Pero..

26.5K 1.3K 590
                                    

Alguien tocando a la puerta me despertó.

Me removí entre unos brazos que me envolvían debajo de las mantas.

Hoy era nochebuena.

- ¿Ela? he hecho desayuno y Ferran y yo estamos abajo. -la voz de Fer inundó la habitación.

Besé la frente de Pedri, que seguía dormido y me levanté.

Me vestí comoda para pasar el día caminando y buscando regalos y bajé.

Los dos chicos estaban en la cocina hablando entre risas.

- ¿Le has despertado? -preguntó Fer.

- Sigue durmiendo como un niño pequeño. -aseguré.

- Perfecto, así no sabrá donde hemos ido. -sonrió Ferran.

- Yo también os compraré cosas a los dos, ¿por qué tanto secretismo con él? -pregunté cogiendo la taza de café que Fer me pasó.

- Pedri es como un niño pequeño cuando de regalos se trata, siempre tenemos que escondérselos o ir sin él a comprarlo todo. -explicó Ferran.

Yo solté una risita.

Escuchamos la puerta de su cuarto abrirse, seguida de su voz.

- ¿Elara? -preguntó en el pasillo.

- Nos vamos, ya. -susurró Fer.

Me cogió de la mano y empezó a correr conmigo hacia fuera mientras escuchábamos los pasos de Pedri.

- ¡Nos la quedamos nosotros, hasta esta noche, tío! -gritó Ferran.

- ¡Hijos de puta! -escuché el grito de Pedri.

Nuestras carcajadas nos acompañaron hasta el coche, donde aún nos reímos más.

- Pobrecito. -hablé cuando Fer arrancó.

- Cuando vea los regalos, se le pasará. -habló Ferran.

Llegamos a un centro comercial un rato después.

Y nos pasamos la mañana entera de arriba a abajo.

Me volví loca buscando cosas para todos, pero Fer y Ferran resultaron ser muy buenos ayudando y terminamos los tres cargados de bolsas.

Le compré a Pedri una sudadera preciosa, un balón, porque al parecer según Fer, el que tenía aquí se le había roto y luego otra cosa que iba a ser más nuestra.

Todos los regalos eran pequeñas tonterías, pero sabíamos que la ilusión de todos era abrir alguna cosa.

Ya estaba anocheciendo cuando volvimos a llegar a su casa.

Entramos cargados de bolsas, riendo sin parar porque Ferran había encontrado uno de los regalos para Pedri y casi se había ahogado ahí mismo.

Fer y yo nos moríamos de la risa cuando entramos.

Pero la risa se nos cortó de repente cuando entramos en el salón.

Pedri estaba en el sofá, con una chica a su lado, los dos miraban el teléfono de ella, tapados con una manta y riendo sin parar.

No sabía quien era ella.

Y la cara de Pedri me dejó muy claro que no sabía que íbamos a llegar tan temprano.

No había rastro de sus padres ni de los de Ferran.

Esto tenía que ser una broma.

- Creía que llegaríais más tarde. -Pedri se levantó del sofá, dejando a la chica sentada.

Destino +18 - PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora