¿¡Cómo pudiste traicionarme María!?

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Una apresurada Hurrem caminaba por los pasillos de Topkapi en busca de su amiga

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Una apresurada Hurrem caminaba por los pasillos de Topkapi en busca de su amiga.

María, ese era el nombre de la amiga de Hurrem, ambas habían nacido y crecido en el mismo pueblo, en Rutenia.

Y al llegar las dos al mismo palacio, era lógico que estarían unidas las dos.

Pero desde hace unas semanas que María se había estado comportando distinta con Hurrem, ya no la saludaba, no le contaba sus días y tampoco ayudaba con la crianza de sus hijos.

Hace poco Hurrem había dado a luz a un nuevo príncipe, el cuál fue bautizado como Selim, y desde allí María ya ni si quiera le dirigía la palabra.

Al parecer con la llegada del nuevo príncipe, todos habían decidido declararle la guerra, Hatice de las pocas veces que se dirigía a ella, ya ni lo hacía y si lo hacía era para decirle que su lugar era el de una criada.

Al parecer desde que Hatice se casó con Ibrahim se había vuelto más altanera y fría con ella.

Mahidevran y Mukerrem la odiaban rotundamente, ella tenía dos príncipes para en tronar, lo cuál era un peligro para sus hijos, por lo que les habían prohibido a sus hijos jugar con los de Hurrem.

Mustafá hizo caso y estaba distante de Mehmed, pero por otro lado estaba Mahmud, el cuál de rato en rato venía a tocar la puerta de los aposentos de Hurrem para preguntar su podía ver a sus hermanos.

Cuando eso sucedía, Hurrem le sonreía y lo dejaba pasar, sabía perfectamente que ellos eran hermanos y que debían crear un vínculo, y ella no era nadie para evitarlo.

Si Mukerrem y Mahidevran querían criar a sus hijos con odio, estaba bien, pero ella no lo haría, ella dejaría que sus hijos se acercarán a sus hermanos y era cosa de ellos si los querían cerca.

Hurrem suspiro y encontró a Nigar, la cual se dirigía hasta ella.

──Sultana.── Reverencio Nigar.── ¿Paso algo con nuestros príncipes?

──Mihrimah tiene un leve dolor en el estómago, buscaba a la doctora.

──¿No debería encargarse María de eso?

──Deberia, pero estás semanas a estado muy distante y ya ni siquiera la veo.

Nigar le pidió a Hurrem que regresará con la sultana, que ella pronto vendría con la doctora y con un asentimiento regreso a sus aposentos, encontrándose con una sorpresa no muy grata.

──¿A dónde se llevan las cosas de María?── Preguntó Hurrem extrañada.

──Sultana...── Empezó un Agha pensando bien que iba a decir.── La madre Sultana ordenó que llevemos las cosas de María a la habitación de las favoritas del Sultán, desde hoy vivirá allí.

Hurrem cayó en cuenta a lo que se refería el Agha y sin pensarlo dos veces salió de su habitación hecha una fiera.

Al llegar al Harem, ignoro a las demás mujeres y se fue directo a la habitación de María, bajo a la mirada burlona de Mahidevran.

──¡Serpiente Traicionera!── Grito Hurrem una vez estuvo dentro, asustando a María.──¿¡Por qué lo hiciste?!

──Esto es un Harem Hurrem, no puedes ser la única mujer del Sultán.── Hablo María.── Yo también merezco ser sultana en este palacio y que todos se arrodillen ante mí y besen mi traje.

──¿¡Estás loca?!── Grito Hurrem pegándole una cachetada a María que la tiró al piso.──¿¡Que te hace pensar que ser Sultana es fácil?! Si ves con tus propios ojos todo lo que me hacen esas mujeres.

──Tu te lo buscas.── Hablo María levantándose del suelo con la mano en el lugar donde Hurrem le había golpeado.──A ti todos te odian, en cambio a mí no, tengo el favor de la madre Sultana, Mahidevran y Mukerrem me invitan al jardín siempre, y la Sultana Hatice no es hostil conmigo, todos me quieren.

──Que no te engañe esa falsa amabilidad María.

──Maria ya no existe, mi nombre es: "Gülnilhal."

──Escuchame bien Gülnilhal o como te llames.── Hurrem se acercó a la mujer que tenía en frente.── Ser Sultana no es fácil en lo más mínimo, y si llegas a quedar embarazada y das a luz a un hijo varón, ten por seguro que harán todo lo posible para matarlo, porque en este palacio no existen las amistades.

──Lo dices porque estás enojada, te molesta y duele que el Sultán ahora esté conmigo.

──Escucha bien mi consejo Gülnilhal, todas esas personas que te muestran amabilidad, serán las primeras en provocar tu caída.

Y dejando a Gülnilhal con la palabra en la boca, la rusa salió de la habitación con evidente enojo.

O bueno, el enojo era lo de menos, sentía un gran dolor al saber que dos personas que amaba la habían traicionado descaradamente.

Suleiman al meterse con su amiga y el sabía claramente que ella era su amiga, y la otra por haber entrado a los aposentos del Sultán, aún sabiendo que Hurrem lo amaba.

Suleiman al meterse con su amiga y el sabía claramente que ella era su amiga, y la otra por haber entrado a los aposentos del Sultán, aún sabiendo que Hurrem lo amaba

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𝐿𝛼𝑠 𝐿𝜀𝜎𝜋𝛼𝑠 𝐷𝜀 𝑇𝜎𝜌𝜅𝛼𝜌𝜄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora