Delle
Cuando la pantalla se pone negra, todos los ojos caen sobre mí.
Es como si el silencio se volviera una entidad propia, pesada y abrumadora, presionando contra mi pecho. Estoy de pie frente a un mar de rostros; algunos impactados, otros con expresiones de incomodidad o empatía. Pero todos me están mirando. Las luces del escenario calientan mi piel, y por un momento siento que podría derretirme ahí mismo.
Mi corazón late tan fuerte que me parece escuchar su eco. Respiro hondo, buscando algo a lo que aferrarme, algo que me recuerde que no me voy a desmoronar. Y entonces, mis ojos se cruzan con los de Logan. Está ahí, sentado entre el público, con esa sonrisa tranquila.
Ese pequeño gesto es como un ancla. Me ayuda a devolver la mirada al público sin sentir que voy a colapsar. Paso una mano disimulada por el chaleco, más para darme tiempo que por otra cosa.
Habla ya, idiota.
—Sé que estas últimas semanas han sido difíciles, que se ha hablado mucho de mí. Y entiendo que mi nombre ha estado en todas las bocas. Pero yo solo quiero dejar algo claro: no ha sido fácil. Este no es solo un trabajo para la clase. No es solo un proyecto en el que me lancé a crear algo que podría impresionar o hacerme ganar puntos. Esto... esto es algo mucho más personal.
La sala sigue en completo silencio, pero no se siente vacío. Es como si todos estuvieran esperando, procesando.
—Este corto es mi forma de darle voz a lo que normalmente se calla. Es una ventana a esas partes de la vida que intentamos ocultar, ya sea por miedo, vergüenza, o porque nos han enseñado a no hablar de ellas. Pero, ¿por qué? ¿Por qué seguimos guardando esas experiencias en silencio, incluso de nosotros mismos? En este corto, traté de reflejar esas emociones, esos momentos que quedan en las sombras, invisibles a los demás, pero que nos definen profundamente.
En ese instante, los periodistas comenzaron a sacar sus cámaras.
No temas, Delle.
—Y sí, lo sé, muchos piensan que a veces el arte está hecho solo para entretener, para hacernos olvidar por un rato lo que nos duele. Pero este corto no es solo entretenimiento. Es una reflexión. Un recordatorio de que todos pasamos por algo, de que, aunque no lo digamos, nuestras heridas nos han formado, nos han hecho ser quienes somos hoy. Y yo... solo quería mostrar eso. Quería que todos pudieran ver esas partes que muchas veces tratamos de esconder, y tal vez, al final, encontrarnos un poco más humanos, más reales, más conectados. Muchísimas gracias por ver.
Y entonces, todo el mundo comienza a aplaudir.
Primero, es tímido, casi vacilante, como si la sala necesitara un momento para digerir lo que acababan de presenciar. Pero, al segundo siguiente, los aplausos se convierten en una ola ensordecedora, cada vez más fuerte, llenando cada rincón del auditorio. Puedo sentir cómo el calor sube a mis mejillas. Mierda. ¿Qué hago ahora? ¿Doy las gracias otra vez? ¿Hago una reverencia? ¡¿Me escondo?!
De pronto, alguien se pone de pie. Es Jayden, que empieza a silbar exageradamente mientras aplaude con fuerza, seguido de Blair, que está gritando algo que no logro entender entre el ruido. En cuestión de segundos, mi grupo entero está de pie, aplaudiendo como locos.
Mi respiración aún está entrecortada, pero no puedo evitar sonreír.
Entonces, el maestro de ceremonias regresa al micrófono y empieza a hablar, pero sinceramente, no escucho ni una palabra. Todo lo que puedo hacer es quedarme en el escenario, tratando de no temblar mientras mi corazón todavía late como loco.
Finalmente, me retiro entre bastidores, todavía sintiendo los aplausos resonando en mi pecho. Apenas cruzo la cortina, Zack me recibe con un abrazo desmedido.
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Querida, Delle
Novela JuvenilDelle está desesperada por encontrar a un chico que se haga pasar por su novio falso, antes de la noche de Año Nuevo. Pues digamos que no es la chica más honesta del mundo... les ha mentido a sus padres y les ha dicho que ya tiene novio. El problem...