje y apenas habian pasado siete.

༄ℙ𝕣𝕠𝕗𝕦𝕟𝕕𝕚𝕕𝕒𝕕𝕖𝕤๛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora