14. Gala

3 2 0
                                        

Hoy es la primera vez que cambiamos de localización. Por suerte, la hora de preparación del rodaje es más tarde que de normal así que coincido con mi hermano para desayunar. Nos sentamos juntos en los taburetes frente a nuestras tazas. La suya parece tener más cacao que leche y la mía creo que no lleva el suficiente café. Se pone de rodillas para llegar mejor a la barra y vuelca la caja de cereales en el poco espacio que queda. Los hunde con la cuchara y echa un poco más hasta que la taza está literalmente a rebosar. Hacía tiempo que no desayunaba con él y me río ante el show matutino. Después de pegar los labios para sorber y masticar a la vez, me mira con el morro lleno de chocolate.

- El desayuno es la comida más importante del día - dice mientras intenta rebañar con la lengua los trozos de cereal que se han quedado entre sus dientes.

Me lo tomo al pie de la letra y vuelco la caja en mi taza. Hundo los cereales y me conformo con la primera tirada, tampoco quiero salir de casa rodando. Cuando lo pruebo me sorprendo al ver que está más bueno de lo que esperaba, y eso que el mío es con café.

- Ayer no tuviste que ir a trabajar - le miro sin entender -, ¿por qué no quisiste estar conmigo por la noche?

- No, ratón - me acerco a él y se sienta a horcajadas sobre mí -. No es que no quisiera estar contigo, es que estaba muy cansada. Estoy teniendo unos días difíciles pero yo siempre quiero estar contigo, ¿vale?

- Vale.

- Sabes que te quiero, ¿verdad? - junto la punta de mi nariz con la suya.

- Y yo a ti - me devuelve el besito de nariz -. ¿Estás triste por los días difíciles?

- No estoy triste - casi me lo creo -, de hecho, hoy estoy bastante feliz.

- ¿Y eso?

- Pues porque ayer estuve con alguien que me hizo sentir muy bien.

Vuelve a su taburete para mirarme descaradamente con la boca abierta.

- ¿Ahora tienes novio?

- ¡No! - nos reímos - Es algo mejor, tengo un nuevo amigo que me hace sentir como alguien a quien hace mucho que no veo.

- ¿A quién te refieres?

Dudo unos instantes antes de contestar pero creo que merece que podamos hablar del tema sin sentirnos mal por ello.

- A papá.


Se me hace muy raro volver al campus. Hace dos años que terminé la carrera y, no sé por qué, lo veo súper lejano. Parece que ha pasado una vida y ahora me encuentro de nuevo cruzando el césped entre facultades. Vamos a grabar en la biblioteca principal, lo cual me parece malísima idea teniendo en cuenta que seguramente haya cientos de estudiantes que contaban con pasar aquí la mañana o el día entero.

Para esta secuencia tenemos que maquillar a varios actores de figuración. Me han asignado también la actriz que hace de bibliotecaria así que debo estar atenta para no meter la pata esta vez. Todo va sobre ruedas, la toma sale a la primera y Adam manda cambiar el combo que se debe trasladar al piso de arriba, donde ya han movido y cambiado la disposición del mobiliario y han añadido decorado. Recojo lo que me corresponde y, al volver a mirar hacia el equipo de grabación, me doy cuenta de que Perti no está. En su lugar, un chico corpulento prepara la pértiga para llevarla con cuidado a la planta superior. No es que me sienta mal por él, dudo que alguna vez deje de estar enfadada por lo que me hizo ayer, pero no pretendía que perdiera su trabajo. Todos mueven el material y el espacio se va quedando cada vez con menos gente. Me acerco a Adam mientras termina de meter papeles en una carpeta y se sobresalta cuando aparezco frente a él. No sé en qué momento me he vuelto tan valiente pero si él puede jugar a la confusión, yo también, y eso que ni siquiera me lo he propuesto todavía.

- Hola - digo al ver su cara expectante.

- Hola.

- Has cambiado al pertiguista.

- Muy hábil, Gala - dice con sarcasmo -. Aunque no me refería a ese tipo de observación tan básica cuando hablamos sobre el oficio hace un par de noches.

