Lola hoy está contenta, nos han propuesto a las dos bajar al rodaje. No es que me haga especial ilusión después de mi primera experiencia aquí pero con ella a mi lado no me siento tan sola como aquella vez. Además, el trabajo de ayer en el spot fue increíble, me sentí genial trabajando con lo que me gusta y todo el mundo parecía muy contento con el resultado. Incluso Adam. Fue extraño volver a casa en su coche: dos semanas atrás era una figura idílica en mi mente, hace unos días fue un completo estúpido al que odié con todas mis fuerzas y ayer se había convertido en alguien amable y cordial. No entiendo nada. Me faltó muy poco para saltar desde el coche en marcha, la tensión en mi garganta era cada vez más grande y cuando me preguntó si volvería a verme, casi vomito mis propios órganos. No sé exactamente cómo me siento ahora. No le odio como anteayer pero tampoco le admiro como siempre. Al llegar a casa rescaté la foto arrugada de la papelera, la doblé y la metí en la funda del móvil. Quiero descubrir si queda o existe algo del director de esa imagen, si fue real una vez, ¿por qué no lo es ahora? ¿Qué ha ocurrido?
Esta vez no nos asignan actores, nos ponen a cada una como auxiliar de un maquillador. Me alegro de que me toque con Mario, a pesar del desastre de la otra vez, fue amable y atento conmigo.
- Me alegro de volver a verte - dice en cuanto me ve -, hoy todo saldrá mejor, ya lo verás.
Coloco el material en dos bandejas distintas, si nos llaman por Clarisa Margó, llevaré la blanca, en la que he preparado el color exacto de su base para la piel y la paleta que han usado en el maquillaje previo. En la segunda bandeja, la azul, tengo lo necesario para matizar y retocar a Yaiza Corberá, la actriz secundaria de piel como el carbón. Los materiales son completamente distintos para cada una pero los botes y las tapas son prácticamente iguales, así que me aseguro varias veces de que todo está en su sitio y miro a Lola, que hace lo propio en la mesa de al lado.
- ¿Tienes una brocha de polvos de sobra? Con los nervios me he dejado algunas cosas arriba.
Es inusual que a mi amiga le pase algo así, siempre está en todo, pero no me extraña tanto, teniendo en cuenta que es la primera vez que le proponen algo importante. Busco en mi mochila debajo de la mesa y saco lo que necesita, me he asegurado de traer de sobra de todo así que estamos cubiertas las dos.
La mañana comienza genial, Lola parece disfrutar muchísimo al trabajar al lado de la maquilladora con la que está, además, le ha tocado con Henry Bas. El actor es guapísimo y se nota mucho cómo casi todas las chicas del equipo babean al pasar cerca.
Después de retocar solo una vez el labial a Yaiza, llaman a Mario para cubrir y matizar la piel de Clarisa. Le sigo de cerca con la bandeja y poniendo mucho cuidado en no tropezar con nada. Le ofrezco la brocha necesaria para la base y abro el bote plano con el líquido denso. Cuando pone en contacto el producto con el pómulo de la actriz siento como toda la sangre se me baja a los pies. Mario despega la brocha y se queda petrificado, escucho varios gritos ahogados por la sala y el maquillador me mira furioso.
- ¡¿Qué has hecho?!
Sale corriendo del plató en busca de material para corregir la mancha marrón que cruza la mejilla de la actriz, que se ha tocado la cara para saber qué ocurre y su grito me saca del shock.
- ¡Niña inútil! ¡No sé cómo te han dejado volver a entrar aquí!
Busco unos algodones en la bandeja intentando ignorar sus insultos pero las manos me tiemblan. Cuando Mario llega, choca contra mi hombro y caigo con la bandeja al suelo. Recojo todo lo rápido que puedo las brochas y los botes pero una mano tira de mi brazo y me levanta. Will me saca del infierno y antes de que me de cuenta estoy en el pasillo de acceso al ascensor. Me duele el pecho, todo ha ocurrido muy rápido y ahora me doy cuenta de que no estoy siendo capaz de coger aire suficiente. No veo bien, compruebo mi cara y noto mis gafas en su sitio. ¿De dónde salen esas chispas de colores? La voz de Will parece lejana aunque siento el tacto de sus manos en mis hombros.
- Gala, respira por la nariz, tran...
No oigo el final de la frase, las rodillas me fallan y todo se vuelve negro. Supongo que desmayarse es una forma de evitar los problemas momentáneamente.
La risa de Lola es lo primero que perciben mis oídos cuando despierto, alguien está cogiendo mi mano y, cuando abro los ojos, la veo sentada en el borde del sofá en el que estoy tumbada.
- ¡Gali! - acerca su cara a la mía sonriendo - Vaya susto, amor, ¿cómo te encuentras?
Me incorporo hasta apoyar la espalda en el brazo del sofá y veo a Elena y Perti, los tres me han estado cuidando.
- ¿Qué ha pasado cuando me he ido?
Se miran entre ellos como si ninguno quisiera tener que dar la información. Perti suspira y me lo explica tanteando las palabras.
- Clarisa ha salido del plató muy enfadada, no han podido terminar de grabar la secuencia de hoy. Ha dicho que solo trabajará con profesionales, que esto no es una cafetería de instituto.
- Mario estaba muy enfadado - añade Lola - ha preguntado varias veces si eres daltónica.
Me abrazo las piernas y reposo la frente en mis rodillas, mis ojos se inundan y en un par de sollozos mis mejillas están empapadas. Elena corre a la mesa de la comida y vuelve con varias servilletas, realmente estamos en el peor sitio, cualquiera podría venir a comer o descansar. Como si el mundo leyera mi mente y pudiera hacer que la situación fuera peor, alguien llega con semblante serio y paso decidido. Adam se planta delante del sillón y me mira con los brazos cruzados.
- ¿Cómo te encuentras?
- Mejor - contesto sintiéndome de piedra otra vez.
- Bien, a mi despacho.
Se gira para salir de la sala de descanso pero Perti interrumpe su paso.
- Adam, perdona, pero está muy cansada y algo confundida, quizá puedas hablar con ella en otro momento.
El director lo fulmina con la mirada y todo se vuelve muy frío. Espera a que mi amigo retire la mirada y entonces camina hacia la habitación contigua dejando su puerta abierta.
- Tranquilo, Perti - le tranquilizo mientras me levanto -, estaré bien.
No sé a quién intento engañar pero no me lo creo ni yo. Cierro la puerta una vez estoy dentro de su despacho y me siento frente a su mesa. Me mira desde su silla con el ceño fruncido y la mano apoyada en su boca, el pulgar surcando de un lado a otro su barbilla.
- Explícame qué ha pasado - pide con voz neutral.
Trago saliva e intento hablar sin trabarme, casi lo consigo.
- Pu-pues le he dado a Mario el b-bote incorrecto.
Levanta una ceja sin dejar de mirarme como si intentara leer mi mente. Los nervios llegan a mis extremidades y meto las manos debajo de mis piernas para que no note que me tiemblan.
- ¿Lo habías revisado todo antes de empezar?
Asiento sin abrir la boca.
- Ayer no cometiste ni un solo error y absolutamente todo dependía de ti. ¿Cómo puede ser que hoy, que solo tenías que llevar una bandeja, haya ocurrido esto?
- No lo sé.
Me mira de nuevo intensamente y, cuando separa los labios para seguir torturándome, alguien llama a la puerta. Si Adam tuviera superpoderes la puerta se habría reducido a cenizas con la mirada que ha echado antes de saber siquiera quien es. Will entra sin pedir permiso y se sienta en la silla de mi lado.
- Tienes mejor aspecto - comenta con su sonrisa indestructible -, ¿por qué no te vas a casa y descansas? Nosotros tenemos muchas cosas que organizar, mañana será otro día - mira a su amigo -, ¿verdad, Adam?
Ambos parecen tener una conversación mental que termina con un resoplido por parte del director. Se dirige de nuevo a mí y me asiente de mala gana.
- Mañana será otro día.

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¡Prevenidos!
Romance¿Qué ocurre cuando descubres que tu amor platónico no tiene nada que ver con lo que habías imaginado? Una joven en busca de su propio camino. Un hombre perdido que necesita que lo encuentren. La eterna lucha entre mente y corazón que nunca acaba bie...