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Neteyam no pensó que Ao'nung saldría después de que pasaran veinte minutos de su invitación. Decidió levantarse de la arena y sacudirse un poco para librarse de esta, estaba admirando el mar de nuevo. No sabía que era pero cada vez que miraba al mar una sensación extraña recorría todo su cuerpo, como una corriente de energía.

Esperó unos cinco minutos más, no se escuchaba nada más que el sonido de algunos animales, unos más cerca que otros, y el sonido tenue de las olas llegando a la orilla. Soltó un suspiro y simplemente comenzó a dar pasos pesados, aún tenía la esperanza de que aquel metkayina se reuniera con él.

Pese a todo su rechazo quería hacer amigos, y si tenía de enemigo al joven ejemplo de todos los demás metkayina no lo lograría. En parte quería beneficiarse el mismo con eso, además de que bueno... tuvo una charla con su padre hacía tan solo unos días, al parecer al cabeza de familia le parecía totalmente inaceptable que Neteyam no se acercara a Ao'nung, el aludido no refutó ni una sola palabra, eso solo haría enojar al mayor y no lograría nada más que tener un regaño aún más grande. Lo'ak también fue regañado; pero claramente, él no escucho nada de ello y  simplemente seguiría ignorando al de piel clara.

Extrañaba el como todos en el clan omaticaya querían hablar con él, incluso había algunos que lo veían como un ejemplo a seguir, era admirado y querido por todos los que eran más jóvenes que él e incluso de su edad. Tenía largas charlas todos los días con personas nuevas, siempre tenía algún momento para salir a explorar, y de vez en cuando, si tenía suerte, encontraba artículos humanos. Los llevaba a casa para que su padre le explicara para qué servían, después eran tirados en alguna parte por Neytiri, decía que no permitiría que algo como eso estuviera en su hogar, o cerca de él.

Neteyam caminaba lentamente, arrastrando sus pies en la arena húmeda, la melancolía haciéndose más grande con cada paso.

— ¡Ey! ¡Arándano! ¿te vas sin mí? pensé que me habías invitado. — en cuestión de segundos el omaticaya miró hacía donde venía la voz. A unos cuantos pasos de distancia se encontraba el metkayina de ojos célestes. Este se encontraba mirándolo con una sonrisa de burla reflejada en toda su cara.

Neteyam soltó una risita y rodó los ojos — no esperaba que vinieras. — retomó su caminata, esta vez caminando como normalmente lo haría. Ao'nung apresuró el paso hasta llegar a su lado.

— bueno, como dije, no puedo dormir. Tal vez estar contigo me daría sueño. — sonrió de lado mientras veía al contrario.

— ¿Estás insinuando que soy aburrido? — simuló estar ofendido aunque la sonrisa en su cara demostraba que solo quería molestar al metkayina.

— tal vez... — Ao'nung se encogió de hombros y miró a Neteyam. Este solo rió y siguió caminando con el ojiazul a su lado. Escuchando la brisa, las olas y las frases sueltas que de vez en cuando lanzaba el menor.

Así siguieron por un rato, hasta que uno de ellos decidió ir a descansar... para nuestra sorpresa; no fue el chico pez.

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