Capítulo 9

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Logan

¿Me creerán si les digo que la personita que tanto le temía a subirse a un caballo, está siendo la estrella en estos momentos?

Delle está en el primer puesto. El puesto más sencillo para una novata. Nate tiene el puesto de defensa principal, Leo el de defensiva y yo soy el líder táctico. Fue sencillo dividirnos los puestos, siempre hemos estado en los mismos desde hace años. Así es como funcionamos. Sin embargo, Alex es el único que no juega hasta el quinto tiempo, pero tampoco parece muy entusiasmado por jugar. Se ha largado a embriagarse al bar, mientras Delle ocupa muy contenta su puesto.

Y aunque parezcamos un equipazo justo ahora, no nos fue tan bien al comienzo. En el primer tiempo, Delle marcó la primera infracción. Había anotado la pelota en la portería contraria, y cuando lo hizo, esbozó una enorme sonrisa de felicidad, pero tan rápido como lo hizo, desapareció al instante en el que el silbato sonó. Me miró y yo solo le enseñe el pulgar arriba como respuesta. Ella resopló.

El segundo tiempo cruzó incorrectamente la línea de la pelota y en el tercer tiempo, ya había aprendido un poco de sus errores. Nos intercambiamos una que otra mirada, en donde no tuvimos que hablar para entender que nos decíamos el uno al otro. Sin darnos cuenta, ya habíamos creado una especie de lenguaje en el juego que solo nosotros entendíamos. De puta madre, ¿no?

El asentimiento de cabeza significaba que todo iba bien, el elevamiento de mentón era cuando había algún problema, el guiño era para saber que teníamos todo bajo control y la sacada de lengua era simple chuscada. Sin olvidar que de vez en cuando me enseñaba el dedo corazón, pero eso era solo por cabrona.

Mamá se llevó una gran sorpresa cuando Delle lo dio todo y anotó un punto en el tercer tiempo. Chilló de emoción y casi se cae de culo de Coral, pero logró equilibrarse. Y desde ese momento, el lado competitivo que había visto en el partido de voleibol de ayer salió a la luz. ¿Me siento orgulloso? Por supuesto que lo estoy.

Ahora nos encontramos en la final del tercer tiempo, he hecho buenas maniobras con el taco y Nate lo ha dado todo, al igual que Leo. Me enorgullece decir que por ahora vamos ganando. Dos de mis primas y dos de mis tíos están jugando en el equipo contrario. Y aunque nosotros nos estemos llevando el triunfo, no puedo negar que están jugando demasiado bien. Se ha vuelto un juego pesado.

Pego la pelota con el mazo del taco, ganando un derecho de paso haciendo que los otros jugadores no puedan cruzar mi línea. Veo a una de mis primas cabalgar a mi lado izquierdo, al tiempo que mi tío Adriano se acerca hacia el otro lado contrario con su taco en la mano derecha. Veo a Nate a poca distancia y sin esperar, golpeo la pelota. La pelota llega hacia él, la lanza hacia la dirección de Leo que está cerca de la portería y entonces con éxito golpea la pelota, apuntando un punto. Excelente.

El tercer tiempo termina. Mierda. Esos siete minutos de juego fueron los más tensos de toda mi vida y no porque fuera un partido difícil, sino porque estuve con el pendiente de que Delle no cayera de culo esta vez. Veo como ella se acerca hacia mí.

—¿Todo va bien? —inquiero con tanta tranquilidad, como si no la hubiese visto anotar su primer punto hace unos minutos y chillar de emoción. Delle suelta un jadeo de indignación.

—¿No vas a felicitarme por anotar un gol?

Sus respiraciones son pesadas. Se nota que está cansada, pero no dice nada. Al contrario, lleva esa sonrisita de superioridad en el rostro por el punto que anotó. Sé que se le ha subido por los cielos. Luce adorable.

—Se le dice punto, Delle.

—Da igual, me entiendes. Creí que éramos amigos —se lleva una mano al pecho y yo enarco una ceja.

Querida DelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora