Salsichas

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En algún momento de la noche llegaron los padres de Pedri y los de Ferran y el ruido de gente en la cocina, preparando platos y poniendo la mesa se intensificó al instante.

Yo estaba en la cama de Ferran.

Estábamos mirando un video en youtube.

- No quiero que te vayas, Ela, no quiero que pases las fiestas sola. -habló dándole pausa al video.

- Él no me quiere aquí, ayer dejó las cosas muy claras. -sentencié.

- Quédate por mi, conmigo, por favor. -pidió.

- No lo sé, Ferri, es su casa y todo esto.. no lo sé. -admití.

Alguien tocó la puerta y seguidamente la abrió.

- Vengo a buscaros para cenar, está todo listo, ¿estás mejor, Eli? -preguntó Fer entrando y sentándose en la cama también.

- Estoy mejor, ¿dónde está él? -pregunté mientras nos levantábamos de la cama y me ponía los zapatos.

- Después de vuestra discusión ha salido de casa y aún no ha vuelto, mi madre le acaba de llamar y le ha dicho que está de camino. -explicó.

- Vamos abajo, te sentarás entre nosotros dos. -habló Ferran detrás de mi.

Los tres bajamos y todos los demás nos recibieron alegres.

Fer había colocado todos los regalos debajo del arbol y había un montón de paquetes.

Yo entré a la cocina, donde la madre de Pedri y la de Ferran estaban terminando de coger lo que faltaba mientras los chicos terminaban de poner la mesa.

Las ayudé y nos sentamos todos en la mesa, esperando.

Pedri entró unos minutos después.

- Lo siento, he tenido que ir a un sitio. -se excusó.

Caminó hacia el arbol y dejó una bolsa ahí al lado.

Luego miró la mesa.

Yo me había sentado al lado de Ferran y tenía la esperanza de que Fer se sentase a mi otro lado, pero estaba en la cocina.

Pedri no dudó en caminar hacia la silla vacía a mi izquierda.

Mierda.

Miré a Ferran con cara de pánico y él apretó un poco mi brazo, dándome a entender que no pasaba nada.

Sí que pasaba.

Me dolía el corazón y ese "pero" retumbaba en mi cabeza una y otra vez.

Al final estuvimos todos y la cena empezó.

Nadie pareció darse cuenta de que Pedri y yo no nos hablábamos.

Todos estaban sumidos en una conversación cuando sentí una mano en mi muslo.

Me sobresalté y miré a mi izquierda.

Pedri me sonreía de una forma triste, como si me pidiera perdón de nuevo.

Me removí y él apretó mi muslo.

Él sabía lo que me hacía sentir cuando hacía eso.

Maldito cabrón.

Se agachó hasta quedar con su boca cerca de mi oreja y un escalofrío recorrió mi cuerpo por completo.

- Déjame hablar contigo después de los regalos, por favor, quiero enseñarte algo. -susurró y su aliento me golpeó, cálido.

Cerré los ojos por instinto.

Y asentí.

No dijo nada más.

Destino +18 - PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora