A escondidas (Jenlisa)

Capítulo 08

NARRADOR OMNISCIENTE:

Una semana había pasado de la última vez que ambas mujeres habían hablado, hablado era un decir ya que habían compartido esos besos en el sofá de Lisa, después de lo sucedido la morena evitó a toda costa a Lisa, las veces que se habían cruzado en la casa de Mino y en el estudio de Mino en el centro de Miami.

No pudieron evitar mirarse, pero cuando Lisa intentaba acercarse a Jennie esta huía de su lado sin dejar que la ojiverde se acercará a ella.

Lisa sabía que debían hablar, tenían una charla pendiente, ella quería saber porque la morena le había dicho que ella la confundía y no podía dejar de pensar y sentir que Camila a lo mejor sentía algo por ella, al igual que ella por la morena.

En tanto Jennie sufría cada vez que debía estar con Mino cada vez que debían besarse, amarse y entregarse el uno al otro.

Jennie estaba sentada dentro de la pequeña oficina que tenía en el estudio de Mino.

Hoy sólo se dedicaba a revisar unos papeles que Mino le había pedido que hiciera. Estaba más tranquila no había recibido mensaje de Lisa, el día de hoy y tampoco ellos habían ido al estudio de Mino y eso la ponía de muy buen humor, al saber que mientras más lejos tenga a la ojiverde más fácil sería para ella olvidarse de los besos que había compartido con la pelinegra.

Pero lo que Jennie  no se esperaba y ni siquiera se imaginaba que en este mismo momento por las puertas del estudio. Entraba una pelinegra con un pantalón rasgado color negro, una remera de los Ramones y una campera de cuero negra, unos anteojos de sol de mismo color. Y sólo un poco de labial en sus labios. Tomada de la mano de un Jackson vestido de su manera descomunal.

Lisa sonrió sabía que Jennie no podía esconderse para siempre de ella. Era por eso que había venido cada día junto a su novio, pero sólo con una intención encontrar a la morena y si podía llevarse la suavidad de esos labios a los suyos una vez más sería lo mejor.

Jennie sintió sus párpados caer un poco, llevaba casi más de dos horas comprobando facturas, remitos y muchas cosas más.

Entonces Jennie pensó que sería bueno tomar un descanso e ir por un poco de agua a la pequeña cocina que había en el edificio.

Al levantarse de su silla, camino hacia la puerta y salió rumbo a la cocina Sin mirar a los lados siguió su camino e ir por su vaso de agua.

Tomó un vaso de la repisa y al llenarlo de agua lo llevo a su boca.

Sintió el líquido correr por su garganta y se sintió un poco aliviada, a lo mejor era lo que necesitaba pensó, un poco de agua.

Estaba apunto de darse vuelta cuando sintió que unos brazos la rodeaban desde atrás tomando por la cintura.

Sintió su cuerpo tensarse y no quería darse vuelta, sabía quién era, sabía quién la había tomado de la cintura, sentía el perfume de Lisa llegar a su nariz.

—Hola hermosa— le dijo con un tono dulce y suave sobre el oído de Jennie.

—¡Suéltame por favor!— pidió Jennie. Sintiendo que si seguía así su cuerpo la traicionaría.

—¿Porqué?— le pregunto Lisa— ¿a que le tienes miedo?— volvió a hablar la pelinegra.

—No...no tengo...— y Jennie no pudo continuar cuando sintió que Lisa se pegaba mas a su espalda.

—Jen, aún me debes un beso— dijo Lisa haciendo que la morena girará sobre sus talones y quedará frente a ella.

—¡No!— dijo Jennie tratando de soltarse de los brazos de Lisa.

—Oh vamos Camila sólo un beso— dijo Lisa mientras hacia un puchero.

—Lisa no creo que este bien hacerlo aquí, alguien puede vernos— dijo Camila a la ojiverde quien intentaba besarla.

—Vamos Jennie, Mino y Jackson están en el estudio, ellos no se darán cuenta que faltamos nosotras— le dijo Lisa besando el cuello de Camila.

—Espero no te equivoques— contestó un poco dudosa.

—Tranquila bésame por favor— pidió Lisa.

Y ambas mujeres se fundieron en un beso necesitado.

En un beso que ambas necesitaban, un beso que Lisa  pedía a gritos y un beso que Jennie nunca pensó que sería tan asombroso como lo estaba siendo en este momento.

Estaban besándose de una manera que ninguna de dos pensó que pasaría. Lo hacían lento con ternura ninguna de las dos se movía de la posición en la que estaban. No querían cortar el beso, no querían y no podían.

Mientras estaban a escondidas...