Coge dos libros que hay sobre la mesa y se dirige a uno de los pasillos. Deja uno en su hueco de la estantería y camina en busca de la balda del otro. Le sigo.

- ¿Al anterior le habéis dado un finiquito o algo así?

- ¿Estás hablando en serio? Me parece muy estúpido por tu parte que le defiendas.

- No le estoy defendiendo.

- Te estás preocupando por él - frena en seco y me mira muy serio -, que es peor. ¿Qué crees que habría pasado si no te lo hubiese quitado de encima? Lo que te hizo tiene un nombre y en mi rodaje no quiero delincuentes ni violadores.

Se gira de nuevo pero no llega a dar ni un paso tras escuchar mi pregunta.

- ¿Por qué lo hiciste?

- ¿Qué pregunta es esa, Gala?

Se acerca lentamente a mí y de repente me encuentro entre la estantería y él. La valentía del principio está a años luz y ya puedo notar cómo me tiembla la mandíbula. Su cuerpo está a menos de dos palmos del mío y tengo que mirar hacia arriba para poder seguir hablándole a la cara.

- Sé.. sé o bueno, quiero creer que ayudarías a cualquiera que estuviese en esa si-situación pero...

- Pero ¿qué? - le siento más cerca y nuestras voces suenan más bajo a medida que la conversación avanza.

-Pero me pareció... algo más p-personal.

Su nariz roza la mía y veo de reojo cómo apoya sus brazos en el estante que hay sobre mi cabeza.

- ¿Qué te hace pensar que no haría exactamente lo mismo por cualquier otra chica?

- No lo sé - mi voz es casi inaudible.

- ¿Te gustaría que me alterase de esa forma sólo por ti?

Ya no sé ni qué contestar. Trago saliva con dificultad y me arrepiento de haberme puesto la camiseta ceñida que llevo y que, aunque no sea escotada, evidencia de forma exagerada el sube y baja de mi pecho intentando controlar mi respiración. El corazón me tiembla más que las manos cuando siento su aliento cálido en mi oreja.

- ¿Qué te gustaría que hiciera por ti, Gala?

Cierro los ojos incapaz de responder a ninguna de sus preguntas. Un sudor frío me recorre la espalda y espero a que sea él quien tome la siguiente decisión. Noto una caricia casi imperceptible en la cara que acaba en la comisura de mis labios. Abro los ojos lo justo para comprobar si se queda o se va y, al ver que está en duelo consigo mismo, me inclino levemente hasta que nuestras bocas se rozan. La balanza que hay en su mente se le vuelca hacia un extremo y acto seguido me da el beso más intenso que he tenido en mi vida. El libro y la carpeta, que aún sujetaba en una mano, caen en el instante que decide atraparme entre sus brazos. Pega su cuerpo contra el mío y no me parece que esté lo suficientemente cerca. Mis manos se deslizan por su pecho hasta llegar a su cuello. Lo atraigo más a mí mientras enredo mis dedos entre su pelo. Paramos menos de un segundo para respirar y nuestras lenguas vuelven a unirse desesperadas. Su barba me raspa suave y húmeda por la saliva. Siento una ola de placer dentro de mí que me eriza la piel y un gemido corto y agudo se me escapa. Adam aparta su cara de la mía y despega sus brazos de mi cuerpo.

Camina rápidamente hacia detrás hasta que su espalda encuentra la estantería de enfrente. Nuestras respiraciones siguen agitadas pero él parece controlarse más fácilmente que yo. Se lleva las manos a la cara y espera varios segundos hasta que parece calmarse lo suficiente. Cuando se destapa lleva la vista al suelo y se muerde el labio inferior.

- Esto ha sido un desliz - retoma su voz fría -, te agradecería que no se lo contaras a nadie.

Recoge la carpeta del suelo y abandona el libro yéndose por donde hemos venido.

Un desliz.

Y ni siquiera ha sido capaz de mirarme a la cara.

¡Prevenidos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora