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— Debes dejar de asumir la culpa por todo lo que hace Lo'ak. — Kiri le decía a Neteyam casi que desesperada. 

— Kiri, ya tuvimos esta conversación —. Neteyam echó su cabeza hacia atrás mirando al cielo. 

— ¡Pero es que siempre te lo tengo que repetir! — la frustración era notable en su cara. — Lo'ak no es un niño ya, ni tú ;y yo tampoco. Entiendo que quieras cuidarlo. —colocó su mano sobre la del mayor— es mi hermano también, daría lo que fuese por él. Pero esto lo tiene que hacer solo, ¿qué hara si algún día tú no estás?

Neteyam arrugó la cara al oír tal frase. — siempre estaré para él. 

—¿Y no formarás una familia? ¿No querrás vivir tu propia vida al menos una vez? — Kiri ya no sabía como más expresar su descontento por la actitud del mayor. 

— creo que esta conversación se acaba aquí, habláme cuando tengas algo más interesante por lo que discutir. — neteyam se levantó del suelo y simplemente comenzó a caminar sin rumbo fijo, mirando al suelo y de vez en cuando viendo cuánto se había alejado de su hermana y de la parejita que se encontraba ocupada jugando con agua. 

Kiri veía triste el como  se alejaba cada vez más, se ponía sensible cada vez que hablaban del tema y se le hacía imposible pensar en Lo'ak como alguien lo suficiente maduro para resolver sus propios problemas. Y era molesto, porque no solo era perjudicial para él sino también para Lo'ak ¿cuándo aprendería a cuidarse solo? Y no solo eso, es que el niño al que tanto cuida estaba entrando en una relación, donde más de una vez tendría problemas y no podrá arreglarlos él. Lo'ak ya estaba viviendo su vida pero Neteyam seguía pensando que tenía que cuidar a un bebé más. 

Se estaba desvaneciendo con tal de darle una buena vida a alguien que ha demostrado que lo podría hacer por sí solo. 

Neteyam seguía su camino, a medida que iba caminando la razón por la que estaba molesto se hacía más difusa en su mente y solo podía pensar en la arena y en los caparazones que se encontraba de distintos moluscos.

Había sido inmaduro de su parte irse de aquella manera, lo sabía, entendía la razón por la que Kiri estaba preocupada; pero era algo que habían hablado millones de veces antes. Y era algo que no iba a cambiar, por más que la omaticaya quisiera.