Destino +18

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Mi pelo no estaba colaborando hoy, pero como siempre era puntual, me daba tiempo de pararme a peinarme un poco o al menos hacerme una coleta en el baño.

El maldito ascensor no funcionaba, como siempre.

Me quejé por lo bajo y decidí ir al baño de abajo, ya que lo tenía más cerca y el de arriba era muy pequeño y seguramente estaría cambiándose el chico al que teníamos que hacerle las fotos.

Entré en el baño y cerré la puerta, odiaba los baños de ahí, todos eran mixtos y en cualquier momento te podía entrar quien fuese.

Intenté arreglar mi maraña de enredos rubios mientras mi cabeza daba vueltas a mis ultimos días.

Mi ex me había dejado para irse a la otra punta del país y yo ni siquiera había llorado.

Mi vida se había vuelto caótica, ya que mi mejor amiga, Ali, se había mudado conmigo hacía dos días, porque sus padres la habían hechado de casa.

Todo mal.

Fatal.

Me quejé de nuevo al ver que mi pelo no quería colaborar y terminé haciéndome una coleta.

Estaba cabreada con el mundo en general y regodeándome en mi miseria cuando la puerta se abrió y entró un chico.

Yo estaba aún con mi coleta cuando se colocó a mi lado para lavarse las manos.

- Te has dejado un mechón suelto. -señaló él.

- Joder. -me quejé yo deshaciéndola por milésima vez.

El chico soltó una risa sin dejar de mirarme divertido.

- Parece que alguien no tiene un buen día. -habló de nuevo.

- Ni una buena semana. -admití.

- ¿Puedo hacer algo para ayudarte? -preguntó.

Sí.

Muchas.

Pero me limité con una sola respuesta, como siempre recurriendo a estar a la defensiva.

- ¿Con que pretendes ayudarme, si puedo saberlo? -solté mi pelo, dejándolo de cualquier manera.

- Te aseguro que podría mejorar ese humor. -aseguró él.

- Te veo muy seguro. -me crucé de brazos.

Él sonrió y se acercó a mi, yo caminé hacia atrás sin darme cuenta hasta que mi cuerpo chocó con la puerta de uno de los cubículos.

- ¿Necesitas ayuda con la coleta? -habló esta vez con la voz más ronca.

- ¿Sabes hacer una coleta? -me reí, aún desafiándolo.

- Sé hacer muchas cosas, rubia. -sonrió y pude jurar que esa sonrisa me habría hecho temblar las piernas si no estuviese apoyada contra la puerta.

Llevaba muchos días sola, tenía que ser eso.

- Voy a llegar tarde, me voy. -sentencié intentando separarme de él, nerviosa de repente.

- ¿Segura? -cogió mi brazo y tiró de mi, haciéndome quedar contra su pecho.

Su respiración cálida olía a menta y café.

- Segura. -sonó más como un susurro ahogado.

Mierda.

- Pues a mi me gustaría besarte. -su voz ronca me mató.

- ¿Sueles besar a todas las chicas que te encuentras en los baños? -pregunté muy seria.

- Solo a las rubias gruñonas. -su voz psreció algo así como un ronroneo.

Destino +18 - PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora