Arthur Havisham un chico engreído que solo piensa en el bienestar y preocupación por si mismo, su padre quiere darle una lección, obligándolo a contraer matrimonio con alguien que no desea.
" Ya estoy cansado de tu arrogancia y egoísmo, piensas que...
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Odette
Al cerrarse la puerta no tuve más que hacer que esperar la indicación que se me diera, la verdad seguía perdida, no sabía que me esperaría después de esto me siento traicionada, enojada , impotente pero de qué me sirve, si nisiquiera puedo reclamar nada, tome asiento en un pequeño sofá que estaba en el pasillo, pero la presencia del Se. Havisham hizo que me levantará nuevamente.
- Bien señorita, espero que su estancia aquí sea la más adecuada y cómoda posible. - me dice con una ligera sonrisa. No me queda más que darte la bienvenida de nuevo.
- Muchas gracias Señor y lamento mucho mi comportamiento de hace un rato.
- No te preocupes linda, se que esto es nuevo para ti, pero descuida todo bien, ahora mi hijo Arthur te acompañará a tu habitación.
- Que?- expreso el chico con una mirada de disgusto, por lo que debo deducir que no le agrado, esto será más duro de lo que creí.
- No se preocupe Señor puedo hacerlo sola, solo le pregunto a alguien del servicio. - Dije para liberar la tensión que se había formado.
- De ninguna manera, vamos Arthur guía a la señorita a su alcoba así pueden irse conociendo un poco.
El chico hizo un gesto de rendición ante su padre y me dió paso libre para adelantarme luego se fue tra de mi y en un instante me alcanzó para indicarme cuál sería mi habitación. Subimos las escaleras seguidas por un pasillo largo, nos detuvimos en el fondo de este delante de una puerta color marrón claro definido.
Después abrió la puerta y de nuevo me hizo un ademán para que entrara primero.
- Bien, está es tu habitación, ahí está una ventana, una cama, un ropero para guardar pues tu ropa y un escritorio por si quieres escribir poesía yo alguna idiotez que se te ocurra. - Este chico de verdad era insoportable nisiquiera disimulaba que me odiaba.
- Gracias aunque pareciera que no me quieres aquí.
- Pues no te equivocas - dice el chico acercándose a mi - la verdad es que no te quiero aquí, estés un estorbo en mis planes, no sabes cuánto te odio.
Debo admitir que esos ojos cafés me ponían nerviosa, eran preciosos no había visto unos ojos tan hermosos en toda mi vida aunque me miran con siento despreció y aunque su portador era con completo estúpido, le contuve la mirada , no me iba a hacer menos con sus aires de grandeza y ese porte de niño bonito.
